discos del mes
2025
YAWNERS. SUPERBUCLE
Elena Nieto está de vuelta con Superbucle, su tercer trabajo largo y sin duda, el de su consagración.
Un disco formado por once canciones que plasman, a modo de círculo narrativo que funciona como hilo conductor, una sucesión de vivencias que comienza con “Un día genial” y termina con “Un día horrible”. Once momentos encapsulados en sendos píldorazos que retratan el día a día de Elena Nieto con sus miedos, ilusiones, contradicciones, inseguridades y excitaciones propias de su vida actual. Un sube y baja emocional que se repite cíclicamente a modo de Superbucle en diferentes etapas de nuestra vida, una vida monótona y repetitiva de la que no podemos escapar.
ZAHARA. LENTO TERNURA
A llegado el momento, estamos ante la enésima revolución de Zahara, ahora también a los mandos en la producción de su sexto trabajo de estudio. El disco ha venido precedido de una lenta caída de singles que nos daban a entender por donde podría ir el conjunto, pero que al final ha sido la suma de sus once temas las que dan sentido a un todo que es este nuevo trabajo “Lento Ternura”. Nueva obra maestra de la de Úbeda, donde nos vuelve a contar sus vivencias, algunas de su niñez, otras actuales, para transformarlo en una realidad paralela habitada por ella. Ahora somos nosotros los que debemos encontrar ese espacio que nos está mostrando. Y cuando lo encontremos, será para quedarse, nunca para huir. Zahara ha preparado todo para que habitemos su nuevo hogar.
JOE CREPUSCULO. MUSEO DE LAS DESILUSIONES
Se pueden contar con no mucho más que los dedos de una mano a los artistas que en este país merecen ser considerados de culto. Joe Crepúsculo, sin ningún atisbo de duda, es uno de ellos. El trovador tecno vuelve a escena con su particular “Museo de las Desilusiones”, una montaña rusa electrónica que oscila entre el baile y la circunspección. Joël arranca su nueva máquina de baile sin ambages, “Bailar y llorar” es una declaración de intenciones. Un láser apuntándote al pecho en mitad de la pista de una discoteca, en el amanecer de un polígono a las afueras de una urbe decadente. Ese es el Crepúsculo genuino, el que nos cautivó ya hace casi veinte años y que sigue en plena forma.