CAFÉ PARA LOS MUY CAFETEROS
Toledo, 15 de noviembre de 2024. Círculo de Arte
Menos de media entrada es lo que hubo en el concierto de Nudozurdo en Toledo. Bandas como ellos o como los Triángulo de Amor Bizarro que vendrán el próximo viernes son necesarias para que la maquinaria de la música actual, la independiente o la no algorítmica pueda dar alegrías. Los que vamos a estos conciertos necesitamos de este aire para poder cargar energía. No dudo del resto, pero si que dudo de los festivales repetidos, fotocopias a base de máquinas de dinero que no tienen en cuenta la calidad, sino el amiguismo y el negocio. No hay ningún problema en esto, pero si en que la gente caiga en siempre lo mismo.
Fran González
Redactor & Photo
Fernando Tello
Redactor & Photo
Esta semana he repetido muchas veces, hablando de esto, que lo que quieren llamar indie ahora es el mainstream de antes. Lo único que tenéis que hacer es dejar disfrutar a los que queremos que la música sea Nudozurdo, o los TAB, o los Tigre y Diamante de hace unas semanas, y que puedan girar y que podamos disfrutar de ese café que solo gusta a los muy cafeteros. Que el pez grande no se coma al pequeño, porque no va a conseguir nada. Ya elegiremos festival al que ir, que los hay. Tened en cuenta que hace 25 años solo había dos o tres festivales a los que ir, ahora seguimos igual, pero hay doscientos nuevos para los demás.
Nudozurdo vuelve a la carretera para poner de largo «Clarividencia», una nueva fantasía de Leo Mateos, que ahora presenta con nueva banda, sublime por cierto, en formato cuarteto que empodera todavía más sus sonidos de siempre, los amplía y los evoluciona con voces, que se vuelven imprescindibles. Completan rangos donde antes no llegaban y hacen que la experiencia sensorial se multiplique por diez. De verdad que la fiesta de distorsión y de poder fue de las que hacía tiempo que no veía. Qué bien que han vuelto, porque todo son noticias negativas, separaciones de bandas que amamos, y la vuelta de Nudozurdo es algo de lo que hay que disfrutar mientras se pueda.
Tocaron de lo de ahora y de lo de antes e hicieron que poco a poco la gente se metiera en su mundo, atrapados por las guitarras, por los bajos distorsionados y embebidos por los martilleos fastuosos de la batería. Todo en su justa medida, para hacer que tras los bises se desbordara la energía para terminar a lo grande, como debe ser. Solo había que mirar las cara de satisfacción de los que salían, las sonrisas que se veían a las puertas o en el puesto de merch.