DISCO DEL MES DE JUNIO DE 2023
Sonido Muchacho
Hubo un tiempo en el universo en el que la movida se terminó. La de Madrid y la del resto del país, que también tenían, y muy buenas. Hubo una época en la que el indie era un género que tenía espacio en las tiendas de discos. Estaba separado del resto de los mortales. Los “raritos”, a mi todavía me lo llaman por no escuchar radioformulas, podíamos disfrutar de una zona de discos sin mezcla de cosas “varias” que no queremos oír, y ni siquiera ver. Hubo un tiempo donde desde Albacete se dominaba la música patria, donde florecían bandas y una escena digna de cualquier zona anglosajona de moda. Hubo un tiempo en la que Surfin’ Bichos hacían música del futuro y cultivaban responsos en un desierto que no daba ningún fruto. Hasta cuatro trabajos entre el 89 y el 93, casi a disco por año, cada cual mejor que el anterior, pero que pasaron desapercibidos para la gran multitud.
Fernando Tello
Redactor & Photo
Los que nacimos en la mitad media-alta de los setenta, llegamos a contemplar la magnitud que tenía la banda albaceteña. Crecimos en lo musical con esas letras desgarradoras, esos ritmos frenéticos llenos de calor. Cuando esto te pilla en pleno instituto, te forma para siempre. Afortunados todos los que pasamos a la vida adulta con “Fuerte”, “Rifle de Repetición”, “Gente Abollada” y tantos otros hits que son historia de la música.
La fórmula era sencilla, rock visceral en estado puro, sin añadidos, y que se convirtió en la rampa de lanzamiento de tantos grupos que vinieron después, que no tendríamos espacio para enumerarlos a todos. Surfin’ Bichos marcaron el camino y, sólo por eso, se merecen el máximo respeto y la máxima atención ahora, treinta años después, cuando han decidido que cuatro era poco y han vuelto a sacar un nuevo trabajo. Sonando a lo que les da la gana, pero con el regusto de que son los “putos” Surfin’ de siempre. Nunca han parado, con productos por separado; Mercromina, Chucho; en solitario; juntándose para celebrar hitos históricos de los Surfin’. La pandemia y el confinamiento encendió la llama que nunca se había apagado, y nos ha dejado otra maravilla para el recuerdo, el quinto disco de los magos de la mancha. Ilustres e inmaculados. Rodeándose de mucho más. De lo mejor de lo mejor. Fino Oyonarte a la producción, Pepe Cifuentes a la mezcla y el omnipresente Carlos Hernández al master. Y por si fuera poco, el arte viene de la mano de Joaquín Reyes, con un trabajo sublime, que hace del disco un artículo de lujo y colección. Todo bajo el paraguas de uno de los sellos del momento, Sonido Muchacho.
Vuelven donde lo dejaron, con los ruidos, los salmos transformados en letras de canciones y esos medios tiempos llenos de dulzura que siempre han sido parte de su carta de presentación. Creado como lo hacían antes, cuatro amigos que se juntan en un local de ensayo y le van dando forma a cada tema, sin añadidos, sin muchas vueltas. “Máquina que no para” abre el disco para dejar claro quienes son los Surfin’ y qué es lo que dejaron hace treinta años. Retomando todo desde el principio. Estribillos claros, poética letrista y aceleración desmedida para decir que la máquina del indie ha vuelto con las ganas intactas. El rock puro pasa a otra vida y el disco deriva por el pop más caldeado que los manchegos pueden ofrecer pero con la experiencia que da la vida. “El Caballo del Mar” es otra canción apocalíptica de Alfaro con un piano majestuoso, de los que saben a gloria. Los vientos aparecen en “El baile del más allá”, otra versión de fiesta del otro lado, a donde todos queremos llegar. “Lotus Europa” navega entre Valle-Inclán y Baroja enseñando un mundo que está muerto y viajando a otra dimensión. La “Luz del Mediterraneo” viaja por los sonidos helenos, con “bandurria” y los coros ínfimos y justos, pero notorios de Isabel León, de gradiente superior siempre, y con un ritmo a folklore manchego que rezuma por los cuatro costados. Las entrañas de los Surfin´bichos se manifiestan en “Alumbrando el Fin”, con ese ritmo de batería marca de la casa y ese increscendo de guitarras. Esto son los Surfin de antes con el corte de ahora, y nos gusta como si fuera la primera vez.
“Señales” es el toque religioso ese que siempre tienen, al estilo de “Hey Lázaro”, con esa solvencia y los sonidos clásicos de los de Albacete, un temarraco de los pies a la cabeza, con un final apoteósico. “Mortal” es un medio tiempo de transición que hace de enganche con “Yo que te he Visto”, pura energía, con la batería de Carlos Cuevas en efervescencia para dejar claro que esto no es una broma. Cuatro minutos de riffs repetitivos para que se incrusten en el cerebro, y pasen el día entero junto a tí. “Tu propia Navidad” habla de la soledad con una guitarra agradable y una letra que solo Alfaro podría firmar con los Surfin´ Bichos. Porque las canciones siempre tienen un motivo y una dirección, y las doce estaban conducidas hacía las entrañas de los Surfin’. “Conversación Ultrafónica A Las 4 A M” es la pieza que siempre quiere dejar marcada Joaquin Pascual en sus amados Surfin´, seria, sublime y con unas esferas que solo él puede crear. Y sin querer, llegamos a “La mujer invisible”, que cierra el disco. Medio tiempo con una voz de ultratumba de Alfaro, como si se hubiera tragado ese desierto que siempre han tenido que transitar los Surfin’ Bichos, esa travesía para demostrar que son los padres del indie patrio, y que nunca nadie les ha agradecido. Ahora, con este nuevo capítulo tenemos todos la gran suerte de poder hacerlo, ojalá sea en directo, llenando sus conciertos y cantando a voz en grito los temas de antes y de ahora. Treinta años no son nada y lo acaban de demostrar estos Hermanos Carnales.