Sacarse el carnet de conducir, ese trámite por el que la mayoría pasamos entre los 18 y los 25 y del que pocos nos olvidamos. Me cuesta imaginarme algo cómico en sacárselo pasados los 40, pero si hay alguien que es capaz de obtener comedia costumbrista e incómoda de algo tan aburrido y traumático ese es Borja Cobeaga, y en No me gusta conducir lo ha vuelto a hacer. Y es que si el guionista y director vasco es capaz de hacernos reír con una negociación del gobierno con ETA (Negociador) o de un comando terrorista en horas bajas (Fe de etarras), ¿por qué no iba a hacer lo mismo con un profesor cuarentón de universidad aburrido intentando aprender a conducir?

Borja Peinado

Borja Peinado

Redactor

Creo haber leído alguna vez a Cobega que al creador al que le gustaría parecerse es a Alexander Payne. A mí siempre me ha fascinado la habilidad del americano para sacar a la vez un lado tierno y cómico de personajes y situaciones grises y anodinas, no hace falta que nada ni nadie de su ficción sea ni especial ni destaque para que nos atraiga. Ese mismo talento lo tiene Cobeaga a raudales, ¿le convierte eso en el Alexander Payne español? Pues por muy cuñada que suene la frase, la verdad es que sí. Para colmo de su habilidad para moverse en estos terrenos, Cobeaga ha encontrado en No me gusta conducir a una pieza que le va de perlas a sus historias, Juan Diego Botto.

Es imposible descubrir la bestia interpretativa que es Juan Diego Botto en un puñado de líneas, esta vez hay que añadir un matiz más a su talento. Botto interpreta a Pablo Lopetegui, un profesor de universidad enfadado con la vida, y por supuesto con ese trámite maldito del que hemos hablado. Su trabajo contenido en esta comedia sutil es maravilloso y Cobeaga tiene gran parte de culpa de ello, pero es que Juan Diego Botto no puede dar más rabia de lo bueno y guapo que es, demasiado injusto.

El casting lo completan Lucía Caraballo, a quien ya vimos en la divertida La reina del pueblo y a una Leonor Watling breve pero subiendo mucho el listón cómico de la serie.

Hay un personaje que hemos dejado al margen deliberadamente, el del profesor de autoescuela que interpreta David Lorente. A David Lorente lo hemos visto en infinidad de papeles como secundario, lo que hace en No me gusta conducir es, sencillamente, comerse la pantalla a base de carcajadas. Como personaje, me recuerda mucho al Juancarlitros que Cobeaga creó en No controles y al que daba vida Julián López. Es un “educador” con incontinencia verbal que suelta tópicos lamentables a diestro y siniestro y al que, contra todo pronóstico, vamos a querer incondicionalmente. Imposible parar de reír cada vez que aparece.

Para los guiones, Cobeaga ha contado con los creadores de Luimelia, Borja González Santaolanna y Diana Rojo y con otro clásico del humor incómodo de este país, Juan Cavestany. El capítulo que firma Cavestany tiene a Carlos Areces como gurú de las autoescuelas de Cuenca. En él, la ciudad manchega es presentada como una especie de universo surrealista e inquietante en el que todo gira en torno a la famosa facilidad para sacarse el carnet allí. Puro Lynch en La Mancha.

No todo son risas en la autoescuela, tendremos tiempo para pensar en diferencias generacionales, en cuidar nuestra salud mental, en sentirnos desubicados o en afrontar cambios vitales de la mejor forma que se pueda en una primera temporada, y esperemos que no última, que nos brinda seis capítulos para intentar aprender a conducir. Ya podemos verla del tirón en el canal TNT de plataformas como Movistar+ o Vodafone TV.