Llevábamos tiempo sin traer aquí una serie del catálogo de Filmin y eso no puede ser. La elección de productos televisivos que llegan cada mes a la plataforma está tan milimétricamente cuidada que no necesita el bombardeo de otras. Así que, una vez más, justo en el clavo: In my Skin. No es HBO, pero es BBC, palabras mayores.

Beth es una adolescente galesa cuya familia es pura working class británica. Como a la gran mayoría de adolescentes tontamente les ocurre, Beth se avergüenza de ciertas cosas de su vida o de su casa, nada fuera de lo normal. Lo grave aquí es que la protagonista de esta historia  tiene verdaderas razones no ya para avergonzarse, sino para intentar vivir una vida inventada para no tener que lidiar con la realidad. La madre de Beth es bipolar y su padre un alcohólico maltratador.

Borja Peinado

Borja Peinado

Redactor

Con este panorama, uno se espera un dramón asfixiante a secas, pero ya hemos dicho que esto es BBC y los británicos son los mejores. In my Skin se parece a muchas cosas y a la vez es un soplo de aire fresco. Se puede parecer a This is England y a la vez tener ciertas cosas de Fleabag. Hay drama sí, pero también tiene momentos muy divertidos, de suspense y, por supuesto, de mucha, mucha ternura. Y es que, al igual que la vida de un adolescente, la serie es un gran combo de emociones y temas; homosexualidad, maltrato, clasismo, alcoholismo y todo se convierte en nada ante la ternura y el amor que Beth siente, qué personaje tan maravilloso ha creado Kayleigh Llewellyn.

Llewelyn es la gran culpable de que todo funcione tan bien en In my skin, ya había escrito para alguna serie de renombre como Killing Eve y con esta serie, para mí, Llewelyn se sienta en la mesa de otras gigantes escritoras y showrunners británicas como Waller-Bridge o Lisa McGee. La forma en la que está escrito cada capítulo, con el conflicto tan medido y pausado y como se nos va dando poco a poco información de la vida de Beth de una forma tan sutil es para quedarnos maravillados. Por supuesto, todo ello rociado de acidez británica para que, entre suspiro y suspiro, soltemos alguna carcajada. Bafta a mejor guion dramático para ella.

La otra gran culpable de esta maravilla es Gabrielle Creevy (Beth). La forma en la que Creevy da forma a Beth, apoyándose en la contención y en el poder de sus miradas, pero a la vez con mucha dulzura, te deja enganchado a la pantalla. No menos sobrecogedora es la actuación de su madre, Jo Hartley; con todos los altibajos de una mujer bipolar maltratada. No falta en In my skin el acompañamiento de personajes típicos de series británicas, entre el humor, el gamberrismo y, por supuesto, la bondad. Casi ninguno de los personajes secundarios está especialmente desarrollado, pero no es necesario, la trama se centra en todo momento en Beth y es ahí donde resulta especial y brillante.

Dos temporadas de seis capítulos, al más puro estilo british, para que entremos en el mundo de Bethan y recorramos con ella un trocito de su duro, maldito y maravilloso camino vital. Un coming of age inusual en el que el autodescubrimiento no es el final, sino un paso más hacia simplemente plantearse qué quiere en la vida y decidirse a  empezar a ser feliz.