Borja Peinado
Redactor
SERIE DEL VERANO DE 2021
¿Por qué tienen un día de El Orgullo? ¿Para cuándo un día del orgullo hetero? Que no se exhiban, que lo van a ver los niños, es que son muy promiscuos… Estas y muchas más mierdas; hoy en día, cada día, todavía. Esto es todo lo que vamos a hablar en esta crítica sobre lo que sigue sufriendo el colectivo LGTBI y sobre que seguimos teniendo una sociedad de mierda, a pesar de los derechos conquistados en este país. Dicho esto, Bob Pop ha creado Maricón perdido, una historia muy personal y preciosa que merece estar entre lo mejor del año. La serie es original de TNT y podemos encontrar sus seis capítulos en operadoras como Movistar o Vodafone.
A Bob Pop le conocemos como escritor, como colaborador e incluso como el DJ raro y experto en redes de En el aire, pero solo conocíamos de su persona (al menos yo) lo que a veces muestra en sus intervenciones en Late Motiv.
En Maricón Perdido, Bob se desnuda por completo a través de varios planos temporales, su adolescencia, su juventud en Madrid, su enfermedad…sin tapujos, con un filtro almodovariano maravilloso y con un sentido del humor solo al alcance de personas llenas de talento y sensibilidad. No quiero ni imaginarme lo duro que tiene que ser exponerse así, debe haber resultado catártico, porque la cruda vida parece haberse cebado demasiadas veces con Bob. Desde luego, para el heterosexual blanco que escribe, comparar infancias, por ejemplo, es como comparar la noche y el día. Qué importante es la infancia y qué poco nos importa a veces, lo que han supuesto esos colegios en los 80 y en los 90 para personas LGTBI… que nadie se haga el sueco, porque eran muy parecidos a lo que la serie nos muestra.
A pesar de las penurias, no hay en Maricón perdido ni un ápice de pesimismo, y no es que haya rollo de Mr Wonderful, al contrario. La serie respira un amor a la vida desde el dolor y la tristeza, reconciliándose con ese pasado oscuro y aferrándose a los recuerdos bonitos, como el amor a un abuelo o a la literatura. Es imposible no querer a Bob.
Aunque tras la producción de la serie esté a cargo El Terrat y encontremos, por ejemplo, a Berto como productor ejecutivo o a Enric Pardo como coordinador de guion, toda la escritura corre a cargo de Bob, vaya bautismo. Dentro de la sencillez de cada capítulo, todo funciona, desde la estructura hasta los diálogos. Es como si Bob se hubiera propuesto jugar con las distintas etapas de su vida y lo hubiera mezclado todo en una coctelera en la que no falta la metaficción, sus referentes o el engaño al espectador sobre si estamos asistiendo a realidad o a literatura.
Si hemos asistido al bautizo de Bob como guionista, podríamos decir lo mismo del casi inédito director, Alejandro Marín. Apoyado en la dirección artística maravillosa y más experimentada de Marta Bazaco y en la fotografía de Andreu Ortoll, Marín ha demostrado sobradamente que aquí hay director, con una personalidad visible y con un trabajo notable con el reparto.
En cuanto al reparto, Gabriel Sánchez es Bob adolescente y Carlos González es Bob adulto, y parece hecho con IA, no pueden encajar mejor. Ambos dan vida al mismo personaje separado por los años, pero siempre con la misma ternura e inteligencia. Esa misma ternura la encarna Miguel Rellán (el casting es maravilloso) interpretando a su abuelo, todo un balón de oxígeno y literatura en la vida de Bob. ¿Sus padres? Dos figuras plasmadas de forma muy distinta. El padre es Carlos Bardem, aunque nunca se le ve la cara. Es una especie de fantasma que poco parece aportar a la vida de Bob salvo dolor, todo lo contrario que la madre, Candela Peña. Entre Bob, Candela y Alejandro Marín han compuesto un personaje fascinante. Una madre castrante, cotilla, insoportable y muy muy divertida. Candela está para llevarse todos los premios que existan. El reparto conocido lo completa Alba Flores, que ya tarda en recibir un protagonista a la altura de su talento, interpretando a una amiga de Bob.
Dice Bob interpretándose a sí mismo en la serie que tiene miedo a que a la gente no le interese lo que tiene que contar sobre sí mismo. Yo solo espero que al maricón perdido de Bob no le falte ni la salud ni las fuerzas para seguir contando cosas tan bonitas como su serie y que nos inviten a ser empáticos con los que nos rodean, sobre todo si la sociedad sigue persiguiéndolos, coartándolos e incluso matándolos. Solo esa empatía que destila Maricón perdido puede salvarnos, todo lo demás acaba sobrando.
Recomendaciones veraniegas:
Calls (Apple TV).
Ciencia ficción mayúscula. Una concatenación de eventos está rasgando el tejido del universo. Lo sorprendente de esta serie es que son solo conversaciones telefónicas. Lo visual solo hace acto de presencia a través de ondas y líneas que, no sé cómo, tienen todo el sentido del mundo. Inexplicablemente(como los eventos) todo funciona y te atrapa desde el primer capítulo.
Sweet Tooth(Netflix).
Basada en el cómic de Jeff Lemire, es la historia de un niño ciervo que trata de sobrevivir en una distopía(ejem) pandémica en la que casi todos los niños nacen siendo híbridos con cualquier animal. A ratos fábula, a ratos sci-fi, con mucha ternura, aventura y con un hilo de esperanza. Para los que disfrutan de este mensaje de esperanza, está prohibido leer el cómic original, que es buenísimo, pero que deprime en cada una de sus páginas.
Bienvenidos a Utmark.(HBO)
De esas maravillas nórdicas ocultas en los catálogos. Un noir rural noruego con mucho de Fargo y hasta con vikingos. Si no fuera por los paisajes que quitan el hipo, bien podría tratarse de una ficción ambientada en cualquier pueblo manchego.
Solar Opposites(Disney Plus)
No me canso de recomendar la serie de animación de Justin Roiland y Mike Mcmahan, sobre todo para fans de Rick and Morty, básicamente porque es un bis de ella. Una “familia” de aliens llega a la Tierra huyendo de su extinto planeta. Mandanga cósmica y surrealismo a raudales. Además, tiene su propia subtrama con El Muro, sociedad donde viven los humanos que uno de los aliens reduce con su pistola. Dos temporadas para ver de una tacada.
Ciclos.(Apple TV).
Es curioso la cantidad de buenas series que atesora el gigante de Cupertino sin hacer el ruido de otras plataformas. Ciclos es una de ellas, una de esas comedias británicas muy bien escritas, sin más pretensión que entretener y con un tema poco visto en ficción cómo es el proceso de adopción para una pareja. La segunda temporada está recién salida del horno.
Stath Lets Flats(Filmin)
Hay pocas cosas más feas para retratar hoy en día que el mundo inmobiliario, así que nada mejor que hacerlo con humor británico. Jamie Demetriou(Flebag) creó esta serie en la que él mismo da vida a un inútil agente inmobiliario de origen griego que provoca la misma grima que risa.