PEARL JAM
Gigaton
Republic Records
Marzo 2020
Carlos Lorente
Redactor
La portada del disco “Gigaton” es ya toda una declaración de intenciones. Un macizo y gélido acantilado Noruego del que brotan lágrimas de su deshielo. Un ave que sobrevuela el mar y observa impávida el desastroso espectáculo. Un cielo empozoñado y las letras Pearl Jam dibujadas en unas líneas de cardiograma alertan de la urgencia de unas medidas que a día de hoy siguen siendo insuficientes en cuanto a cambio climático se refiere.
El disco se inicia con potencia y contundencia. Calor y energía que contribuyen al deshielo. “Who Ever Said” es un cántico de calor y energía que contribuyen al deshielo. “Superblood Wolfmoon” sigue en la misma línea con un ritmo que te hace mover la cabeza en sintonía sin apenas darte cuenta. De forma similar a como hiciera Foo Fighters con “Sky is a neighborhood”, Pear Jam lanzó una aplicación para escuchar en primicia esta canción. La condición era apuntar con tu móvil a la luna. Una gran idea para unir lo natural con la magia de la música.
Pasamos a “Dance of the Clairvoyants”, primer single con el que hubo cierto revuelo. Quizás un sector de sus seguidores temían encontrarse con un giro de 180 grados como el que supuso “No Code” o la decepción de “Lighting Bolt”. Una sequía de siete años mantenía a los fans temorosos a la vez que expectantes. El tema, personalmente, me resulta fascinante. El ritmo que imprimen los sintetizadores y el bajo es estimulante y pegadizo. Eddie Veder cambia la tonalidad para cantar con rabia “Guarda tus predicciones y quema tus suposiciones”, “Ningún hombre puede ser más grande que el Sol”; reivindicaciones que son de agradecer en un grupo de rock que podría encontrar la aceptación fácil en la llamada al desorden. Los golpes de guitarra cuando parece que el tema ha terminado son espectaculares. Como colofón, el videoclip cuenta con unas imágenes que son dignas de ver en alta calidad, mostrando la conexión de lo microscópico a lo macroscópico, desde una célula a la inmensidad del espacio profundo; el inicio de la vida vegetal y la desertización; lo fundamental que resultan en nuestras vidas unos seres tan básicos como las abejas y la necesidad del trabajo grupal.
Subiendo el tono guitarrero y manteniendo la sintonía de crítica a la pasividad y neganicionismo de la administración de Trump, escuchamos en “Quick Escape” cómo hay que iniciar un largo viaje para encontrar un lugar que Trump no haya jodido aún. La canción cuenta con un estribillo pegadizo, un bajo excelente y unos solos de guitarra que quedan grabados a fuego en la memoria.
A partir de este punto “Gigaton” va pasando del calor extremo a una temperatura más moderada.
En “Alright” la balada se desenvuelve como si tuviéramos el tic tac de un reloj de fondo y el látido de un corazón. La cuenta atrás está en marcha y cada vez nos acercamos más a un punto sin retorno. Se siguen haciendo referencias a la naturaleza: los anillos de un árbol; el vuelo de una abeja.
En “Seven O´Clock” seguimos con un clima suave y la subida de pulsaciones que hemos tenido de inicio se estabilizan. Las reivindicaciones no cesan y se compara la figura de Crazy Horse, como jefe indio Sioux que lucha por su tribu y una reserva natural, con un Presidente que consulta sus problemas a un espejo mágico.
“Never Destination” supone una remontada de vuelo, resultando un corte muy similar a “Superblood Wolfmoon” sin resultar tan pegadiza. “Take the Long Way” sube algo más el nivel y se nota la mano de Matt Cameron en un sonido que evoca a Soundgarden.
Y llegamos a la ola de frío también propia del cambio climático (aunque queramos llevarle la contraria a Trump).
Mientras escuchamos “Buckle Up” parece que estamos esperando un estallido sorpresa en cualquier momento, pero este corte se queda en la misma cadencia con la que se inicia. “Comes Then Goes” baja más el ritmo si cabe al tratarse de un tema con guitarra acústica y voz al estilo de Neil Young. La letra pudiera estar basada en la memoria de Chris Cornell.
Seguimos con otra balada, “Retrograde”, en la cual se denuncia cómo lo retrógrado nos envuelve y cómo echamos la mirada a un lado ante el aumento del nivel del mar año tras año. Por si no hubiéramos cogido la indirecta, en el videoclip una Greta Thunberg vaticina el desastre viendo las ciudades anegadas en su bola de cristal.
“River Cross” cierra el álbum como un lamento, con un órgano de corte funerario. Este tema fue el elegido por Eddie Veder para ser interpretado en el “One World: Together at home”, acto para agradecer a los héroes y heroínas su labor en la lucha contra el COVID-19 y llevar la música a casa en época de confinamiento.
“Gigaton” se cierra sin ser lo innovador que vaticinaba “Dance of the Clairvoyants” o la mezcla de la experimentación y la potencia de los temas más emblemáticos de los de Seattle que representa “Quick Escape”. Quizás una disposición de los temas en otro orden, sin poner toda la carne en el asador en el inicio del albúm, no hubiera dejado este trabajo como un disco aceptable.