Apenas un mes después de robarnos el aliento con la desgarradora ‘MERICHANE’, Zahara vuelve a mostrarse con brutal sinceridad en ‘canción de muerte y salvación’.

Un segundo adelanto de su próximo trabajo que nos golpea de nuevo con una potente dosis de realidad emocional, y que nos hace reflexionar sobre ese frágil equilibrio entre la luz y la oscuridad que todos llevamos dentro. Nadie mejor que la propia Zahara para explicarlo:

«El confinamiento me llevó a un viaje personal tan profundo que desembocó en todo lo que hay en mi próximo disco. ‘MERICHANE’ podría ser el tráiler y ‘canción de muerte y salvación’ el primer acto, la primera piedra de todo lo que vendrá después.

Mi primera canción la compuse con 12 años.

No es casualidad que fuese a esa edad.

Ya desde muy pequeña entendí que la música era un refugio en el que podía esconderme y donde, paradójicamente, podía mostrarme tal y como era. 

Hay cosas que no deberían pasarle a nadie.

Pero las cosas que no deberían pasarle a nadie y suceden en la infancia o adolescencia dejan marcas que no se pueden quitar después, con las que tienes que aprender a vivir y que si no cuidas bien pueden arrastrarte y sumergirte hasta asfixiarte.

Yo tenía una mancha en el pecho. 

Una mancha negra que me fue invadiendo y que pensaba que tenía que destruir.

Odiaba todo lo que estaba roto en mí porque no entendía que eso que consideraba oscuridad estaba tan arraigada en mí como la luz, y que lo que me hacía ser quien era consistía en un delicado equilibrio entre mis dos lados.

Buscando ese lugar encontré aquellas canciones llenas de muerte que acabaron siendo mi salvavidas».

«El vídeo es una obra de Abel Molina.

Le envié la canción recién compuesta sin decirle nada más y recibí una llamada en la que me contó la vida de la que yo nunca le había hablado. Me habló de la belleza de esa mancha negra, de cómo la oscuridad en realidad me había salvado y había renacido en ella. Le pedí que creara libremente y me entregó este relato donde ‘canción de muerte y salvación’ es la banda sonora. Una lucha épica entre realidades e identidades donde, en realidad, no gana nadie.

Hay algo que me parece fascinante y es que en la canción hablo de mí, pero no me atrevo a hacerlo en primera persona, así que me canto aquello que viví, casi sin salirme la voz del cuerpo, como si quisiera contarlo, pero a la vez temiese hacerlo.

En el vídeo estoy representada digitalmente como si aparecer realmente en él me diera miedo, como si no quisiera mostrarme, y justo cuando en la canción rebelo que soy yo aquella que vivió todo lo que cuento es cuando me vuelvo de carne y hueso integrada en un mundo onírico e irreal. Como si el video acompañase este pudor a mostrarme tal y como soy, pero a la vez me desnudase y colocase en el punto de mira sin ningún tipo de pudor».

Palabras del propio Abel Molina sobre el vídeo:

«Desde la primera escucha sentí una fuerza muy profunda y mística que me invitaba a adentrarme en un viaje de autodescubrimiento, crítica y redención salvajes.

Descubrir y discernir al personaje que hemos creado de quién somos realmente, para así poder crecer y sanar los estigmas del pasado, es la línea argumental que se trazó ante mí para narrar esta historia. El resultado final de esa lucha interna nunca podrá ser aquello que alguna vez fuimos, sino algo más complejo y profundo.

Abrazar nuestro lado más oscuro y darle un lugar en el mundo se me antoja un ejercicio necesario y catártico que todos deberíamos hacer alguna vez en la vida. Utilizar un mundo digital (artificial) frente a uno analógico (real) para finalmente fundirlos en una sola realidad me pareció una metáfora perfecta para plasmar el poderoso mensaje de esta hermosa y cautivadora canción. En el proceso de creación (que duró varios meses) yo mismo me vi obligado a recorrer personalmente ese viaje de ida y vuelta al averno que habita en todos nosotros. Y sin duda volví siendo otro».