Borja Peinado
Redactor
SERIE DEL MES DE OCTUBRE DE 2020
El último capítulo de The Deuce se emitió allá por octubre de 2019, no es que nos hayamos quedado sin series este mes, es que ya dolía no haber traído nunca una serie de David Simon, y qué mejor momento que ahora que se cumple un año del final de la gran última serie del mesías televisivo, serie que forma parte ya de ese magnífico y envidiable fondo de armario que HBO tiene en su catálogo.
Es tan obvio como innecesario decir que no hay una serie de Simon que no sea sobresaliente, incluso si el inicio parece fallido, como con la más reciente, La Conjura Contra América. Cuando todo está tan pulido y se tiene tan claro como hacer televisión de calidad, parece que sale solo. Además, Simon firma la creación de The Deuce junto a un habitual compañero de escritura, George Pelecanos.
The Wire, Treme, Generation Kill…A priori, puede dar pereza empezar este tipo de series, todas tienen capítulos bastante largos, el ritmo es pausado y la trama parece no dirigirse a ningún lugar, como si simplemente fuésemos testigos de vidas normales en apariencia. Pero la calidad de la narración nos engancha solo con lo interesante que es observar a cualquier ser humano relacionarse con su comunidad. Una vez que entramos en ese universo, nos sentimos tan pegados a sus personajes, que estaríamos toda la vida contemplándolos.
La serie se presentó como una historia en torno a la prostitución en la Times Square de los 70 protagonizada doblemente por James Franco, también productor ejecutivo. Franco interpreta doble papel, los gemelos Vincent y Frankie Martino. Este protagonismo de Franco no era sino un Macguffin, no suele haber protagonista único en las series de Simon, todo el reparto coral es importante y casi imprescindible para componer el cuadro. Maggie Gyllenhaal también produce e interpreta a Eileen Merrel, AKA Candy Rennee, una prostituta feminista que va por libre en la jungla de Nueva York y que tiene un arco dramático fantástico. Qué buena es Maggie Gyllenhaal.
Las mujeres son las grandes protagonistas de esta historia, en la que destacan por encima de todas Margarita Levieva, como Abby Parker y Emily Meade, como Lory Madison.
Aparecen también conocidos de The Wire como Lawrence Gilliard Jr o Chris Bauer, e incluso el rapero Method Man. Cuando se es tan fanático de The Wire, uno busca todo tipo de guiños en la series de Simon, y los hay.
The Deuce era como se conocía al distrito de Manhattan que comprendía entre Times Square y la zona de los teatros. Se nos presenta un barrio lleno de delincuencia y prostitución en el que la mafia y los chulos campan a sus anchas bajo el amparo de una policía corrupta que, por llenar el expediente, centra sus esfuerzos en hacer redadas de prostitutas.
Si la primera temporada pone su foco en la prostitución, la segunda la historia vira hacia el nacimiento de la pornografía como género cinematográfico y como nuevo filón lucrativo para la mafia, ambos negocios movidos por la opresión machista de la mujer como simple producto de mercado, una rueda más del capitalismo salvaje que impera en nuestra sociedad. La tercera temporada, aunque continúa con las tramas presentadas anteriormente, nos introduce un poco más en cada personaje para que les acompañemos hasta el final de la serie.
Aunque Simon y Pelecanos no firmen el guion de todos los episodios, es increíble comprobar una vez más como sus series pueden ser tan descriptivas del funcionamiento de la sociedad y del capitalismo simplemente narrando historias cotidianas. Los temas que confluyen en sus tramas nunca caducan, porque siempre están presentes en este día de la Marmota al que llamamos vida. De esta forma, no solo encontramos delincuencia, corrupción, pornografía y prostitución en The Deuce. También asistimos a la aparición del SIDA y a la lucha gay en Nueva York, al inicio de la gentrificación en Manhattan o a los debates dentro del feminismo en EEUU.
A pesar de todo lo malo que narra The Deuce, prácticamente no habrá personaje que nos caiga mal, están tan bien escritos y desarrollados, que es difícil no empatizar con ellos, y desde luego sentiremos un gran vacío cuando se cierre el telón. Un cierre, por cierto(me permito el spoiler) en el que acompañamos a unos de sus protagonistas en un paseo por el Times Square actual abarrotado de gente que, dada la distopía que estamos viviendo, supone un choque emocional extraño a más no poder.