ROCAMBOLA

Es curioso que un thriller comience con planos aéreos de un ciclista entrando en un pueblo manchego, curioso pero efectivo. Si Almodóvar no hubiera tirado tanto por el drama surrealista y más por lo tarantiniano, habría funcionado igual. Porque si funciona en Galicia, funciona en La Mancha, somos la verdadera Fargo de España y Juanra Fernández también parece tenerlo claro. 

Dante (Jan Cornet) es un ladronzuelo de poca monta que escucha música mientras asalta una casa rural más, muy a su rollo, a lo Baby Driver, pero las cosas no son lo que parecen. Allí se encuentra con Saeta, interpretado por Juan Diego Botto y con su testimonial chica, Ingrid(Sheila Ponce). Saeta es un ex militar que parece padecer el estrés postraumático de la guerra. Su aspecto, con parche en un ojo, recuerda al Snake de Rescate en LA, y que sirve a Botto para echarse la película a sus espaldas.

Los tres actos de la Divina Comedia sirven a Juanra Fernández para nombrar a los actos de su historia, solo que en sentido inverso, Paraíso, Purgatorio y finalmente Infierno, curiosamente el mejor acto de la cinta. Lo cierto es que al thriller le cuesta arrancar y es en ese Infierno donde de verdad entramos en el ambiente asfixiante al que su director trata de arrastrarnos. 

El tono de la película también ayuda a introducirnos en la claustrofobia, quizás se echa de menos algo del humor negro que asoma en ese último acto. Se atisba en Juanra Fernández también un intento de introducir lo manchego, sobre todo a través del breve personaje que interpreta Elisa Matilla, una cansina cartera, y creo que le habría venido muy bien más de ese mancheguismo.

También se huele el amor del autor por la música y no solo por los cantos de La Divina Comedia. La música subyace en algunos aspectos de la trama, ese protagonista escuchando música clásica, y en la propia ambientación de la casa, dejando entrever el gusto refinado de personajes casi omitidos.