Santi Hernández
Redactor
DISCO DEL MES DE SEPTIEMBRE DE 2019
Whichita Recordings. PIAS, 2019
“This is not a safe place”, sexto disco de la banda de Oxford, segundo si contamos desde que se volvieron a reunir. Fue en 2017 cuando aprovecharon la ola de bandas británicas que se reunieron con el nuevo siglo para continuar las cosas por donde las dejaron a mediados de los noventa. My Bloody Valentine dieron el pistoletazo de salida en 2013 con “M B V” y desde entonces sus contemporáneos Slowdive o Swervedriver también se enredaron en la creación de nuevos temas. Además, hay que añadir que el propio sonido “shoegaze” y “dream pop” han sido revitalizados espléndidamente por algunas de la bandas más importantes de la década que estamos a punto de finiquitar, sean “Beach House” o los mismos “Deerhunter” los ejemplos más significativos.
RIDE hizo su aparición cuando publicaron “Weather Diaries” para gozo y disfrute de muchos. No obstante, resultó un tanto decepcionante para quienes esperábamos escuchar a unos RIDE más auténticos o fieles al sonido que les caracterizó en sus primeros dos discos “Nowhere” y “Going black again”. En cualquier caso (y eso si lo disfrutamos todos) se embarcaron en una gira mundial que tan solo traía buenas vibraciones y excelentes resultados para todo el grupo por lo que se transluce de las constantes felicitaciones en su canal oficial de Twitter.
Hace unos meses adelantaron “Future Love”, el segundo corte del disco, que aunque deja de lado las atronadoras distorsiones, la limpieza de la guitarra y toda la canción en general hacía prometer un sonido más acorde a lo que se espera de ellos. En julio publicaron un segundo adelanto con “Repetition” con el que refrescan el sonido de la banda a parámetros actuales con claras reminiscencias del pasado. Alguno ya se iba frotando las manos con la esperada edición del disco a mediados de agosto.
Una vez publicado y con solo una semana en las tiendas, entró al número 7 en las listas de ventas según la página officialcharts.com. Algo bastante inusitado en un contexto protagonizado y copado por el pelirrojo Ed Sheeran. La cosa pintaba bien en lo que se refiere a la repercusión mediática. Algunos seguidores de la banda jugaron con la portada del disco (una antebrazo con la mano abierta que quiere alcanzar el horizonte de un infinito mar verde) reinterpretándola con fotos caseras, improvisando así una promoción excepcional gracias a las redes sociales. Muchos dirán (yo) que la portada recuerda demasiado al inmenso mar fotografiado en azules que sirvió de portada para el disco debut de RIDE.
Los doce cortes de “This is not a safe place”, publicados por Wichita Recordings (PIAS), a la primera escucha, dejan una excelente impresión. Con ganas de volverlo a escuchar más tarde para disfrutar y exprimir cosas que seguro pasaron desapercibidas. El corte inicial R.I.D.E. es la introducción al disco. Tres minutos instrumentales apto para ir ajustando volúmenes a modo de prefacio a las siguientes once canciones. Los siguientes temas son los comentados anteriormente.
Así, ya llevamos diez minutos de disco y todo va bien. “Kill switch” saca toda la artillería sonora de la que son capaces con distorsión y solos afilados acompasados por una batería inquebrantable durante casi tres minutos. Demoledor. Y justo después, “Clouds of Saint Marie”. Podemos tomarnos un respiro y disfrutar de uno de los temas más bonitos del disco. Ya le habrán dado en todo el gusto a quienes esperaban esas deliciosas melodías en el nuevo disco. Estas Nubes de Santa María parecen ser el origen del Rastro de Vapor al que cantaron en 1990. Si alguna vez me los cruzo, seguro que les pregunto. Con “Eternal Recurrence” cierran la mitad del disco y nos recuerdan que están orgullosos del impopular Carnival of Light de 1994. La segunda parte del disco, como cuando se lee un buen libro, consiste en dejarse escuchar y encontrar muchos más detalles una vez se ha resuelto la ecuación de las expectativas y el resultado final de un nuevo disco del grupo que admiras. Parece que RIDE se sienten muy seguros de la propuesta y disfrutan del resultado. En estos seis temas restantes se mezclan las tempestades sonoras con la quietud del eco sin fin. Como guinda final y para mayor contento de lo que hemos escuchado, los ocho minutos de “In This Room” dan en el clavo para finalizar el disco. Sosiego y calma de numerosas guitarras que se entremezclan magistralmente para crear un estado de somnolencia y despedida en este supuesto sitio inseguro hasta que vuelvan con el siguiente disco. Gracias por venir de nuevo, Ride.