Borja Peinado
Redactor
En 2020, Movistar estrenó la sorprendente Nasdrovia, basada en una novela de Sergio Sarriá y creada por él mismo junto a Miguel Esteban y Luismi Pérez. Una comedia negra, ligera, fácil de ver, disfrutable, sin pretensiones y todos esos calificativos cuñadetes para describir que estamos simplemente ante un buen producto de TV.
Edurne (Leonor Watling) y Julián (Hugo Silva) son una pareja divorciada de abogados que siguen teniendo muy buena relación y que están cansados de defender a la élite corrupta. Todo cambia cuando conocen a Franky (Luis Bermejo), un chef sublime empeñado en abrir un restaurante ruso en Madrid y convencidísimo de la grandeza de su receta para preparar blinis, apunten este plato porque recorre toda la serie.
Hasta aquí todo normal, una pareja inversora y un genio al mando, el problema es que Nasdrovia, el restaurante, y los deliciosos blinis atraen la atención de Boris, el jefe de la Tambovskaya en España, con toda su recua detrás de él. No hace falta explicar más.
Mafia, traiciones, crisis de mediana edad y mucho, mucho humor; porque, ante todo, Nasdrovia es muy divertida. Los chistes, o más bien las situaciones, aprovechan una premisa poderosísima, el choque entre trabajadores de la mafia y la vida real y mundana.
Sí, trabajadores de la mafia, nada de mafiosos, aquí vemos verdaderos currantes que luchan por tener un espacio de trabajo sano, hablan de series y tienen sus propios sueños entre las numerosas referencias a cómo se ve su mundo en la ficción. La forma de comportarse de estos mafiosos recuerda a los chechenos de Barry, carcajadas aseguradas.
Todo en Nasdrovia funciona, incluso con sus defectos, hasta algún recurso tan manido como la protagonista rompiendo la cuarta pared. Un recursos como este tiene que estar muy medido y, si es alguien tan buena como Leonor Watling la que lo ejecuta, pues mejor. El casting es una delicia, junto a la Watling, Luis Bermejo y Hugo Silva hacen gala de su vis cómica y la derrochan a raudales. Pero los actores españoles no están solos en esta misión. Para traer a la Tambovskaya a Madrid, Nasdrovia cuenta con un surtido elenco actoral de todo el globo, alguno tan conocido como Mark Ivanir(For all Mankind o The New Pope). Anton Yakovlev es Boris, en un genial papel de jefe excéntrico e intimidador a partes iguales. De todo el elenco internacional, Michael John Treanor es el que se sale haciendo de Sergei, un mandado sensible, preocupado y sencillamente hilarante. Ah, y hablando de gracia pura, no es internacional, pero el pequeño papel que interpreta Julián Villagrán en la segunda temporada nos va a dejar con la boca abierta y dolor de mejillas, maravilloso.
Si la primera temporada se centraba más en el trío protagonista, sus crisis personales y en su lucha para no inmiscuirse demasiado en la mafia, la segunda tiene otro envoltorio, sin perder el humor de fondo. En esta entrega, toda la historia se hace mucho más coral, los protagonistas se separan en todos los sentidos y el tono vira hacia el puro thriller, mientras todo dios desciende a los infiernos. Creo que la contribución de Marc Vigil, director de la serie, en la escritura de esta segunda temporada le ha venido muy bien a la historia. Marc Vigil ha demostrado ser un grande en la dirección de series de este país con El Ministerio del Tiempo o Malaka, donde ya escribían Luismi Pérez y Sergio Sarria. El combo con Miguel Esteban(Capítulo Cero o El fin de la Comedia), otro grande de las series de humor, es el blini perfecto en nuestro paladar que al final resulta Nasdrovia.
Lo cierto es que en España se hacen muy buenos thrillers y la comedia de calidad se va abriendo paso poco a poco como Shiva la destructora, que diría Ignatius. Al fin y al cabo somos hijos de Berlanga y Azcona.
El único pero que le podemos poner a Nasdrovia es que, al parecer, haya finalizado con su segunda temporada. Creo que eso ha provocado que el final de la serie resulte un tanto abrupto, dejándonos huérfanos de Vodka en pleno subidón. Aún así, disfrutaremos mucho de las dos temporadas de seis capítulos mientras buscamos la receta de los dichosos blinis o al menos buscamos dónde pedirlos a domicilio.