Cuando se cumple el aniversario de algo importante es inevitable mirar atrás, celebrarlo y recordar todo lo que ha pasado en estos doce meses. Y hace un año, precisamente, vio la luz Mundos inmóviles derrumbándose, una colección de canciones que se ha convertido en mucho más que un nuevo álbum de Nacho Vegas. Como ocurre con las grandes obras, las canciones han crecido y viajado, sonando desde el álbum y desde los escenarios, siendo coreadas en los conciertos, despertando emociones y, poco a poco, haciéndose importantes para viejos y nuevos fans hasta convertirse en favoritas. Así, un año después de la salida del disco, es muy satisfactorio echar la vista atrás y ver que canciones como El don de la ternura, Big Crunch, El mundo en torno a ti o Ramón In ya forman parte de la de la memoria musical de mucha gente.

Con el disco llegó, claro, la gira. La banda que había grabado el álbum se amplió y consolidó con la incorporación de nuestra querida Julianne Heinemann, que se unió a Joseba Irazoki, Ferran Resines, Hans Laguna y Manu Molina para completar la formación que acompaña a Nacho en el escenario, dando forma física y acústica a las canciones. Quien los ha escuchado en directo, lo sabe: lejos de derrumbarse, los Mundos inmóviles de Nacho en concierto son una experiencia absorbente y profunda en la que las canciones despegan y llevan al público a un viaje en el que se ríe y se llora, en el que se va de la caricia acústica al arrebato eléctrico, siempre con la voz y las sofisticadas letras de Nacho por delante, generando una conexión y cercanía con el público que no es muy habitual.

Así ha sido a lo largo de los más de 40 conciertos que lleva la gira por el momento, tanto en salas y teatros como en festivales, y que ha recorrido gran parte de la geografía española, que ha visitado varias ciudades de México, y que ha tenido entre uno de sus últimos hitos su inolvidable actuación en el Rock al Parque de Bogotá, uno de los más grandes y longevos festivales, no solo de Colombia, sino de Latinoamérica.

Salas, teatros, festivales… La banda brilló en todo tipo de escenarios, y se colgó el cartel de «no hay entradas» en varias fechas, entre las que recordamos con particular cariño las del Teatro Metropolitan en Ciudad de México, en la que casi 3.000 personas vibraron con la banda, o la del Teatro Jovellanos de Xixón, en la que Nacho vivió uno de sus conciertos más especiales en su hogar, su querida ciudad vampira.

Mientras Nacho y la banda llevaban la música de ciudad en ciudad, el disco iba calando cada vez más: los Premios Pop Eye galardonaron a Nacho por Mundos inmóviles derrumbándose, como disco del año, y por Esta noche nunca acaba como mejor canción, y a finales de año el álbum ha sido destacado en las selecciones de lo mejor de 2022 en diferentes medios como MondoSonoro, Rockdelux, Muzikalia o Jenesaispop entre muchos otros, mientras que canciones como Ramón In y El don de la ternura han sido incluidas entre las mejores del año en Rockdelux y el suplemento cultural Babelia de El País respectivamente.

Y esto no es todo. Nacho es un creador inquieto e incansable, y la enorme actividad alrededor de Mundos inmóviles derrumbándose no le ha impedido seguir grabando y publicar nuevos sencillos: Manuela, una deliciosa versión del clásico popularizado por Julio Iglesias, fue rescatada del pasado reciente de Nacho, mientras que Abnegación es la primera de las nuevas canciones grabadas el año pasado durante el regreso de Nacho a los estudios de su viejo compinche Paco Loco.

Además de hacer memoria y celebrar el primer año de Mundos inmóviles derrumbándose, presentamos un nuevo sencillo titulado Añada de Lea. Como un haz de luz que se abre paso a través el más nublado de los cielos, la nueva canción de Nacho Vegas es una delicada y sentida nana, una miniatura deliciosa que se mece al son de las mandolinas y de la voz de Nacho, en su versión más íntima y cercana.

«Cuánto dolor y belleza en una misma fotografía», canta Vegas en asturiano a Lea, la protagonista de la nana, recién llegada a este mundo lleno también de dolor y belleza. Canta a Lea y a todos nosotros, en una canción tierna, que envuelve y abriga al oyente con sus melodías, las voces y la cálida interpretación de Nacho. Una nana sencilla (no simple) que invita a recogerse y a sentir que la oscuridad siempre se verá iluminada por personitas como Lea, y por canciones como esta.