Córdoba, 31 de enero de 2020. Sala Ambigú Axerquía

El concierto en la Sala Ambigú Axerquia se hizo esperar, pero cuando pisaron el escenario, una vez más, los Punsetes no defraudaron. En cuanto golpearon las guitarras y comenzó la introducción instrumental, el público se vino arriba. Como siempre, engancharon de manera consecutiva todas sus canciones de principio a fin. Empezaron con Dinero 2,  Seres humanos, Vas hablando mal de mí, Oro, un breve recorrido inicial por su último disco, Aniquilación, intercalado con temas míticos de la banda madrileña como Alferez Provisional (Una Montaña es una Montaña) o Mabuse (¡Viva!).

Juando Aguilar

Redactor

Carmen Rotger

Photo

La sala se estaba caldeando, el Atraco Perfecto estaba servido, con todas esas letras arrolladoras que nos hacen sentir a todos idiotas, por reflejar tan bien esa falsa realidad en la que casi a diario vivimos.  Después siguió Lo dejo, un tema lento, que prepara la llegada de Corte Limpio, un título más que apropiado para describir la sensación que Los Punsetes generan en toda aquella persona que lo escucha. Hasta por un segundo me pareció ver que a Ariadna se le escapaba una leve sonrisa durante esta canción.

Con su fondo de armario habitual, ayer resultaba llamativo la sencillez del traje con otros conciertos en los que bien podría haberse hecho pasar por María Antonieta. Siguieron con Dos Policías, al ritmo de la cual se formaron varios pogos. A partir de aquí estaba más que demostrado ese tremendo punch  y ruido que les caracteriza. Después vino Miguel de Molinos y su nada es más hermoso que la nada. Nos llevaron por un Camino lleno de sudor en el que os ayudaron a ir preparándonos para la recta final del concierto. Bajaron del cielo a las estrellas más distantes y a se cebaron una vez más con todos los cuñados de este país y su opinión de mierda. Arsenal de excusas, Tu puto grupo, Me gusta que me pegues, Viva y Maricas fueron una explosión de baile y color. 

De pronto se hizo un breve silencio y sonaron los acordes de Una Persona Sospechosa, ninguno de los que estábamos allí éramos de fiar, porque seríamos capaces de mandar a tomar por culo a nuestros amigos y nuestras parejas con tal de volver a ver a Los Punsetes en directo. La muerte sienta tan bien, que anoche todos queríamos morir en aquella discoteca y acabar sentados a la izquierda de Dios. Casi lo conseguimos en el momento que Ariadna se despidió diciendo ‘’buenas noches’’ y sonriendo. Poniendo el broche a un concierto redondo.