DISCO DEL MES DE OCTUBRE DE 2024

Laventura

Los leones vuelven a la carga con su quinta referencia de estudio después de la reedición conmemorativa de su “Década” (Altafonte,2023) en los altares de la escena nacional.

Esta “Nueva Sinfonía Sobre el Caos” (Laventura/Altafonte, 2024) parece culminar el camino que en su día ya comenzaron a transitar en “2” (Warner/Marxophone, 2016) y que no han abandonado desde entonces. Desde ese primer momento se han mostrado como una banda inconformista y ávida de explorar los vericuetos que unen el rock y la electrónica. Verdaderamente, conociendo un poco la trayectoria de sus protagonistas y la de Martí Perarnau IV, parecían predestinados a coincidir en algún momento y en algún lugar. Quizás en mitad de la nada. O quizás en mitad de un todo encarnado en el bendito asfalto que une León y Benavente.

Ciudadano Suárez

Ciudadano Suárez

Redactor

Como si “La Gran Muralla” del anterior “Era” (Warner Music, 2022) hubiese ejercido de premonición. Como si aquellos dos viandantes que se cruzaron, en una performance extrema, solo hubieran caminado un puñado de pasos más y, al unísono, se hubiesen girado y mirándose a los ojos se hubiesen transmitido todo lo que llevan dentro con una mirada más sintética que nunca.

La producción de Perarnau consigue desplazar, otra vez, la línea del horizonte del grupo más allá, evitando sucumbir ante la pátina de normalización sonora imperante.

Su mano se deja notar desde el primer momento. “Úsame/Tírame” es una declaración de intenciones. Un aviso a navegantes de que vienen a darlo todo. Una reclamación de su lugar en las antípodas de las estrellas fugaces. Una emisión de la señal que sus acólitos estaban esperando para demostrar que son de aquellos que quieren de verdad.

Foto: Noemí Elias Bascuñana

“NADA” fue uno de los adelantos que ya conocíamos. Es una oda a la indolencia, la reivindicación del derecho a la pereza. Como un tinnitus en tus oídos después de una fiesta, cuando uno se plantea, sin necesidad de atender a tratados filosóficos, que la vida se acaba.

Es, precisamente, la sensación que no se siente cuando se está inmerso “En el Festín”. Otro de los cortes que ya habían visto la luz. Paradójicamente, algo que no abunda en el videoclip que lo acompaña. Un frenesí digno de un convite del ángel exterminador en el que, entre los reflejos de una bola de espejos, se puede percibir que la mayoría de los personajes invitados al evento están movidos por los hilos de Buñuel.

Y sí, como nos tienen acostumbrados, hay parte de crónica generacional, pero también traen un conjunto de canciones en las que invitan a gozar sin más remordimientos. Para botón de muestra, por si hubiese habido poco desenfreno, “Baile existencialista” da lo que promete. Eso sí, tanta flexión puede servir de reflexión. En caso de encontrarte con un genio, o con Elvis, ¿qué pedirías? Algunos, sin duda elegiríamos que nos enseñasen a movernos, otros seguramente se podrían conformar con un poco de “Be Bop A Lula”.

Entre tanto fragor el elepé incluye un puñado de canciones que sirven para tomar resuello y sacudirse los ropajes. Perdón, el outfit. “A La Moda” se convierte en un alegato contra el narcisismo y actual la deglución compulsiva de prendas y personas, con la única finalidad de la alimentación de los exacerbados egos que cada día son más habituales.

“La Aventura”, que también da nombre a su flamante sello discográfico, es un momento de pausa melódico. Vitalista y brillante, como una carcajada en la cara de un mundo que está seguro de estar en lo cierto sin percibir que está delante de una audiencia que ya ha visto sus pies de barro.

El track que puede ser la revelación del disco es “Qué Cruel”. Tiene mimbres para convertirse, con el tiempo, en el más pinchado de este larga duración. Podría ser una suerte de secuela de “Gloria”, o incluso del mismísimo “Ser Brigada”. La contradictoria celebración de la desazón de un destino incierto tras una ruptura.

Por similares derroteros corre “Su Verso”. Su letra da nombre al disco mientras se columpia exactamente en el punto medio entre la fe y el progreso. Entre la fantasía y las drogas legales. Una semblanza de la búsqueda de la explicación a los problemas fuera o dentro de la persona que cada uno habitamos.

En un trabajo marcado por las secuelas y los epílogos también hay tiempo para un crossover. “Brillando” es tan deslumbrante como ver a un joven de pelo rosa “Volando Alto” mientras escucha “Canciones Para No Dormir” en discotecas granadinas. Un instante de gozo en el ojo del huracán mientras una espiral gira alrededor de los asfixiantes pensamientos de tu cabeza.

Cierra el disco la fatigante crónica de la vacua cotidianeidad que es “Gerry”. Una llamada de auxilio y atención antes de desaparecer como una imagen tras el vaho de un espejo.

Han reaparecido sin trucos de magia ni abracadabras. Han vuelto a morder la presa hasta dar con el hueso. Dicen que así suena una Nueva Sinfonía Sobre el Caos y poco más. Pero no, han traído bastante más. Entre otras cosas, han sido capaces de mostrar la meridiana diferencia entre lo clásico y lo fugaz.

Foto: Noemí Elias Bascuñana