Ciudadano Suárez

Ciudadano Suárez

Redactor

DISCO DEL ABRIL DE 2016

DRO Warner

¿RECUERDAS LA ÚLTIMA VEZ QUE SENTISTE ALGO GRANDE?

Pues vas a volver a sentirlo. Preguntan Boba y los suyos si recuerdas la última vez que escuchaste a los Smiths, a la Velvet o a los Can. Los citan como discos que les impactaron. Pues amigo mío, es muy probable que dentro de unos años se recuerde “2” como otro de los trabajos que hayan quedado en el inconsciente colectivo.

León Benavente tenía ante sí un complicadísimo reto. Un segundo disco siempre lo es para un grupo. Evolucionar sin dejar de ser uno mismo supone un viaje en el que es muy sencillo perderse. Pero no, ellos no solo no han cogido el camino menos malo, ni siquiera uno bueno, han tomado el mejor.

Su antológico disco debut había dejado el listón alto, muy alto. Y bien parece que desde entonces hayan conseguido seguir la táctica de Serguéi Bubka. Ser tan capaces de elevarlo cuando lo deseen que ellos mismos son los que eligen el momento de marcar un nuevo hito. Tanto “Todos Contra Todos”, EP que lanzaron posteriormente, como las versiones con las que experimentaron, “Cuesta Abajo” y “Bandera Blanca”, dieron fe de ello. Pero, sin duda, lo que ha terminado de dispararlos son sus arrolladores directos, en los que sus registros de estudio se elevan exponencialmente dejando sin aliento al respetable.

En los momentos límite, esos que tan bien retrata Abraham en sus letras, es en los que se diferencia a los buenos de los extraordinarios. En ese punto, con esa presión sobre sus hombros, han sabido dar un paso adelante confirmando las sospechas de que León Benavente es lo mejor que le ha pasado a la música española en los últimos años.

Tanto César Verdú como Edu Baos componen una base demoledora que, cual sacacorchos, va abriéndose paso hacia lo más profundo de tu cerebro, preparando el terreno para que las hipnóticas melodías de Luis Rodríguez en la guitarra y Boba al Farfisa, terminen de inocular un veneno que te paraliza para que no puedas hacer otra cosa que prestarles atención y, así, percatarte de que dan en la diana tanto de lo particular como de lo colectivo.

No dejan atrás ese tipo de canciones que envejecen mejor que los caldos de La Ribera. Esas en las que después de escucharlas decenas de veces puedes seguir encontrando un nuevo giro tras el que tropiezas con una nueva lectura de la misma. Dibujándose ante ti un paisaje que siempre ha estado ahí pero que ahora contemplas con nuevos ojos. Pero además suman otros cortes más directos y que entran a la primera, estando destinados a ser pelotazos que amenazan con destrozar pistas de baile, salas de conciertos y festivales.

El disco arranca sin contemplaciones con el premonitorio Venga inicial. “California” es un melocotonazo que te despeina nada más presionar el play haciéndote pasar de un estado relajado a otro de emergencia. Dejando claro que vienen con intención de darlo todo, incluso si para ello es necesario montar a una fiesta en casa del Ministro de Exterior e invitar a todo el mundo.

Mantienen la energía con el primer adelanto que mostraron hace ya semanas. “Tipo D” cumple su misión siendo, efectivamente, un Hit que hará más por la salud cardiovascular de la población que cualquier campaña de lácteos anticolesterol.

En “La Ribera” se podría decir que muestran la auténtica genética del grupo. Con un ritmo que irremediablemente se queda pegado a tu piel, en una de las múltiples lecturas que se pueden hacer de ella, son capaces de retratar con brutal audacia la realidad del poder y como afecta a la cotidianeidad de cada cual. 

Pero tras llevarte a ese punto intimista y de introspección, vuelven a dar un volantazo trayendo otro zapatazo que te zarandea para despertarte con una historia de las que ocurren en una encrucijada vital. Una triste historia que narra la extraña euforia de quien dejando todo atrás, lejos de sentir remordimientos, se siente en la “Gloria” y te lo traslada haciendo subir tus pulsaciones. El tema, trufado de frases impecables, lo rematan con una de las mejores citas del disco y en la que es difícil no verse reflejado “hoy bien podría haber cambiado mi destino y lo único que he hecho es emborracharme y ser un cretino”.

“Nuevas Tierras” permite un respiro justo a mitad del disco. En él cuentan con la colaboración de Banin Fraile (Los Planetas, Los Pilotos) a los mandos de su sintetizador modular. Pero, como en las buenas preparaciones físicas, se trata de un descanso activo porque no hay que olvidar que “el único estado natural parece ser la guerra”, presagiando la descarga final que se avecina.

Así, advirtiendo de que  esto aún no se ha terminado y que pueden aguantar, presentan “Aún No Ha Salido El Sol” que no se queda en una mera declaración de intenciones, es una canción que tiene todos los argumentos para convertirse en himno. Una interesantísima letra, quizás la mejor del disco, que viene aderezada con un riff memorable.

Y solo quizás sea la mejor del disco porque “La Vida Errando” es otro track nacido para los laureles. No le va a la zaga a la anterior, creando una atmósfera en la que vuelven a conseguir inmortalizar otra historia que narra la de toda una generación. 

Con “Celebración” todavía consiguen sumar algo diferente. Alejándose de la oscuridad presente durante tantos momentos, vienen a traer un soplo de frescura y positivismo que en directo amenaza con convertirse en un huracán que arrase a todo aquel que aún continúe en pie.

El disco se cierra con “Habitación 615”. En cierta medida recuerda al aplaudido “Ser Brigada” que cerraba el primer disco y se convirtió en bandera de León Benavente cerrando por todo lo alto sus conciertos. Con un guiño a Kozelek y al spoken word narra la presión en la que se han movido para este trabajo y, sobre todo, los agotadores quince días que pasaron en México D.F. 

Tras ella llega lo mejor y lo peor del disco. En primer lugar que dejan la puerta abierta a continuar adelante ya que terminan con “y por ahora es todo lo que os puedo contar, quizá en un par de años pueda continuar”. Pero también lo peor, que es precisamente que se acabe, porque por increíble que parezca, cuando llegues al final vas a sentir que aún no has tenido bastante. Vas a necesitar reproducirlo una y otra vez, avisado estás. 

Afortunadamente volverán a hacer kilómetros y kilómetros por la piel de toro, y seguramente también al otro lado del charco, en los que podremos sucumbir ante sus intensos shows. Nos vemos en ellos.