Ángel Muñoz

Ángel Muñoz

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Madrid, 15 de julio de 2021. Rio Babel. Estadio Wanda Metropolitano

Tras dos jornadas donde Funambulista & Marwan, La Moda o Rels B, entre otros artistas, encendían las luces del estadio Wanda Metropolitano en el ciclo de conciertos que componen Las Noches del Rio Babel; no eran otros sino los navarros Iseo & Dodosound y los catalanes de La Pegatina los encargados de poner el ska, la rumba y el reggae sobre el escenario en dos citas que, viniendo de la situación sanitaria de la que venimos, mucho nos costará olvidar.

En este tercer fin de semana, la edición especial del festival, donde se adapta el espectáculo a las exigencias de seguridad existentes, pone toda la carne en el asador con dos funciones redondas. De aclamar a cualquier grupo que consiga levantar a un público sentado y sin contacto entre sí. Pero lo que consiguieron ambas interpretaciones en consecutivos días, no tiene palabras. Ver como todos los asistentes se ponen en pie arrancando en aplausos que se alargaron durante varios minutos al final del primero, y como los de seguridad nunca se habían ganado tanto su sueldo sentando a la gente durante la completa duración del segundo; no tiene desperdicio.

Eran alrededor de las nueve de la noche cuando la navarra saltaba al escenario para comenzar su actuación en solitario, sentada sobre la tarima. Apenas faltaron un par de versos y el mismo número de sonrisas para ganarse al público al completo. La magia y el magnetismo que transmite el joven grupo empezaba a cobrar forma, para ser una realidad cuando Dodosound, junto al grupo de viento The Mousehunters aparecían bajo las luces para acompañar a la vocalista en “Frozen desert” y la más de hora y media de fiesta.

Iseo & Dodosound with The Mousehunters cautivan, amarran, seducen y embelesan. La propuesta de espectáculo que ponen sobre la mesa, girando principalmente entre el reggae y el dub es todo un acierto. No se necesitan juegos de luces grandilocuentes, ni confetis, fuegos artificiales o grandes coreografías, pues los ritmos, los versos y la magia que desprenden es más que suficiente para llenar un estadio.

Si con “Dame” la voz de la navarra se fundía al unísono con el público, con “Digital Shoots” o “My Microphone” despegaban a la gente de sus asientos para saltar y disfrutar a lo grande. El espectáculo llegaba al final en “Vampire” para dar paso a un sonoro aplauso que segundo tras segundo, pasó la barrera de los minutos. Pocas veces se merece tanto como en esta ocasión.