Georgina Castellví

Georgina Castellví

Redactor

Barcelona, 8 – 9 – 10  de julio de 2021. Parc del Fòrum

Sí, un jueves 8 de julio, arrancaba el festival más esperado de la ciudad Condal, nuestro Cruïlla. El festival más querido, más aclamado y más deseado por los barceloneses. Los nervios estaban a flor de piel, la presión se notaba, todas las miradas estaban puestas en el desarrollo de uno de los festivales más multitudinarios que se hayan celebrado desde que el Covid-19 aterrizara en nuestras vidas para quedarse y cambiar el curso de las cosas.

Primer día, todos llegábamos un poco perdidos: dónde debemos realizar el test de antígenos, cuánto habrá que esperar, tendremos problemas para entrar si llegamos tarde… Todos los asistentes debían reservar hora para realizar la prueba antes de acceder al recinto, y la hora no podía modificarse una vez seleccionada, lo que en un principio podía parecer un problema, acabó no siéndolo pues los organizadores mostraron mucha flexibilidad en este aspecto, permitiendo que las personas que llegaban tarde pudieran acceder sin problema tras haber transcurrido su cita. Sí es cierto que no se podía acceder antes de la hora seleccionada, para evitar aglomeraciones, pero ello no supuso ningún tipo de problema.

Una de las mayores sorpresas del Cruïlla fue precisamente la excelente organización, sin ningún tipo de tacha, de la que no han podido presumir otros festivales. Y es que el acceso a la zona donde se realizaban los test de antígenos era sorprendentemente rápido, sin ningún tipo de espera y respetando absolutamente todas las medidas, de manera que sólo al obtener un resultado negativo en el test se activaba la pulsera con la que los asistentes podían acceder al recinto oficial.

Foto de Víctor Parreño

Foto de Xavi Torrent

Pero hablando precisamente de ese jueves, en el que podíamos pensar que todo resultaba fluido por ser un día laborable sin demasiada aglomeración… ese jueves, lo que en un principio debía ser quizás el día más tranquilo del Cruïlla, se convirtió en un auténtico espectáculo en el que los artistas que tocaron nos hicieron vibrar a todos y cada uno de los asistentes. 

Iniciamos los conciertos con las actuaciones de Sr. Wilson & Griffi, tras un resultado positivo del artista Senyor Oca en el test de antígenos, seguido de la actuación de Rayden. Pero si algo cabe destacar es la magnífica actuación de Lágrimas de Sangre: mientras un atardecer mágico se posaba detrás del escenario, sólo se respiraba buen humor y alegría, un maravilloso ambiente amistoso y festivo en el que las sonrisas fueron protagonistas indudables, al ritmo de las canciones más cantadas y conocidas por todos.

Cuando pensábamos que no podíamos disfrutar más de la primera jornada del Cruïlla, llegaron las actuaciones de Natos y Waor, que consiguieron hacer saltar a todo el público al ritmo del mejor rap español, y fue el gran artista Kase.O quien tuvo el honor de cerrar las actuaciones del primer día, pese a la insistencia de los asistentes por conseguir una última copa y seguir con el festival. Y es que, tras muchos meses de restricciones, el Cruïlla llegaba pisando fuerte.

Tras el éxito del primer día y aún con resaca emocional por todo lo vivido, el viernes despertaba prometedor y radiante. Algunos ya sabíamos donde íbamos, otros estaban muy perdidos, pero entre el compañerismo de la gente y el buen trabajo del personal de la organización, todo seguía sobre ruedas. 

Un día más, se respiraba emoción, ganas, y sobre todo muchísima alegría entre los asistentes. La actuación de Carolina Durante fue sin duda una de las más destacables de todo el festival, y es que resulta indescriptible la energía que transmitieron a todos los presentes siendo tan sólo las 20.00h de la tarde. Saltamos, gritamos, nos emocionamos son su proximidad, su pasión y su fuerza, pero sobre todo disfrutamos como niños, y es que su enérgica actuación no dejó indiferente a nadie, pese a la intervención final de un “fan” que tuvo que ser expulsado del escenario por perseguir unos segundos de protagonismo, lo que molestó al público en una última canción muy esperada: la mítica “Cayetano”.

La actuación de Amaral, por su parte, en un momento en el que muchas personas habíamos acudido a la zona donde se hallaban los food trucks para reponer energías, nos dejó con las ganas. Y nos dejó con las ganas porque en cuestión de poco tiempo habían sonado las esperadas: “Marta, Guille, Sebas y los demás” y otras canciones que nos moríamos de ganas de cantar, así que muchos nos encontramos de repente cantando a pleno pulmón mientras esperábamos un wok o un plato de nachos con queso, lamentando haber pensado que las canciones en cuestión sonarían al final. Aún así, su actuación fue impecable y no decepcionaron al público, demostrando una vez más su larga trayectoria y calidad musical.

Foto de Víctor Parreño

Foto de Xavi Torrent

Llegados a este punto, y habiendo mencionado las famosas food trucks, que a muchos nos salvaron la vida ante el desgaste del festival pero que conllevaron muchos ratos de espera, cabe mencionar uno de los puntos más positivos del festival y del que nunca nadie habla: los baños. Y es que en el Cruïlla, para la sorpresa de todos los que tenemos experiencia en festivales y conciertos varios, los baños estaban impecables. Limpios, desinfectados, con papel en todo momento, y en general unas condiciones que no son habituales y que se agradecen enormemente, con lo que un hurra para la organización.

Sin embargo, y como no todo en esta vida puede ser positivo, el Cruïlla también tuvo un gran inconveniente para muchos: los hurtos masivos. Sobre todo en los conciertos de Amaral, Twoo Door Cinema Club y Manel, fueron incontables los teléfonos móviles que desaparecieron. Y pese a la buena organización del festival, los esfuerzos por encontrar a los responsables y los teléfonos que finalmente pudieron recuperarse, fuimos muchos los que no pudimos disfrutar de algunos de los conciertos porque alguien nos había quitado el teléfono, la cartera o ambos. 

Otro de los puntos negativos del festival fue la mala calidad del sonido durante la actuación de La casa azul. Concierto que para los más fanáticos del grupo valió la pena, a juzgar por la energía que se respiraba por todas partes, pero que para los demás fue una decepción por la calidad nefasta del sonido, sin poder escuchar con claridad en todo el concierto. Realmente una pena, pues la puesta en escena, decorado y videos que aparecían de fondo eran absolutamente magníficos. Ello no nos impidió darlo todo cuando sonó “La revolución sexual” y “Podría ser peor”, las canciones más aclamadas del grupo sin lugar a dudas.

También vibramos juntos con las actuaciones de Twoo Door Cinema Club, que nos regalaron las canciones que esperábamos cantar, y nos emocionamos con Sopa de Cabra y Manel. ¿Qué decir de Manel? Fue una de sus mejores puestas en escena, actuación impecable y esperada por sus fans, que pudimos cantar todas y cada una de las canciones que siempre deseamos escuchar y que, algunas veces, y debido al amplio repertorio del grupo, no podemos disfrutar. Si algo destacaría, sin lugar a dudas, fue la canción “Al mar” y el maravilloso remix que nos regalaron, con el que el público enloqueció. Sin duda una manera increíble de revivir una canción muy conocida y escuchada por todos, convirtiéndola de nuevo en un hit.

Al terminar, algunos visitamos la zona de objetos perdidos deseando encontrar nuestras pertenencias con más o menos suerte, mientras otros seguían en la barra pidiendo esa copa de más. Y es que en el Cruïlla no se pagaba con dinero, se pagaba con la pulsera, y podías activar la opción de recarga automática, de manera que no había quien te alejara de la barra, lo que es un peligro a la vez que una maravilla, pues en ningún momento tuvimos que preocuparnos por disponer de cash ni de tarjetas. Otro hurra para la organización.

Foto de Víctor Parreño

Foto de Xavi Torrent

Pero no podemos cerrar el viernes sin hablar de la actuación de ZOO. Y es que no hay palabras para expresar el ambiente que consiguió crear este grupo valenciano, siendo ya las 2:30h de la madrugada y tras mucho cansancio acumulado entre los asistentes. Como si nada, en cuestión de unos minutos, todo el mundo estaba cantando, bailando y pasando uno de los mejores momentos de la noche. Las canciones de crítica social, los ritmos que incitan al baile y la energía transmitida por el grupo, hicieron del final de la noche un recuerdo increíble, y es que fuimos muchos los que, pese al cansancio y el dolor de pies, nos dejamos llevar por la energía demoledora de ZOO, que nos hizo movernos como nunca.

Y así es como llegamos al último día del festival, uno de los días más esperados para todos y en el que más aglomeraciones se esperaban. Tercera prueba de antígenos y… voialà!, empezaba con fuerza el último día del Cruïlla. 

Actuaciones muy esperadas por todos, se notaba con creces que era el día más concurrido, pero ni siquiera así hubo colas ni aglomeraciones, gracias a la buena organización una vez más.

Siendo el último día, y tras la impecable actuación de los asistentes el viernes, el sábado era más habitual observar a algunas personas sin mascarilla, sobre todo en las zonas donde estaba permitido beber y fumar. Algo que me llamó la atención y que aplaudo de la organización es precisamente que, en la zona más cercana al escenario y cercada con vallas, no estaba permitido beber, fumar, ni bajarse la mascarilla. Ello ofrecía dos panoramas muy distintos: el del cumplimiento estricto de medidas y, tras las vallas, el de medidas flexibles y posibles riesgos de contagio. Y es importante mencionar este hecho porque, pese a los incontables esfuerzos del personal allí presente para recordar el uso de la mascarilla, repartir FFFP2 sin parar y comunicar las normas con la mejor actitud posible, hubo muchas personas que, tras la excusa de la copa en la mano y el cigarrillo entre los labios, eludieron el civismo. Con esto, más allá de responsabilizar a la organización, que hizo todo cuanto pudo, quizás debemos plantearnos si como sociedad estamos preparados para recuperar un festival de tal magnitud antes de lograr unos porcentajes de vacunación y estabilidad más elevados.

Pero a pesar de todo, el sábado y último día no fue para menos. Siendo tan sólo las 17.30h de la tarde, pudimos disfrutar de la actuación de Muerdo, y no fue para menos la actuación de Iseo & Dodosound. De hecho, la mágica voz de la navarra y su magnética puesta en escena nos dejó a todos cautivados, tanto a sus seguidores habituales como a aquellos que descubrían por primera vez sus buenas vibraciones, haciendo del ambiente una auténtica fiesta del reggae y del buen humor con la habitual humildad y simpatía que caracteriza al grupo.

Y llegaba el turno de Leiva, uno de los conciertos más esperados por todos los presentes. Se podía ver como todo el mundo se daba prisa, nadie quería perderse ni una sola canción, y la verdad es que no decepcionó. Multitud de personas cantando al unísono todas las canciones, muchos sentimientos y recuerdos al volver a escuchar alguna que otra canción de Pereza, las emociones a flor de piel por ver cantar a Leiva en todo su esplendor y, sin lugar a duda, se puede afirmar con total seguridad que valió la pena.

Pero muy a mi pesar no puedo decir lo mismo de la actuación de Izal. Siendo un grupo aclamado por todos los asistentes, que deseaban escuchar todas y cada una de las canciones para cantar las a pleno pulmón, la puesta en escena no fue la mejor. Y es que, en un concierto como este, en el festival Cruïlla, la performance no era lo que los asistentes esperaban, como así sucede en los demás conciertos del grupo. Lo cierto es que entre los asistentes se querían escuchar las canciones más aclamadas, pero nos encontramos con un concierto de Izal que nada se había adaptado al formato del Cruïlla, malgastando parte del tiempo en presentaciones, colaboraciones virtuales y puestas en escena galácticas. A pesar de ello, es evidente que las canciones que pudimos cantar las disfrutamos de la manera más intensa posible, pues se trata de uno de los grupos con más repercusión del festival.

En resumen, hablando en términos generales hemos podido disfrutar de un festival increíble, en el que por todas partes se respiraban ganas, entusiasmo y alegría, emociones muy presentes tras un largo período de restricciones severas, en el que todos los asistentes coincidimos en lo mismo: ha sido increíble poder volver a juntarnos, a cantar, a disfrutar de conciertos sin estar sentados, con las medidas adecuadas, pero sintiendo que podemos volver a vivir el calor de la gente que nos rodea, a emocionarnos juntos, a compartir momentos que quedarán para siempre en nuestras memorias.

Y eso es lo que nos ha dado el Cruïlla en este 2021, y lo que le agradecemos con todo nuestro corazón. Por la música, por la cultura segura y por seguir compartiendo momentos eternos.