Sí, este mes hemos elegido Déjate ver a pesar de ser el momento de La Mesías, pero no hemos perdido el gusto. Es una pena que la obra magna de los Javis haya eclipsado a nuestra serie del mes y es que solo el hecho de que este mes tengamos que elegir entre una u otra nos hace una idea del gran momento que atraviesa el audiovisual español.
Anastasia está desapareciendo en vida, volviéndose invisible, el hecho de pensar en que pueda pasarnos algo así puede sonar a auténtica pesadilla, pero no es ese el tono de la historia, todo lo contrario. A partir de que nuestra protagonista descubra lo que le ocurre comienza su particular viaje por la madriguera del conejo. La premisa es original tanto en origen como en ejecución.
Borja Peinado
Redactor
Ese viaje también lo vamos a hacer nosotros, pero hacia el universo de Álvaro Carmona. Muchos conocemos a este señor desde sus tiempos de Stand Up (en lo que era buenísimo) o por sus actuaciones cómico-musicales en Buenafuente. Esos inicios podían dar una muestra de su genialidad, pero no del singular escritor y director en el que se ha convertido. Dentro de este universo tenemos sus cortos, que ya apuntaban mucho, su primera serie Gente Hablando, su música, su arte conceptual…este tío da bastante rabia, la verdad, y en Déjate ver ha dado rienda suelta a todo ese talento y lo ha pasado por su filtro para crear algo único y con mucha, mucha belleza artística.
Volvamos a Anastasia, o Ana. Su trabajo es ser la parte visible y casi pensante de Bassil, uno de los artistas conceptuales más importantes del mundo. Ana decide dejar su trabajo para intentar “ser vista” y curar su condición médica, ese problemilla de estar desapareciendo. Ana nos muestra la realidad paralela a la nuestra en la que vive y por momentos parece que las descubre al mismo tiempo que nosotros. La realidad no llega a ser una distopía, tan solo una versión de nuestro universo ligeramente alterado en forma de sátira. Todas las bizarradas en plan Black Mirror que resultan chocantes en la sociedad de Déjate ver no están más cerca de nuestro momento de lo que parece.
El ansia de fama y likes, lo irreal e impersonal del mundo de las redes sociales, lo tremendamente surrealista que es nuestro entorno y ni nos damos cuenta o hasta el menosprecio al talento de una mujer; todo eso está presente en la serie y Álvaro Carmona se vale del mundo del arte moderno para acercárnoslo, pero todo es también perfectamente extrapolable a nuestro día a día. No hace falta ahondar mucho para darnos cuenta, solo mirar a nuestro alrededor.
No sé si Carmona estará de acuerdo conmigo, pero mi percepción es que la serie bebe de nuestro añorado Cuerda en muchos momentos, tanto en lo cómico como en la sensibilidad que algunas secuencias destilan. A pesar de la agudeza de su humor, no solo eso destaca en Déjate ver. Cada capítulo está sumamente cuidado tanto en escritura como en estética, como si de pequeñas obras que exponer en un museo se trataran.
Pero toda esta genialidad no funcionaría sin Macarena Sanz, Ana. No hemos podido verla en mucho aparte de sus papeles en Las Furias o en Selfie, pero ojalá empecemos a verla mucho. Macarena llena a Ana de matices, de muchos bordes y aristas y de luz. Como ya hemos dicho, nos lleva de la mano en ese descubrimiento de sí misma y de lo que le rodea y nos deja ser protagonistas de la serie. Joan Amargós es su hermano, un presentador obsesionado con la fama, e Irene Minovas una metadietista, cuyo significado es mejor descubrirlo en la serie. También aparecen cameos de caras conocidas como Miki Esparbé o el siempre maravilloso Ramón Barea. A un servidor le hizo especial ilusión ver a Ignasi Taltavull y a Tomás Fuentes de La Ruina, eso sí, uno más reconocible que el otro.
Los 8 capítulos de Déjate ver ya están disponibles en Atresplayer. Con ella podemos sumar otro gran acierto de la plataforma a su pequeña colección de joyas como La Ruta, Cardo o Las Noches de Tefía y ojalá que sigan apostando por este tipo de ficciones. Si no es ahí, nos da igual donde sea, pero esperamos que Ávaro Carmona encuentre cómo seguir haciéndose cada vez más visible.