Olivenza, 26 de agosto de 2023. Baluarte de San Blas

Y el sábado el tiempo cambia y el fresquito se apodera del recinto en el Baluarte de San Blas. Cuando llegamos al recinto ya estaba Alberto Rodway dando lecciones de pop fresco, el que lleva haciendo infinidad de años, ahora con sus Detergente Líquido. La banda gaditana llenó de luz las primeras horas de la tarde del sábado, encandilando con esos ritmos y esas letras al público, que ya se hacía notar, muchos de ellos con unas “extrañas equis de peligro en sus camisetas”. Antes de la descarga planetaria le llegaría el turno a La Bien Querida. Muy arropada por su banda y con el gran Cabezalí entre bambalinas, llegó Ana para dar un concierto de muchas cosas a la vez. Con el pop mas indie y puro que podemos encontrar de fondo, la música de La Bien Querida tiene tantas ramificaciones como temas en el setlist, y eso la hace más interesante aún. Hay romancero tradicional, popular, electrónica y tonos de jazz y blues y todo en un corto espacio de tiempo, el que te ofrece un festival veraniego. 

Fran González

Fran González

Redactor

Fernando Tello

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No hay descanso en un evento así, solo el tiempo de cambio de escenario, que este año ha sido rapidísimo. Legión de gente cambiando y colocando instrumentos, cables, pedales y micros con planificación medida y el check de luz y sonido a velocidad de vértigo. Así que, sin pausa salieron los León Benavente a escena. O mejor dicho, el terremoto de Boba, Verdú, Baos y Rodríguez. Brutal el bolo que se marcaron, con una intensidad sobrenatural. A algunos de los que no estaban preparados entre el público les pasaron por encima, y cuando querían pedir más ya se habían ido del escenario, sin tiempo para reaccionar. Puesta en escena sencilla pero con un gusto inmejorable. Y una forma de animar a la peña que se contagia. Se les ve disfrutar en el escenario, tocando encantados de lo que hacen y eso se transmite al otro lado de las vallas y hace que la inmensa mayoría del público se queda con ganas de más.

Y después del torbellino llegó la calma. Llegaba el plato fuerte del festival. Los Planetas volvían al Contempopranea con la incógnita de siempre. ¿Será el concierto de nuestras vidas?, porque esto en los de Granada se mide así. Tienen tantos hits, tantos discos, tanta carrera, que el que escojan un setlist u otro hace que el concierto te parezca una verdadera maravilla o un peñazo de los de aupa. Dieron de sí lo que yo, personalmente, esperaba. Solo con el comienzo de Segundo Premio casi ya merecía la pena estar allí, aunque después se aflojara mucho el sentimiento y el concierto se hiciera largo por la falta de movimiento, pero da igual. Eric siempre está allí para sostener con su batería lo que Florent y Banin hacen a veces indescifrable. En algunos momentos me llegaban a la memoria a esos Pixies de Black Francis y Kim Deal cada uno a su puta bola, tocando para ellos, encantados de conocerse, pero siempre está Eric para sostener el tempo y darle fuerza a lo que se desmorona. Los Planetas son más que una banda de culto, y siempre son bien. Si tocan hay que ir a verlos, porque no sabes cuándo puede ser el día.

Con el frío apoderándose de nuestros huesos no dejamos a Apartamentos Acapulco demostrar lo que valen, así que les debemos una. O más bien esperamos cruzarnos en un concierto de sala o en el próximo festival con menos frío o mejor horario.

Y así se terminaba la vuelta al Contempopranea veinte años después. Un clásico al que esperamos que le queden muchos años en la élite. Y sobre todo, que nunca pierda esa esencia que siempre ha tenido. Y creemos que ha encontrado un recambio muy bueno a la añorada Alburquerque. Olivenza es un sitio inmejorable y, si las autoridades no lo estropean, porque siempre suelen ser ellos, el futuro está asegurado con la nueva generación que decidirá los pasos del festival y con una localización que no puede ser mejor. Nos vemos en Olivenza en 2024.