Si no habéis escuchado Loser últimamente, volved a la bomba H con la que Beck levantó la mano casualmente para saludar al mundo en 1994: guitarra acústica de acento sureño, caja de ritmos, melodía de sitar, una pizca de scratching y rap en inglés con el estribillo “soy un perdedor” en un castellano ininteligible. Podía decir misa, pero Beck había venido a ganar: se vería, un par de años después, con Odelay, crossover de pop, rap y country, bien de samples, de pastiches y de sentido del humor; tenía el peinado del diablo, dos tocadiscos y un micrófono y, en definitiva, lo tenía todo.

Después exploraría el tropicalismo brasileño en Mutations, el funk y el R&B sensuales en Midnite Vultures y fue sacando discos cada dos años hasta que se plantó, pero solo un poco. Regresó en 2014 con Morning Phase, se llevó el Grammy al mejor disco de música alternativa (¿a qué?) con Colors y en 2019 se juntó con Pharrell para saltar al Hyperspace de su nuevo álbum, donde mira de reojo a los ochenta y a Japón desde el Toyota Celica de la portada. Cada reto, cada apuesta, ha dejado la misma enseñanza: Beck siempre gana… y nosotros también.

Pocos días después de los dos conciertos que ofrecerá dentro de la programación Primavera Sound Barcelona-Sant Adrià 2022 (3 de junio en el Parc del Fòrum y 5 de junio en Razzmatazz), el icono californiano actuará en La Riviera el 8 de junio en la que será su vuelta a Madrid ocho años después. 

MIÉRCOLES 8 DE JUNIO – MADRID (LA RIVIERA)

Las entradas ya están a la venta en DICE a un precio de 40 € más gastos de distribución.