Aranda de Duero, 11 y 12 de agosto de 2018.

Pronto tuvimos que amanecer el sábado, con el cansancio ya acumulado. Después de un desayuno regenerador, nos encaminamos hacia la plaza de la Sal, donde en el Escenario Heineken comienzan su concierto Los Estanques. Los de Santander, afincados desde hace un tiempo en Madrid, han sido una de las bandas más prolíficas del año pasado, donde editaron dos discos completos. Sonidos muy cercanos a bandas como Lori Meyers y un buen gusto para construir temas entre el pop y la psicodelia fina, hacen de Los Estanques un valor a apuntar para el futuro más inmediato.

Fran González

Fran González

Redactor

Fernando Tello

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De allí, no nos movemos, mientras en la Plaza del Trigo despliega su arte Germán Salto y los suyos, con sus melodías embaucadoras y dos discazos en su haber, que bien podrían haber firmado grandes estrellas del pop británico. Sonidos beatlenianos para comenzar una plaza del Trigo que iba cogiendo color en previsión de lo que venía. Pero antes seguimos en la Plaza Verde para ver a Dead Bronco. Su propuesta enérgica con la música tradicional Americana de fondo es de lo más embaucadora y hace que tiemblen los cimientos de la plaza. Están presentando su último trabajo, “Driven By Frustation” (Gran Sol, 2018).

El gran momento de la mañana de un sábado, repleto ya de gente, casi desde el primer minuto, en las calles de Aranda, estaba por llegar. Carolina Durante salta a las tablas de la plaza más famosa. Los “Cayetanos” despliegan toda sus armas. Sonó “El Himno Titular”, “Niña de Hielo” y por supuesto “Cayetano”, la única que se sabia toda la plaza. Uno de los momentos más concurridos de esta edición del Sonorama. Y la sorpresa estaba cantada. Los rumores se volvieron ciertos, Lori Meyers de vinieron desde Granada para celebrar en la Plaza del Trigo los 20 años de una de las bandas que más ha dado y ha recibido del movimiento indie en nuestro país. Repaso a sus temas de hoy y de siempre y la revolución en la plaza, que se venía abajo.

Una vez en el recinto llegamos para los primeros acordes de la banda de Gonçal Planas. Mi Capitán es una bandada con trocitos de Egon Soda, Love of Lesbian y los extintos Standstill. Vuelven con su nuevo trabajo “Un Tiro Por La Salud Del Imperio” (Warner Music, 2018) donde demuestran una sección rítmica inmejorable y una voz, la de Gonçal, mucho más madura y evolucionada. Las siete de la tarde es una hora inmejorable para disfrutar de la banda y ellos se muestran encantados y además cumpliendo el horario. Gonçal lo explica claramente, si incumples el horario fastidias a mucha gente, la mayoría de ellos, colegas tuyos y de profesión, por eso hay que cumplir los tiempos estipulados en los festivales. A “El Cigala” le dará igual, pero ahí queda.

“Salto Horizontal” (Warner Music, 2017) es el nuevo disco de Maga. Hacía 6 años que no publicaban nada y han vuelto con mucha más fuerza, después de ese largo parón. Con mucha más vitalidad están los sevillanos. Con un sonido más compacto, mucho más redondo, lleno de luminosidad. Miguel Rivera se muestra brillante en las voces y la banda ha conseguido volver a esas partes que nos enamoraron de sus inicios. Y los Punsetes entraron en el tercer escenario con Ariadna inmóvil, como siempre, con su modelo, esta vez, a lo Mariquita Pérez, o eso creemos. Los temas y las letras son sublimes y Los Punsetes crecen día a día encima del escenario.

Xoel López llega de nuevo al Sonorama. El año pasado a contarnos, por si no los habíamos oído, sus grandes éxitos de ahora y de antes. A mi me faltaron más temas de su etapa de Deluxe.  Y a él, también. Así que de regalo nos trajo “El Amor Valiente” interpretada por todos sus músicos. Cantaron Charlie Bautista e Iván “Chapo”, y lo hicieron tanto Alice Wonder como su mujer, Lola. No podía ser más bonito ese final de concierto. En realidad volvió a contarnos “Sueños y Pan” (Esmerarte, 2017), su tercer disco como Xoel López. Un disco que continúa esa senda de cantautor y de mezcla de múltiples registros, que en el escenario encandila a todos. Porque Xoel nunca defrauda en directo. 

Y mientras la mayoría se preparaban para que Izal volviera a hacer un concierto de altibajos, cantando sus temas de siempre y pareciendo que repiten una y otra vez, nosotros nos dirigimos a ver a Josele Santiago al escenario “Burgos, Origen y Destino”. El líder de Los Enemigos está exprimiendo “Transilvania” (Altafonte, 2017). Dio lecciones de Rock para repartir a muchos de los que estaban fuera y dentro del backstage. La guitarra de Amable se muestra suprema al lado de la de Josele, para conseguir altas dosis de poder controlado.

Para que vamos a volver al escenario principal si lo que nos están dando en el C es de lo mejor. Texxcoco desde Canarias tienen lo primero que hay que tener cuando quieres ser una banda de verdad, actitud. Combinado con un sonido potente y lleno de carisma hacen que el concierto se haga corto. Presentan su primer largo, “Disorder” (Subterfuge, 2018), un cañón, lleno de punk, de garaje y de noise. Eso es lo que saben hacer y es lo que el público buscó y se encontró.

Dorian facturó un concierto bastante bueno, incluso para los que no somos grandes seguidores, como es mi caso. Una escenografía bastante cuidada, y todos los movimientos de Marc medidos, hacen que los de Barcelona completasen un bolo para quitarse con creces la espina de los problemas del año pasado. Además fue un hitazo detrás de otro, por lo que la gente estaba contenta y el fin de la noche para muchos de la manera más agradable.

Porque muchos se fueron y se perdieron el gran concierto de la noche e incluso puedo decir que del festival. Dejáme de Izales, Sidecares o Dorianes y dame mucho más bandas como Vintage Trouble. Desde Los Ángeles vinieron para hacer bailar y saltar a todo el Sonorama con su blues más cañero y el Rock n’ Roll más puro que se ha visto en todo el festival. Y lo consiguieron, por lo menos con los que allí quedábamos. Ty Taylor es un portento de la naturaleza y con sus movimientos, saltos, y sus idas y venidas desde el escenario al público hizo las delicias de la gente, que se mostraba contento y esperando la siguiente acción de Ty. Y encima la música acompaña. La banda es gigante y se muestra muy compacta. Los temas suenan redondos y bien construidos y los medios tiempos y más lentas son deliciosos para descansar de tanta vorágine. Y al final se lió, como suele ser. Taylor saltó hacia el asfalto, seguido de su pipa a alta velocidad. Llegó a la mesa de sonido, subió, cantó con su micro inalámbrico. Volvió a bajar y se esperó al final del tema para lanzarse con confianza hacia el público, que lo llevó en volandas hacia el escenario. Un final mágico para terminar en el escenario principal.

Los pies ya estaban muy doloridos, pero a pesar de eso, en la mañana del domingo nos encaminamos a ver a Poolshake en la Plaza de la Sal. El pequeño escenario verde se llenaba de psicodelia de la mano de estos jovencísimos murcianos. Teclados multicolor y guitarras cristalinas en una banda que le queda mucho por recorrer y avanzar pero que demostraron que ya tienen esa base para poder hacer algo más en el mundo de la música. En la Plaza del Trigo comenzaba el señor Vielba a deleitar a sus seguidores con su experimento de I+D. El Meister nace como escapada a sus proyectos principales, Arizona Baby y Corizonas, aunque se está convirtiendo en una actividad principal para el pucelano. Dejamos el Trigo para ver la sutileza de Ricardo Lezón. Un auténtico lujo el poder ver al músico vasco en un escenario soleado e inundado de toda su magia.

El plato fuerte de la mañana eran Cala Vento. Vienen a presentar su segundo trabajo y enseñarnos como se puede tener éxito siendo dos encima del escenario. Lo importante es el sentimiento y el gusto por unas melodías estructuradas y unas letras concisas y verdaderas. Cala Vento es presente y vienen a quedarse. Adrelanina pura, sin aditivos, en un escenario como el mañananero del Sonorama que les viene como un guante. Un bolazo de proporciones considerables para una banda humilde que suena en el escenario como si fueran cinco. Muy, pero que muy recomendable el seguir a estos chicos. Y la sorpresa. La última de la edición de este año. La plaza del Trigo se volvía loca con la aparición de Varry Brava. Hicieron saltar a todos y cada uno de los que allí estaban. Se desató la locura y fue el broche final a una Plaza del Trigo en la que el año que viene deben tomar más medidas para que se disfrute de todo lo que puede dar. Quizás más sonido, más pantalla, más cobertura adyacente. Esta plaza tiene un encanto sobrenatural y no puede desaparecer nunca. El Sonorama tiene capacidad para reinventarse, estamos tranquilos.

Para terminar, la tarde viene con la nostalgia de lo ya vivido en un recinto que ya esta en pleno desmontaje. Todavía queda el Desperados del camping que en la noche del domingo nos trajo a los mejicanos Carmen Costa, al gallego Villanueva y a Anaut haciendo vibrar a los poquitos que nos paseamos por la zona. Por la noche, la sorpresa de Julieta 21 y los conciertos de Embusteros y los Sexy Zebras, que fueron los triunfadores cerrando el festival con un llenazo. Del resto, mejor no hablar.

Creo que hemos vivido un festival muy grande. El Sonorama crece, de forma controlada. A todos nos gustaría que fuera el pequeño festival de antes, pero seguramente si así fuera no podríamos ver a Liam Gallagher y a tantos otros encima del escenario. El año que viene el salto puede ser mortal y todos estaremos pendientes y mirando. Seguro que supera la prueba de ese esperado nuevo recinto con nota. Enhorabuena a todos los que están detrás por hacernos tan felices. Seguro que se puede mejorar. Eso se consigue con gente que ama la música y de eso van sobrados. Comienza la vida, después de cinco días de SONORAMA.