Toledo, 27 de diciembre de 2023. Círculo de Arte

JUAN PERRO EL VIAJERO INFINITO

Al entrar a la sala del Círculo de Arte de Toledo, en una noche gélida, 27 de diciembre de 2023, con mínimos de temperatura y niebla londinense, nos recibe la proyección de un firmamento. El firmamento sonoro de Juan Perro, alter ego de Santiago Auserón, ese perro viejo, rondando los setenta tacos, que ha callejeado mucho por la música y por las músicas. ¿Nos espera un concierto de “vieja gloria” que repite sus coplas hasta la saciedad? Pues no, presenta su último disco: Libertad. Mal plan para los nostálgicos que eran el público mayoritario.

Juan Carlos Villacampa

Juan Carlos Villacampa

Redactor

Fernando Tello

Fernando Tello

Redactor & Photo

Habría que irse a los orígenes del invento patrio de la movida madrileña para ubicarle con su banda Radio Futura por los mitificados y mentirosos años ochenta. Con los Radio Futura transitó desde el pop más ochentero del “Divina estás preparada para el baile” a la mística de los sonidos importados de otras latitudes, en Radio Futura había mucha experimentación y muchos sonidos prestados. Pero la banda se le hizo bola de tanto cantar la “Escuela de calor” y Santiago Auserón, en los noventa, se transmutó en Juan Perro. Uno adopta otro nombre cuando se convierte en personaje y Juan Perro lo es.

Con la piel perruna se zambulló en aguas del caribe y se empapó del son cubano, buceó y sacó la cabeza, adentrándose, contra corriente, por las someras aguas del Misisipi, con vientos de blues. El jazz en todas sus caras ha sido la cuna en la que se ha mecido en los últimos años.

Hay dos tipos de artistas, los que repiten una y otra vez el mismo mensaje y la misma estética y los que hacen del cambio de representación y de estilo su forma de expresión. En pintura los primeros siempre han sido más fáciles de identificar y han tenido más acogida, cuando uno compra un Miró quiere que se vea que es un Miró, pero otros, como Picasso, han evolucionado y transitado por diferentes maneras y etapas hasta que Picasso se copia, intentado ser Picasso, pero esa es otra historia y cosas del mercado.

Juan Perro ha evolucionado, se ha transformado, ha viajado. También ha robado, en el arte es lícito si quitas a muchos, toda influencia del folclore que le viniese bien a la base after punk de la que partía. Ha tomado, bebido y emborrachado de aquí y de allá. A los ritmos caribeños se le suman las guitarras del blues y del rocanrol, y los clarinetes de las mil y una noches o el canto mozárabe. Todo ello cocido a fuego lento, que no está el mundo para prisas, y modulado por la voz del juglar de Juan Perro. Las canciones sin sustrato folclórico y sin raíces no son nada.

La puesta en escena, sobre el firmamento del ábside mudéjar del Círculo, es sobria, cuatro músicos vestidos de negro, batería, guitarra, bajo y vientos (saxo y clarinete) arropan la figura de Santiago Auserón luciendo pajarita como un dandi de Baudelaire. Con fondos verdes cuando nombra la absenta o los rayos x y rojos cuando habla de pasión y fuego y el saxo es protagonista. Dos horas de concierto donde caen, como lentas hojas otoñales, los temas de su último disco y alguna coplilla anterior hasta rematar con las tonadas de Radio Futura para contentar a los nostálgicos. Como artista generoso permitió el lucimiento largo de sus músicos para deleite de la concurrencia. Maravilloso el solo de clarinete de Gabriel Amargant, el lucimiento del bajo de Isaac Coll o los punteos de Vicenç Solsona. Todo es posible en el concierto porque Juan Perro es un artista espléndido que ofrece más de lo esperas de una vieja gloria, rayando los setenta años, que te ofrece su firmamento musical. ¿Qué más puedes pedir a quien te ofrece su cielo?