Había muchas ganas en la capital de poder disfrutar del directo de Reme, grupo a caballo entre Londres y Madrid que, entre Covids y Brexits, no habían podido debutar como merecían. Venían a presentar su primer disco homónimo, un trabajo que parece mentira que sea un debut. Gracias a la buena gente de Lume, hemos podido disfrutar de su versión física en vinilo, con un arte cuidadísimo y precioso.

Por motivos técnicos, tanto The Flamingos Bite como Wide Valley, invitados especiales a la fiesta,  tuvieron que dar sus bolos a toda prisa, aunque no por ello sus labores de calentar el ambiente fueron menos efectivas.

Borja Peinado

Borja Peinado

Redactor

Casi sin tiempo para ir a la barra a por bebida tras el final de Wide Valley, los Reme aparecen en el escenario de la sala Sol y hay una sensación de que algo especial está a punto de comenzar.

Empieza a sonar By Magic y, como bien dice el título de la canción, aparecemos por arte de magia en Reino Unido. Le siguen los pianos altos de David Livingstone y la psicodelia de The Joys y Saint Marvellous nos guían en este paseo sensorial por Carnaby Street; la elegancia está tan presente que casi se puede tocar.

Cuando Dani(guitarra, voz y teclados) hace un parón para saludar, se hace rarísimo que lo haga en perfecto español y es que el grupo se llama así en honor al nombre de su madre.

El viaje continúa con un tempo más lento, el de Gaga y Alvy in Annie Hall, donde Dani saca su lado más crooner y el grupo recuerda a la versión Tranquility Base de los Arctic Monkeys.

Es el turno para que se suba al escenario un invitado muy especial, Víctor Cabezuelo, uno de los productores junto a Manuel Cabezalí  del primer trabajo de Reme. Víctor se pone a uno de los teclados y el Mackerel Sky cae sobre nosotros.

Ya solo quedan dos canciones del disco por tocar, así que Reme nos deleitan con una versión de Elvis de The wonder of you y otro tema propio inédito.

Apenas hay tiempo ni para hacer la pantomima de abandonar el escenario antes de los bises, así que el que fuera el primer single del álbum, Royal Cape, aparece y hace bailar y cantar a una abarrotada sala Sol. El bolo está a punto de acabar, pero la Union Flag no deja de abrazarnos con una versión maravillosa de Nineteen Hundred and Eighty Five de Wings, que finaliza que con un “gracias” a la existencia de Paul Macartney. El Until I Land final(mi tema favorito del disco) vuelve a llenar la sala de psicodelia Brit que nos hace tambalearnos y sonreír como bobos.

El viaje se ha hecho corto y la verdad es que del entusiasmo final pasamos un poco a cierta melancolía al pensar que Reme vuelve a las islas y nos quedamos sin ellos. Esperemos que regresen pronto y, por qué no, puedan dejarse caer en algún festival veraniego.