SERIE DEL MES DE DICIEMBRE DE 2018
Click, foto, filtro y a una story de instagram. Todo es felicidad, todo es diversión, la vida es maravillosa. Todo es mentira, todos mentimos. Es obvio, y casi nunca hablamos de ello, no interesa hablar de lo tristes que estamos, eso no da likes, no vaya a pensar nadie que en realidad estamos en la mierda. No es que se me haya ido la olla y esté pensando en autolesionarme, hablo de esto porque el protagonista de nuestra serie del mes, Patriot, es tremendamente infeliz y vive constantemente con ese fantasma silencioso, llamado depresión, sobre él.
Borja Peinado
Redactor
Que no cunda el pánico, una ficción puede girar en torno a la más agonizante infelicidad y aún así resultar desternillante y muy sorprendente. Tenemos el ejemplo de la serie de animación BoJack Horseman, que ya cuenta con 5 temporadas, o la bizarra serie del universo Marvel Legion.
En esta ocasión, nuestro patriota es un espía clásico de toda la vida, su nombre es John Lakeman, imposible ser más clásico y más americano, pero John tiene un grave problema. El problema de John es que, como a menudo se señala en la historia, es un hombre triste, está hundido en una profunda depresión, no soporta continuar con su trabajo, solo quiere fumar hierba, cantar folk y pasar tiempo con su amada. ¿A que ya no parece un espía tan clásico? ¿Y qué pasa cuando no somos felices en el trabajo? Pues que, obviamente, las cosas salen mal, lo chungo es que las cosas salgan mal cuando tu trabajo es matar diplomáticos o influir en elecciones de países lejanos.
Amazon ha estrenado la segunda temporada de Patriot en noviembre y continúa justo donde nos deja la primera, que transcurría a caballo entre USA y Luxemburgo. Ahora la acción se desarrolla enteramente en París, ciudad a la que la historia llega tras una secuencia de cagadas. El cambio de escenarios crea una serie de contrastes entre los personajes que contribuyen a toda la sensación de caos y descontrol que envuelve esta temporada. No contaremos más detalles sobre cómo se llega aquí porque sería spoilear a base de bien.
El actor australiano Michael Dorman interpreta a John, y no puede estar mejor. Es tal la tristeza que desprende, que su personaje parece estar muerto en vida, casi hasta llegar a enmascarar su atractivo físico bajo ese halo depresivo. A medida que avanza la serie, la historia se va haciendo más coral; su hermano, su esposa, su compañero de trabajo que utiliza como tapadera en la misión… La lista es larga. En toda esta amalgama vamos a destacar dos personajes. Uno es su padre, con un gran peso emocional y profesional sobre John, interpretado por Terry O´Quinn, sí, Locke de Lost, siempre nos producirá nostalgia verle en pantalla. La otra sería su nada usual némesis, la detective Agathe Albans, que interpreta Aliette Opheim, una policía brillante que nos recordará a la detective Saga de Bron. Además, esta segunda temporada nos regalará la sorpresa de Debra Winger.
Como buena serie de espías, no faltan en Patriot ni violencia ni acción, a un ritmo muy particular y con muchas muchas dosis de humor negro, no solo en los diálogos, sino también en lo absurdo de las situaciones. En ocasiones, es como si el cine de los hermanos Coen se cruzara con el Misión Imposible de De Palma, o lo que es lo mismo, un super espía se va metiendo en más y más líos rodeado de personajes y situaciones altamente surrealistas,
Tanto en fotografía como en ritmo, la serie también podría decirse que bebe de los Coen. Esta segunda temporada, al contrario que la primera, está enteramente dirigida por su creador, Steve Conrad. En ocasiones todo resulta pausado y estirado, pocos planos parecen dejados al azar, haciendo un uso del encuadre y de las lentes realmente bello. Hay a quien esto les sacaría de la serie, puede que incluso se le tache de pretenciosa, yo, personalmente, me quedo embobado con esos planos que parecen meticulosamente preparados para ser perfectos, puede que influya que soy un poco flipado, pero bueno, no hace daño a nadie.
En lo narrativo, la historia es un tanto difícil de seguir hasta que nos hacemos a ella, quizás por el uso de los flashbacks y los puntos de vista, reconozco que esto puede ser un problema a la hora de engancharse, creo es el precio que la serie paga por ser diferente y compleja.
Hay un personaje del que no hemos hablado y que impregna la serie, la música. En la primera temporada, la única forma que tiene John de desahogarse es contar su historia a través de sus propias canciones folk, de hecho, parece que solo consigue conectar con un maravilloso y peculiar personaje con el que forma un dueto. En la segunda temporada, sin embargo, sus canciones, con un aire más de estudio, ya no son diegéticas y forman parte de la banda sonora, aunque también van narrando parte de la historia, lo que resulta muy divertido.
Yo mismo leo partes de este artículo y parece que no estoy hablando de la misma serie, ese es el encanto de Patriot, la historia del espía que hacía sonar su guitarra. Estoy convencido de que con el tiempo, Patriot se convertirá en una de esas series de culto que alguien te recomienda un día y cuando la ves no puedes creer que no la tuvieras controlada, tipo The Leftovers o Friday Night Lights.
Click, foto, canción folk y cara triste a Instagram, sin filtro, pero con una sonrisa forzada.