Carmen Jardón
Redactora
Pedro Velasco
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Ortiguera (Asturias), 21 de agosto de 2020. La Casona
Pablo Und Destruktion ofreció este verano un concierto inédito en un paraje único en el occidente de Asturias, en Ortiguera. Un pintoresco pueblo que escala a partir de un pequeño puerto natural y se extiende hacia una zona de rasa costera, que es donde se desarrolló el evento, en un pequeño jardín ubicado a los pies de una enorme casa indiana actualmente en ruinas.
En este escenario tan bucólico y especial, Pablo García (guitarra y voz), acompañado por Pablo González (batería), hicieron sonar su música bajo la luz de una red de pequeñas luces sostenidas por troncos recogidos en la naturaleza y bajo el brillo de un manto de estrellas.
De fondo el faro de Ortiguera iluminaba el concierto al son de los acordes. Rodeados por un entorno mágico y arropado por la cercanía del público Pablo Und Destruktion dio un concierto muy especial, que no dejó indiferente a ninguno de los asistentes.
En el setlist hubo tiempo para todo: abrió el concierto el clásico popular asturiano A la mar fui por naranjas (del álbum “Predación” -2017-), que fue seguida por los temas del último LP del músico (“Futuros valores” -2020-), con alguna transición basada en la improvisación, que quien sabe si pueda aparecer en algún futuro trabajo del asturiano, y culminó el evento con Pupilas dilatadas de irá y Limonov, desde Asturias al Infierno (de los alabados “Animal con parachoques” -2012- y “Sangrín” -2014-, respectivamente).
Tras la actuación de Pablo Und Destruktion llegó el turno de dos dj`s locales que amenizaron el evento hasta el fin de fiesta.
Este evento surge en el contexto de la crisis sanitaria de la mano de una joven melómana, natural de Ortiguera, que encontró en el artista Pablo García (Pablo Und Destruktion) su mejor aliado para la ocasión. Si bien el evento nació en un contexto tan atípico, tiene vocación de continuar en sucesivas ediciones.
Un encuentro organizado en armonía con el entorno, sostenible y vinculado con lo local. En palabras de la propia organizadora este concierto nace “con una clara intención de acercar al entorno rural y en concreto al occidente asturiano propuestas musicales alejadas de lo habitual en estas zonas más despobladas o rurales”.
Los asistentes pudieron disfrutar además de un concierto de casi dos horas de duración, de un picnic individual, que incluía productos típicos de la gastronomía asturiana, como bollo preñao, tortilla, empanada y requesón. Así mismo, y teniendo en cuenta la situación actual derivada de la COVID-19, se aplicaron todos los protocolos sanitarios y medidas de seguridad establecidas.