Santi Hernández

Santi Hernández

Redactor

DISCO DEL MES DE MAYO DE 2019

Subterfuge Records, 2019

“La distancia”, título del nuevo disco de McEnroe, como cabe suponer viniendo de McEnroe, no  está vacío de contenido. Han pasado sus buenos cuatro años desde que publicaron “Rugen las flores” (Subterfuge) en 2015 y esa sería una buena razón para titular el disco así.

Es cierto que McEnroe no han estado todo este tiempo fuera del escenario musica. Se han embarcado en varios proyectos colaborando con otros artistas o atreverse a otros escenarios menos comunes para una banda de pop. Así, en 2016 firmaron el mejor álbum pop de 2016 (Premio MIN) con The New Raemon: “Lluvia y truenos” (Subterfuge, 2016). Este disco, que ya fue reseñado en revistaindie.com, nos dejó extraordinarios temas que ya forman parte de la memoria colectiva. 

Después, Ricardo Lezón comenzó la aventura en solitario en “Esperanza” (Subterfuge, 2017) donde abandonó durante unos cuarenta minutos su inconfundible afección en la forma de cantar y, además, en la que su hija, Jimena, le acompañó en alguna canción. Por último, ese jardín en el que casi ninguna banda suele meterse es el de las bandas sonoras. En 2018 fueron valientes y se lanzaron a la creación de la banda sonora de “Los amores cobardes” con la que estuvieron seleccionados a los premios Goya. Y ya, por fin, llegó el sexto álbum de estudio al que desde Revistaindie hemos laureado como Disco del Mes de mayo. Parece que este grupo está llamado a convertir en oro todo lo que toca.

Así las cosas, la distancia entre “Rugen las flores” y “La distancia” es absolutamente relativa pues aunque hayan pasado cuatro años entre los dos discos de estudio, McEnroe no ha parado. Sea como fuere, se ha oído hablar de ellos aunque no estuvieran ni juntos ni revueltos. Ellos dicen que son más de esperar que de forzar. Mientras se espera, van pasando cosas. Cada uno en su vivencia personal, sin la obligación de dar continuidad a la banda que llevan cultivando durante diecisiete años. Lleva mucho tiempo conseguir un sonido propio y cuando se consigue, la impaciencia puede dar al traste con un proyecto que todos quieren que dure pero que corre el riesgo de morir de éxito. 

En septiembre del año pasado sintieron que había llegado el momento de volverse a juntar. Ahora sí. Ahora había algo que contar, había ganas de volver al caserío. Como cuando se come con hambre, se bebe con sed y se duerme con sueño, las canciones fueron surgiendo con urgencia. Había ganas de componer y las ideas estaban ahí, se agolpaban. Los compromisos vitales de cinco personas obligaban a que hubiera que administrar el tiempo eficientemente. La musa de la inspiración está muy solicitada en demasiados rincones del mundo y se dejaba caer por el País Vasco así que había que hacer las cosas cuando había que hacerlas y no dejarlas para cuando hubiera otro momento para juntarse. Tener una banda de éxito y querer mantenerla activa es una “obligación” como otra cualquiera. La musa “inspiración” es tan caprichosa como cuestionable. 

Septiembre comenzó con el grupo juntándose en el caserío de Azkorri; las Navidades grabando en Tío Pete y en Año Nuevo, rodeado de limones, en La Mina. En abril presentando el nuevo disco.  Para que dejar para otro año lo que puedes dejar creado, grabado, producido y masterizado en seis meses. De ese vertiginoso proceder surgieron nueve canciones de amor al padre con que nos sentamos a charlar un rato, al amigo que (no) está, al hijo, a la naturaleza y/o a nuestro más amor más cercano.  Porque en el amor está la clave para acercarnos, comunicarnos y poner solución al problema más complicado.  Llámalo amor y aplícalo a la distancia necesaria para que éste no se aplaste, se mantenga vivo, aireado y alimentado para que dure para siempre.

Bajo esa filosofía de trabajo y de vida justifican McEnroe la publicación del este magnífico trabajo parecido en esencia a lo que han hecho hasta ahora. El matiz está en que hay menos intensidad en el ruido de guitarras y finales progresivos de discos anteriores. Ese hueco se lo han dejado a otra instrumentación tan ensoñadora como acostumbran. McEnroe hay que darles la distancia que pidan para que no se aplaste, se mantenga vivo, aireado y alimentado. Solo así durará para siempre.