Fernando Tello
Redactor & Photo
DISCO DEL MES DE FEBRERO DE 2018
Subterfuge Records
Las cabezas y sus pensamientos son siempre un enigma para el resto. Lo que nos pasa por la almendra que tenemos se quedan ahí, dentro de nosotros y casi nunca se exterioriza. Nos cruzamos con muchas personas a lo largo de la semana y cada uno tiene sus cosas, sus problemas, sus pensamientos. Vigo es una de las cunas de la música en nuestro país. Quizás sin esta ciudad no se hubiera entendido la movida como tal. Madrid se llevó la fama, pero Vigo se llevaba la buena música. De ahí han nacido muchas bandas con éxito o sin éxito. De ahí nació Maryland, de le herencia de esos años mas mágicos. Empeñados en el éxito, en hacer lo que les gusta, tocar y tocar. Sus directos eran (y son) maravillaosos y ellos vivían en su mundo mágico. Tengo una banda de rock.
“Los Años Muertos” (Ernie, 2013) fue el punto de partida para dar a conocer a Maryland a el resto del mundo musical. Se pasaron al castellano y se entonaban más potentes aún sin dejar ese pop que deambula siempre por detrás en sus composiciones. Su punto fuerte es la presentación en directo y se pudo disfrutar de ella en muchos sitios. Quizás demasiados para una banda muy joven de edad. Lo que mata a un grupo es el roce. La lista de grupos fragmentados por esto es muy larga. Parece que el rock es llegar, tocar e irse. Pero no, hay que llegar, después de mucho tiempo en la fugo, montar, probar, cenar, tocar una hora y algo, recoger, llenar la furgo, volver de vuelta otro porrón de horas. Y así fin de semana tras fin de semana. Y entre semana, ensayar. Lo normal es que se diga, el roce hace el cariño, pero a veces, ese mismo roce hace lo contrario.
Cinco años han pasado de “Los Años Muertos”. Llegaron a soltar los instrumentos. No ensayar, no querer volver a entrar en el juego y Maryland pasó por el peligro de su desaparición. Ha costado, pero por fin está aquí el nuevo trabajo y la vuelta es tan fresca y tan potente como si no hubiera pasado nada. El manantial sigue manado agua clara y con muchas propiedades y eso es lo importante de lo que ha pasado en los últimos tiempos en el mundo Maryland. Los cambios en la formación no son importantes siempre que sigas haciendo lo que te gusta, la música que tienes dentro. Siguen los hermanos Castelo, y cambian de discográfica. Ahora será Subterfuge la que distribuya su trabajo. También importante en el cambio personal este giro de gestor, para conocer nuevos aires, nuevas formas. Y Subterfuge le puede dar a los vigueses la experiencia y tranquilidad que necesitaba.
A pesar de todo, Maryland sigue sonando a puro, con el guitarreo limpio y pulcro tan característico. Ese que se nota en “Ave Fénix”, que sirvió de avance y que abre de la mejor manera posible el disco. Diciendo “Aquí estoy otra vez, nada espero, nada sé” resurge su música de sus cenizas. Los medios tiempos tienen su cabida y así llegamos a “Cometas y Estrellas”, medio tiempo, con final épico, o a “Tranquilidad”, simplemente maravillosa. Las letras son el fiel reflejo de lo vivido, de la experiencia y de lo que estuvo a punto de suceder. “Disculpas Aceptadas” puede ser uno de los mejores cortes, con una base rítmica machacona y las guitarras en su máximo esplendor. Todo hace que el disco sea una joya que debería tenerse en cuenta en las listas y que debe de hacer que Maryland se dirija a la primera línea de actuación.
El disco ha sido producido por la propia banda, grabado por Pancho Suárez de Lis en los Estudios Planta Sónica II de Vigo y mezclado por Santi García en los Estudios Ultramarinos de Sant Feliú de Guixols. Para el proceso de Mastering han vuelto a confiar en Victor García (Ultramarinos Mastering, Barcelona).
No se puede negar que Maryland se coloca con “Resplandor” (Subterfuge, 2018) en la máxima categoría de la música nacional, y ahora a esperar a que venga lo demás. La paciencia es la madre de la sabiduría y seguro que con esta llegarán grandes cosas para Maryland.