Madrid, 13 de julio de 2019. Espacio Mad Cool
Se confirma que no hay noticias relevantes en esta edición del Mad Cool. Es posible que esto sea lo mejor que le puede pasar al Mad Cool después de unas ediciones donde lo extra-musical sobrepasaba a lo musical. El no llegar a 50.000 personas en un aforo pensado para 75.000 vuelve a ser determinante para que las incidencias sean menores. Además, la suerte de que en los escenarios no se hayan producido ninguna de las incidencias del pasado año. Un sonido que hasta el viernes ha sido bueno, y un tiempo, que se ha portado sin tormentas, pero con un calor demasiado elevado podría ser el resumen del fin de semana. El aire del sábado deslucía un poco el impecable sonido hasta ese momento. El viento se llevaba por delante los temas del escenario principal y hacia la escucha un poco tediosa en la parte de atrás de las explanadas, pero eso son cosas que son impredecibles y no se pueden calcular con mucha antelación. Esperemos que los presupuestos del Mad Cool cuadren, a pesar de la reducción de aforo, y el año que viene vuelva a ser una edición de ensueño, en los días que se anunciaron durante la última jornada. Los días 9, 10 y 11 son los elegidos para la celebración de la edición de 2020.
Sara Fernández
Redactora
Fernando Tello
Redactor & Photo
Pero seguimos en la de este año. La última jornada tenía platos muy apetecibles, aunque el cansancio ya pasaba factura. Aterrizando en el recinto, después de un atasco, de esos que no nos gustan a nosotros, escuchamos de fondo a Johnny Marr y “There is a light that never goes out” de The Smiths, indagando en el romanticismo de un concierto lleno de brit y de guitarra como nadie sabe tocarlas, solo Johnny Marr. Y de allí directos a la espera de Gossip. Antes Cat Power bajó el nivel de subidón, durmiendo un poco al personal. La salida de Beth Ditto fue épica. Se metió al público en el bolsillo en tres segundos, sólo diciendo “Hello everybody, we are The Cure”. Y a los que no, se los metió en el bolsillo solo con empezar a cantar la primera canción. El vozarrón de la Ditto es la matriz de la banda. A pesar de anunciar que no tenía muy bien la garganta, no se le notó y dio un recital de voz, acompañado por la banda, a la que ya se la echaba de menos después de un largo silencio. El calor le pasó factura y acabó cambiando de vestido y quitándose la peluca, incluida la red, para enseñarnos su fantástica melena naranja. Y del naranja al blanco.
Tomasito asaltaba la banca, según nos informaban los espías que teníamos repartidos por el recinto. Se hizo fuerte en los coches de choque. A mi eso me parece genial, y lo de los Chichos, también. Pero que una atracción de feria, convertida en un tablao rancio, tenga una de los mayores éxitos de un festival con pretensión de juntar a 75000 cabezas, me produce tristeza. La fiesta del pueblo nunca a perdido su valor veraniego y el “Coachela» Madrileño no podía ser menos.
Si juntas a tres miembros de Rage Against The Machine con dos raperos, uno de Cypress Hill y otro de los Public Enemy, no sólo consigues un supergrupo, sino que consigues una salvajada como son los Prophets of Rage. El escenario Madrid te Abraza se llenó de ese híbrido que consume mucha pero que mucha gasolina, la suficiente para que el ayuntamiento les deje circular por el centro de la capital. Por suerte los jueces ahora piensan y además, seguro que la sentencia les condena como culpables de dar un bolazo al atardecer, haciendo saltar hasta a los que llevaban la misma camisita molona desde el jueves, esa con la que venían de “Santander”, o del “Santander”, según se mire. Y todo con el punto álgido de ese “Killing in the Name” que retumbó por toda la explanada principal con un Tom Morello que se comía la guitarra.
Después de la guerra llegó la calma. La que da un grupo que aglutinó en el Mad Cool a muchísimos fans de sólo un día. Los que tiñeron de negro las primeras filas, muchos con camisetas sólo para la fecha señalada. La que trajo de nuevo a Madrid a The Cure con Robert Smith a la cabeza. El concierto fue de los que hacen afición, repasando toda la discografía, en las más de dos horas que estuvieron encima del escenario. Algo corto, para los de tres horas cuando tocan en solitario. La banda británica hizo mucho más fans a los que ya lo eran y de paso lo mismo se llevaron alguno más de nueva hornada. Robert Smith se mostraba afable y con la apariencia de querer agradar. Sonriente y feliz en uno de los mejores momentos de la banda en los últimos tiempos. Sonaron muy bien, con la pega de que el viento perjudicó a los que no querían meterse en el tumulto y prefirieron ver la jornada desde la “barrera” de atrás.
Y el cuerpo dijo basta, al volver de un viaje siempre hay algo que te dejas sin ver, con el pretexto de tener la excusa de volver. Nosotros nos dejamos a Greta Van Fleet en el tintero. Lo siento, no pretendía, pero es que no podía. Apuntado lo dejo para próximas ocasiones. El Mad Cool daba el cierre en una de las ediciones que, por fin, pasará a la historia, por el sólo mérito de que no ha pasado nada. El modelo de festival es el de éste año. Ahora habrá que valorar si un festival con el número de asistentes es viable o habrá que volver a masificar todas las zonas del festival para que el Mad Cool vuelva a perder fuelle. Madrid se merece este festival.