Esta es la historia de Óscar, que cumple años el 31 de diciembre, y de Ana, que los cumple el 1 de enero. No es una historia de amor, es una historia de vida.

Esa historia comienza en la nochevieja del 2014, lejano 2014, cuando nuestros dos protagonistas se conocen. Cada uno de los 10 capítulos que componen la ficción nos muestra ese primer y último día del año.

Cada año la vida pasa para Ana y Óscar, una vida bastante peñazo, así como las nuestras, algo que no puede ser que funcione en la ficción, ¿verdad? De hecho, nada suena tan bajonazo como pensar en una nochevieja y un año nuevo relativamente normal, sin monstruos, asesinos, viajes en el tiempo. Pero hay algo de cinematográfico en el tedio, ¿quién lo diría?, que provocan las últimas y primeras horas del año. Ese contraste entre muchedumbre alborotada y calles vacías con resaca, ese existencialismo vacío…si esto lo sumamos a una historia de amor mundano a través del tiempo digna del mejor Linklater, el resultado es esta rara joya que Sorogoyen y su nuevo equipo se han sacado de debajo de la manga.

Borja Peinado

Borja Peinado

Redactor

Sorogoyen es ya un grande del audiovisual español, premios, obras maestras y todo eso. A su talento, esta vez en lugar de a Isa Peña en la concepción, hay que sumarle a las guionistas Paula Fabra y Sara Cano, vaya equipazo, y qué cuidado está todo, absolutamente todo. Es imposible que una ficción como esta funcione, emocione y enganche sin que todo esté meticulosamente construido desde un talento abrumador para la escritura y para dar en el clavo en cada decisión en cuanto a los aspectos visuales desde el punto de vista cinematográfico, todo tiene un sentido y un propósito. Y es verdad que habrá a quien le cueste conectar, no cabe duda de que esta es una serie muy generacional, muy millenial, pero, como hemos dicho antes, no todo tiene que  ser thriller o aventuras, y no pasa nada. Yo al menos la he disfrutado muchísimo, como se disfruta muchísimo de Jonás Trueba, de Carla Simón o de Wenders, sin necesidad de pedantismo.

Hemos dicho ya que esta es una historia de vida, y es que Óscar y Ana están tan bien dibujados desde el guion y tan integrados en el mundo que les rodea, que al final el amor sirve para hacer un retrato de lo que pasa alrededor de la pareja, de todo, desde lo local a lo universal. Si la escritura es primordial, el trabajo que hacen Iria del Río y Francesco Carril es increíble, hasta el punto de traspasar la pantalla. Quizás la decisión de casting de Francesco Carril a priori era más segura. El actor madrileño lleva años demostrando su talento en el teatro o como un “iluso” más con Jonás Trueba. Lo que hace Iria del Río, quizás algo menos conocida, es para llevarse un buen saco de premios.

Y como buena historia con aire de generación millenial, no podía faltar una colección musical a la altura de la calidad de esta obra. Las canciones, por supuesto, marcan momentos de nuestras vidas, como marcan muchos momentos de la serie. The Postal Service, We Are Standard, Nacho Vegas, Vetusta Morla, Ivan Ferreiro, Standstill…sobra decir más.

Y no, los Años Nuevos no inventa nada, este tipo de ficción la hemos visto millones de veces, pero qué bien sienta volver a enamorarse de una historia y de sus personajes.