Zoé es uno de los grupos de rock más importantes de Iberoamérica. Con seis discos en el mercado publicados en más de ocho países, han conseguido batir muchos recuerdos, como el hecho de haber ganado cuatro premios Grammy o de haber colocado su disco Reptilectric (2008) durante diez meses al top 10 de las listas de discos más vendidos de México. En total, su discografía suma un triple disco de diamante, nuevo de platino y dos de oro.

Sin ir más lejos, el disco Aztlan (2018) -doble platino- transformó Zoé en el primer artista latino en tener 11 canciones de un mismo álbum en Top200 de Spotify. Con este disco ganaron el Premio Grammy a Mejor álbum de rock latino e hicieron más de 115 conciertos en 14 países diferentes, muchos de ellos, soldout 

Desde hace varios meses, el cantante y compositor del grupo, León Larregui, y el guitarrista Sergi Acosta, viven con sus respectivas familias en Barcelona. Desde aquí lanzan a todo el mundo su séptimo disco de estudio, titulado Sonidos de Karmática Resonancia, que ha producido el norteamericano instalado en Londres, Craig Silvey, conocido por su trabajo con discos de Arcade Fire, The National y Arctic Monkeys.

Cuando la icónica banda de rock mexicano Zoé concluyó la gira para promover el disco Aztlán en el 2019, León Larregui sintió la necesidad de regresar inmediatamente al estudio de grabación. 

“Les dije a mis compañeros que prefería no hacer un disco mío solista”, dice el cantante con el tono reflexivo que lo caracteriza. “Que no desperdiciaramos el momento y trabajaramos en el séptimo disco de Zoé. La idea era hacerlo muy rápido. Empezamos a trabajar y terminamos los demos de ocho canciones. Entonces nos cayó la pandemia encima y el mundo cambió para siempre”. 

La crisis golpeó duramente a la banda, descolocando sus planes. Pero al final del túnel encontraron la luz. Finalizado después de un turbulento proceso creativo que duró más de un año, ‘Sonidos de Karmática Resonancia’ es probablemente el disco más maduro y sofisticado de su carrera. 

“Fue recién hace unas semanas, cuando [el guitarrista y co-fundador de la banda] Sergio Acosta preparó la secuencia de las canciones que pude escuchar la obra completa”, explica Larregui. “Por primera vez tuve una visión clara de lo que habíamos creado en estos tiempos convulsos. Creo que es uno de los discos más logrados de Zoé. La cúspide nuestra carrera, el momento donde alcanzamos una madurez”. 

Desde el melancólico synth-pop de ‘SKR’ y la atmósfera melodramática de ‘Fiebre’ hasta el estribillo épico de ‘Velur’, ‘Sonidos de Karmática Resonancia’ presenta todos los elementos que transformaron a Zoé en estrellas de rock con ventas millonarias: melodías sinuosas, ritmos seductores, coros que invitan ya sea a soñar, bailar, o los dos a la vez. 

Esta vez, sin embargo, la amplia fusión de estilos –neopsicodelia, ecos de space-rock, agridulces matices de delicioso new wave– presenta una profunda coherencia estética. El talento de Zoé para generar climas cinematográficos se apoya en una serie de melodías tan bellas que quitan la respiración. 

“Suena como un cliché, pero creo que es nuestro mejor disco”, agrega Acosta. “En las nuevas canciones puedes escuchar el cúmulo de influencias que quedaron tatuadas en nuestros cerebros: desde los discos de Pink Floyd y The Cure que atesoraba cuando tenía 16 años, hasta la música nueva que me gusta, cosas de Turquía y bandas que transitan por la senda de lo orgánico. También hay fragmentos de cosas muy viejas: Nina Simone, Donovan, Johnny Cash”. 

Mi forma de componer ha cambiado con los años”, explica Larregui. “Antes dependía mucho de la guitarra. Las melodías me venían y tenía que aterrizarlas con las cuerdas. Hoy puede ser que esté caminando por la calle, o entrando a un restaurante y escucho un pedacito de música. Tal vez un reggaetón, o algo por el estilo. Se me queda en el cerebro y empieza a distorsionarse inconscientemente. Así nace algo que yo escuché en la calle pero que en su nueva forma, no tiene nada que ver con lo escuchado. Es mi forma de procesarlo y llevarlo a mi mundo, mi propio espíritu. Guardo todas estas apariciones que escucho en mi cabeza, y empiezo a armar canciones”.

No sólo la manera de componer ha evolucionado, sino también la metodología creativa. ‘Sonidos…’ es el primer disco de Zoé en décadas grabado sin la asistencia del productor Phil Vinall. 

“Phil fue un pilar durante muchos años”, reflexiona Acosta. “Apareció de la nada, decidiendo trabajar con esta banda que había sido corrido por su propia disquera. Fue una escuela y nos llevó por un camino importante. Pero ya era hora de buscar nuevos horizontes. Favorecer un proceso más orgánico y simple, tocando juntos como una banda. Con Phil no íbamos a dar ese paso. Era difícil de cambiar”. 

La separación entre Zoé y su productor de toda la vida fue amistosa. La banda eligió colaborar con Craig Silvey –estadounidense radicado en Londres y conocido por su trabajo con Arcade Fire, The National y Arctic Monkeys– que ya había producido algunos temas de ‘Aztlán’. 

“Phil era como un integrante más y nunca dejó de enseñarnos cosas”, admite Larregui. “Pensamos que estábamos bastante maduritos como para descubrir un mundo nuevo. Craig trajo otra actitud a la mesa, otra visión. Nos abrió todas estas posibilidades. Poco a poco empezamos a confiar y vimos que teníamos la habilidad de sentir seguridad y libertad”. 

Las sesiones anteriores de Zoé habían involucrado a una multitud de músicos invitados. Algo que tanto Larregui como Acosta querían ahondar en este nuevo disco era el concepto de la banda como unidad autónoma, grabando las canciones juntos al mismo tiempo por primera vez. 

“Eso fue parte del plan”, dice Larregui con entusiasmo. “Estar los cinco integrantes originales. Hacer las cosas sin tanto ruido. Una simpleza, una identidad sónica”. 

Cuando la banda se reunió para terminar los demos iniciales, nuevas reglas fueron establecidas para conseguir una ética de trabajo disciplinada. 

“En el pasado habíamos confundido la música con la fiesta”, dice Larregui con una risa autocrítica. “Somos una banda de rock’n’roll. En el estudio había gente tomando, fumando y bailando. Ahora fuimos un poco más estoicos. No nos podíamos relajar, porque sabíamos que Phil no estaba para ocupar el espacio tan grande de antes. Teníamos que llenarlo con nuestra propia inspiración. Eso requirió mucha concentración, pero al final resultó liberador”. 

Ahora que la pandemia está comenzando a transitar su recta final, los integrantes de Zoé planean regresar a los escenarios, inspirados por la anticipación de presentar las nuevas canciones en concierto; la banda en su elemento más puro, rodeada de sus fanáticos. 

“Llevaba años imaginando grabar un disco como éste”, dice Acosta. “Lo logramos en muchos sentidos. Esa belleza de tocar juntos después de tantos años es lo que lo hace tan diferente”