JOE CREPÚSCULO
Museo de las Desilusiones
El Volcán Music
Enero 2025
Miguel Mori
Redactor
El decimotercer disco del trovador-tecno nos recibe a golpe de sintetizadores y cajas de ritmo, como una noche de fiesta: con subidas y bajadas, pero, sobre todo, divertida.
Con una trayectoria que abarca ya más de dos décadas, es difícil etiquetar a Joe Crepúsculo, ya que su estilo baila entre el tecno y el pop-rock en su rama más indie, con una fuerte faceta de cantautor que, si algo tiene, son historias que contar, sirviéndose de melodías afiladas y un ritmo discotequero que ha ido perfilando lanzamiento tras lanzamiento.
En Museo de las Desilusiones encontramos una síntesis de géneros vertebrados alrededor de la música tecno que, lo cierto es que, casan bastante bien pese a lo dispares que parecen sobre el papel. Un sonido destilado del synth-pop de los 80 (al estilo de New Order), con el carácter de quien se ha criado haciendo música en un garaje y no ha olvidado sus raíces pese al paso de los años.
Las canciones tienen un tono intimista y melancólico, como quien, a la mañana siguiente, recuerda que la noche anterior no ha salido como debería. Todo el disco (salvo algunas excepciones como Club Gurú Punk o Karaoke español, que están lejos de ser canciones tristes) está cubierto por una mano de pintura azul. Desde el título del álbum se traza una línea temática que surca sus 39 minutos de duración y nos invita a acompañar esa tristeza con ritmos discotequeros, sin dejar de lado lo realmente importante por lo que Joe Crepúsculo nos presenta su trabajo. Como ya deja claro en su corte final, Fiesta de disfraces, estamos aquí para bailar.
Esta fusión musical arrastra una de las trabas del tecno que, a la vez, es una de sus señas de identidad: la repetitividad. Si bien esta aporta y le da sentido al género en sí mismo, al fusionarlo con otros como el pop, el rock o el indie, juega en su contra, haciendo algo pesada la escucha del disco en algunos puntos.
No es un disco revolucionario, pero tampoco pretende serlo. Es una píldora de emociones con matices interesantes que, como una noche de fiesta, no es perfecta en todo momento, pero lo que sí es, es divertida.