Madrid, 11 de octubre de 2019. Sala La Riviera

Ya teníamos ganas de escuchar lo nuevo de Jenny and the Mexicats en directo, lo reconocemos. Y fue por ello que llegamos pronto a una Sala Riviera ya animada por Sweet Barrio, el grupo formado por Poochie & Maxi, que venían desde Usera con una imponente voz, mucha energía, arrojo y ritmos pegadizos. Y nos sorprendieron gratamente, estando a la altura de lo que vendría después. 

Marta Pérez

Marta Pérez

Redactor

Ángel Muñoz

Ángel Muñoz

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Tras su actuación y una pausa que se nos hizo un poco larga, sonaron los primeros acordes de Jenny and the Mexicats, que aparecieron sobre el escenario ante una Sala expectante y ya entregada, con sus ritmos flamencos y toques electrónicos. My and my man y Me voy a ir fueron de los primeros temas en sonar, suficientes para caldear el ambiente y que empezásemos a bailar mientras veíamos los gatitos psicodélicos al fondo del escenario, una escenografía característica de la banda que presentaba a sus compañeros felinos viajando con ellos. Después llegaron canciones clásicas como Labios y No dejes de quererme, una de las más conmovedoras.

Con Thinkers and misfits nos presentaron a Víctor Guadiana, el violinista que les acompañó, haciendo un trabajo excelente sobre el escenario a lo largo de la noche. Acto seguido sonó Bailando con las farolas, tema que les permitió desplegar la energía que impregna el nuevo disco, que pronto nos contagiaron a todos. Sin quererlo y sin pensarlo nos vimos bailando y saltando al ritmo de su fiesta ancestral. Y nos gustó. Y nos gustamos, y nos sentimos bien, muy bien con los mexicats.

También hubo espacio para la presentación del nuevo integrante de la Banda, Rubén, que recibió una calurosa bienvenida. Seguidamente tocaron El telón, el tema que interpretan en su disco junto a Vetusta Morla, volviendo poco después a las canciones que conocíamos, con Icho y pantera luciéndose y con una Jenny espléndida a la trompeta. También sonaron La Bruja, Frenético ritmo, o Si una vez, la impresionante versión de la canción de la mexicana Serena Quintanilla.

Pero la noche no iba a ser solo festiva, hubo momentos para todo. Jenny se puso más íntima que nunca interpretando temas personales, sola con su guitarra. Llenó el escenario con su presencia y con su voz, y consiguió que se nos pusiesen los pelos de punta a pesar del continuo murmullo que se oía de fondo por una parte del público bastante irrespetuosa.

Acto seguido volvió toda la banda al escenario, y volvió el ritmo con Duele al caminar, de nuevo con Guadiana al violín, La cumbia del Vino o La diabla, tema con el que subieron a algunas chicas del público al escenario a disfrutar con ellos. Y cerraron el concierto con Verde más allá. Lo disfrutamos mucho, pero nos supo a poco, porque nos dejaron encandilados por su frenético ritmo, con buen sabor de boca, y con ganas de volverles a ver.