DISCO DEL MES DE ABRIL DE 2023
Warner
En los noventa, cuando escuché por primera vez a Los Piratas, todo duraba tiempos no calculables. Se desechaba después de un uso prolongado y un estado ya muy degradado. Se reciclaban las cosas de hermano en hermano, de primo a primo. Ahora la ropa se compra y se tira tras media temporada, ya no dura ni un invierno. Eso si, en su contenedor correspondiente, no sea que el planeta se muera. Somos una sociedad que recicla, porque nos han dicho que si lo tiro al contenedor que corresponde ya vamos a salvar el planeta.
Fernando Tello
Redactor & Photo
Me sigo imaginando a Iván Ferreiro de casa en casa recopilando vinilos para su próximo trabajo, como cuando mi madre me dijo, en esa caja hay discos de vinilo de los antiguos, o te los llevas o los tiro, que en el punto limpio seguro que tienen sitio. Aquí, en nuestra redacción hemos recibido nuestros tres reciclados, de los de Trinchera Pop. A mi me ha tocado la joya de Jermaine Jackson, uno de los “hermanísimos” menos conocidos, pero joya, al fin y al cabo. A Paco, Luis Mariano, el de Irún, represaliado y refugiado en Francia y recordado en películas con Carmen Sevilla y a Fran el momento de Clásica, como no podía ser de otra manera. George Gershwin y su concierto para piano.
Dentro de todas esas caretas exteriores, el nuevo disco del baluarte indie nacional. Uno de los pioneros, un Iván Ferreiro que se vuelve a mostrar con lo que mejor sabe hacer. Empaquetar canciones con una bellísima factura y que van ganando en poder a cada escucha, como el gigante gana altura cada vez que devora a sus presas. Y es que Ferreiro podría vivir de las rentas y volver con un disco sin más, basado en los sonidos de su largo éxito, un disco del montón, que tendría éxito seguro, porque es quién es, pero eso no va con él. Recicla audios ya editados y experimenta con sus máquinas, sus botones, samplers y sonidos para que todo cuadre y se vuelva mágico. Otra vez se lanza al vacío, aunque con el saber que otorga cierta edad, la que te da la experiencia y el momento de hacer lo que te gusta a ti y no a otros.
Diez cortes en forma de cápsula individual, con su propia independencia, pero con una lógica global que hace que el total quede totalmente acabado y cerrado. Trinchera Pop es un cambiante estado de ánimo, el de su creador, con las aportaciones que el degusta, un disco íntimo que nos abre a todos, para que lo saboreemos en pequeñas dosis, para que el gusto quede satisfecho, y lo consigue, como siempre, sin despeinarse, con su teclado y sus botoncitos, con las seis cuerdas de su otra pata, la de su hermano Amaro, aportando fuerza y vigor para cerrar el círculo del pop mas clásico y a la vez innovador y distinto. Si en una semana escribiera sobre el disco otra vez, seguro que el texto sería distinto, las canciones de “Trinchera Pop” se deben degustar con calma, con serenidad, abriéndolas poco a poco y en dosis de corto recorrido, para que el sabor llegue a todos los recovecos del paladar.
El disco abre con “Canciones para no escapar”, calma en estado puro y ritmos conocidos. No tanto como ese corte inconfundible de Félix Rodríguez de la Fuente, que adorna y da color al tema con las Tanxugueiras. El sonido de los dedos del cambio de traste de Amaro reluce y da calidez en “Dejar Madrid”, un himno a lo que parecía inexplicable y es que parece que si no vives en Madrid o Barcelona, no tienes nada que hacer en el mundo musical nacional. “En el Alambre” suena a hit de directo, ese que te deja con un sabor de boca que no se pierde tan fácilmente. Máquina y ritmo con un mensaje claro a lo efímero y el límite al que te lleva la vida. “Gran Columpio” es el medio tiempo, rico en texto, con una línea musical muy típica en los temas de Ferreiro, con un final en crecimiento que no deja nada a la imaginación. El pastafarismo entra en escena como un “Pinball”, la retranca del de Nigrán en un temazo de los mejores del disco, hablando de la sociedad que nos toca vivir, donde nada importa.
Ese “Pinball” se te queda en el cerebro grabado a fuego y te va a ser muy difícil de quitar de la cabeza. Suena y suena, una y otra vez. La melancolía viene de la mano de “Los Puntos de Lagrange”, canción solitaria que abre el final del disco. Un ocaso soñado, en el que Iván Ferreiro completa el disco de pop que haría un músico de su década, la que cumple cincuenta y algo, contando sus historias. No podemos seguir hablando de lo mismo treinta años después. “En las trincheras de la cultura pop” completa de manera magistral un disco lleno de luz y de sombra perfectamente combinadas como un mago mezcla el asombro y la realidad con el ocultismo de sus trucos. Y para mezclar todo este caos resurge como amasador un Ricky Falkner que siempre está dispuesto a juntar las partes que parecen difusas para dar ese toque final que hace que “Trinchera Pop” sea majestuoso y atemporal, que va a gustar a fans y los no tanto, y que hace de este disco el punto de partida de un directo que es el que muchos estamos esperando.