Francisco Serrano
Redactor
DISCO DEL MES DE DICIEMBRE DE 2018
Autoeditado
Nuestros asiduos lectores sabrán que una de las actitudes que más valoramos en las bandas es su evolución. Nos encanta ver y escuchar cómo su música cambia, muta, progresa, o crece con ellos, sin perder su identidad por su puesto. Hay grupos que experimentan, buscando nuevos estilos, añadiendo nuevos sonidos o instrumentos; otros permiten que sus emociones e inquietudes se filtren en sus canciones; otros simplemente componen libremente sin importarles el resultado, la respuesta de público y crítica,… podríamos seguir enunciando actitudes que demuestran evolución musical en mayor o menor medida y llenar varias páginas, pero en todas encontraremos un factor común, nunca repiten la misma fórmula…aun si su anterior disco les ha supuesto un cierto éxito, continúan evolucionando como reflejo de su inquietud artística y libertad compositiva.
Y Holy Bouncer ha hecho eso.
Sin abandonar nunca sus raíces y sus influencias, su segundo disco homónimo muestra una clara evolución en su sonido. Grabado en los estudios Sol de Sants en Barcelona y mezclado en Los Ángeles por Darrel Throp, ganador de siete Grammys, los catalanes han optado por la autoedición para asegurar su total independencia compositiva en un disco que se convierte en su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Esta evolución de la que hablamos también se manifiesta si comparamos las portadas de sus discos y sus fotos promocionales, de la imaginería rock-psicodélica del primero a la sobriedad y elegancia de este segundo.
Si en su anterior disco “Hippie Girl Lover” (Gran Sol, 2016) reinaba la psicodelia más setentera acompañada de enérgicas guitarras de rock clásico, en este nuevo trabajo la presencia de sintetizadores, marcadas líneas de bajo y el mayor peso de la voz de Jordi Figueras marcan el paso general, ubicando el disco algunas décadas todavía más atrás, quizás entre los cuarenta y los cincuenta, cuando la música pop tradicional llegaba a través de las voces de los grandes crooners.
Y es que este “Holy Bouncer” llega gobernado por los medios tiempos, y aunque sin un hit claro, resulta un trabajo completo y redondo a partes iguales, un disco elaborado a fuego lento, con un sonido más claro y elegante. Esta elegancia se viste de mayor armonía vocal, presente en todos los temas y reflejo del uso de nuevos recursos como susurros, falsetes o efectos (al más puro estilo Alex Turner), y se complementa con ese delicioso bajo que tan bien le sienta.
En la primera parte del LP todavía se puede advertir de manera clara la influencia psicodélica de su primera etapa, sobre todo en la canción que abre el disco y fue primer single “Mamihlapinatapai” y en algunos tramos de “Love-Hate”, “Blink of an eye” o “Run from me”. Es en su segunda parte cuando la parte más sexy y madura de Holy Bouncer hace presencia, con ritmos más pausados y atmosféricos que resaltan el conjunto instrumental y la voz, cada vez más grave, de Figueras. Destaca así mismo la variedad de arreglos instrumentales y juegos de teclados que se pueden disfrutar según avanzan las canciones: la cabaretera “Here in the streets”, la dulce “Wednesday Sunset”, la instrumentada “Last night’s last call”, ese inesperado cambio de ritmo de “Joint Smoker” o la jazzística balada que cierra el álbum “9th Gate” en la que los barcelones llegan a introducir un saxofón.
En definitiva, un estupendo y entretenido disco que llega para agrandar el espectro musical de Holy Bouncer y ampliar los límites de sus ya increíbles directos, y que resulta una clara muestra de su independencia y virtuosismo compositivo. La evolución de Holy Bouncer no tiene límites.