Fernando Tello
Redactor & Photo
Noviembre es un mes muy raro. Parece que no llegan los estrenos de discos. Las navidades están a la vuelta de la esquina y las discográficas ralentizaban esos estrenos para aprovechar el tirón de esas fechas en las que no sabes que regalar. Antes de hablar de música vamos a ojear las portadas de los diarios nacionales que todavía se vendían a unas 125 pesetas de la época.
Estamos en época de huracanes, hace 20 años también, lo único es que aquí no llegaban. Centroamérica quedó arrasada por el que se le llamó “Mitch”. Dejó muchas víctimas y zonas arrasadas que tardaron mucho en recobrar su apariencia actual. La guerra del mes viene entre los Arquitectos y los Ingenieros. La ley de ordenación de la edificación nace con mucha polémica, y como siempre, los gobiernos consiguen enfrentar a profesionales que deberían estar juntos siempre. La otra guerra es la que se prepara entre Irak y Estados Unidos, pero eso ya está en los libros de texto. Y mientras, Indonesia se desangra lentamente entre linchamientos y barbaridades, por motivos religiosos. El opio del pueblo mata a mucha gente en enfrentamientos sin sentido. Como ahora, en la educación pública, los estudiantes se pusieron en huelga para pedir más medios y más profesores. Veinte años después y varios gobiernos distintos han sumido en la depresión a la educación pública enmarcada en mil leyes distintas y cada vez menos medios y recursos para poder solucionar la incultura y analfabetismo que aumenta a pasos grandes. En los deportes, Hakkinen es campeón del mundo de una fórmula 1 que todavía no encaraba unos cambios significativos y que aquí, aburría mucho. Nadie quería ver las carreras. Lo que si veíamos y mucho era a Carlos Sainz, el padre, perder el campeonato del mundo de Rallies con su Corolla. Esta vez a 700 metros de la llegada y con una frase que pasó a la historia. “Trata de arrancarlo, Carlos, por Dios”.
En lo musical, y en las listas que nos gustan, nos encontramos a Robbie Williams en lo más alto, aunque poco le duró la alegría. Las caras B se hacen con los primeros puestos. Llegan las de U2 y The Masterplan de Oasis. El mes terminaba con George Michael vendiendo a cantidades industriales sus grandes éxitos hasta el día del juicio final. Porque el de los Wham! no abandonó ese puesto hasta el año siguiente y a regañadientes.
Mejorar un disco como “Odelay” se antojaba bastante complicado. Pero Beck es único, y si hay alguien que se puede transformar para otorgarnos mucha más pureza y algo nuevo en su carrera, ese es él. El angelino Beck Hansen, de padre escocés y madre nórdica, se puso en manos del grandísimo productor Nigel Godrich, si, el del “Ok Computer”. Y así facturó su nuevo trabajo. Catorce días para grabar catorce canciones que formaran parte de la historia de la música. Finalmente sólo doce fueron las elegidas. El disco se grabó casi en directo, con sonidos varios, de puertas, susurros, y demás cosas que el propio Beck se negó a quitar. Es él en esencia. El resultado final nos muestra a un Beck mucho más acústico, más íntimo en sus formas y señales. Aunque también se acerca al abismo más oscuro. Después de cinco álbumes, esté es el primero con un sello que a la postre sería el de Beck para el resto de su carrera. Lío monumental entre Geffen, su discógrafica, y la pequeña Bong Load Records, que obtuvo el permiso para publicar “Mutations”. Al final Geffen se pasó los acuerdos por el arco del triunfo y eso concluyo con un gran número de demandas entre todos los intervinieres, que aún no está muy claro si está totalmente concluido por todas las partes. Beck es una estrella y se pone de manifiesto en su trabajo número seis, si es que no se sabía mucho antes.
Si ahora el Trap y el Hip-Hop inundan los medios siendo un auténtico fenómeno entre la juventud, Rosalías aparte, en los noventa, esa masa más juvenil estaba copada para las bandas de punk rock más salvajes. Navegando entre el Hardcore y el Surf surgían bandas de punk a secas como Pennywise, Nofx e incluso más comerciales como The Offspring o Green Day. Y así muchas y muchas más que completaron giras larguísimas, festivales de la época incluidos. E incluso se inventaron un tour, el Wraped, que voló de ciudad en ciudad de todo el mundo para deleite de los numerosos seguidores que ese movimiento tenía. Lagwagon estaban allí, fundados en la costa californiana en el año 90, no llegaron a ser las cabezas, pero si a formar parte de lo que subía con la efervescencia de una aspirina. Después de visitar España en muchas ocasiones, como en el Festimad o el Doctor Music, volvieron a publicar un nuevo disco, el quinto, con un nuevo himno para ellos, “May 16th”. Al año siguiente y cuando todo cuadraba para una nueva gira, los Lagwagon deciden parar. Algo necesario, pero que aumentaba los rumores de una posible disolución de la banda. Ellos siguen, aunque más debilitados, entre pérdidas de miembros por diversos motivos. El material va saliendo de forma más lenta y Joey Cape, uno de sus miembros titulares sigue al frente de Lagwagon en la actualidad.
Ahora en este mundillo de la música independiente tan complicado está destacando una banda madrileña que se llama Carolina Durante. El otro día leía que los comparaban con Los Nikis en una entrevista. Podría ser, porque no. Esas letras de los de ahora pueden tener una raíz más que clara en la banda ochentera, aunque creo que no tienen comparación. Los Nikis nacieron en unos años en los que la movida madrileña facilitaba que surgieran muchas bandas en un ambiente muy prolífico. Sólo sacaron tres discos en la década, con letras muy incisivas, riéndose de todos, con unos ritmos ramonianos muy cercanos al punk desenfadado con muchas trazas de pop melódico que hicieron de Los Nikis el ser muy populares entre la gente que huía de la España de su época. Buscando influencias extranjeras, y donde la movida trajo algo de luz a algo muy apagado. Después de nueve años de ausencia volvieron para publicar “Mas de lo mismo”. Declaración de intenciones y vuelta a la descarga enérgica de unos Nikis más experimentados y consagrados, con el paso del tiempo, en una banda de auténtico culto. Su club de fans vuelve a juntarse cada año para organizar conciertos tributo, con bandas influenciadas por ellos. Los Nikis murieron hace 20 años con éste disco, pero su espíritu sigue vivo entre todos los que oímos “El Imperio Contraataca” por primera vez.
Uno puede llegar a tener éxito rotundo de manera inmediata, pero lo normal es que se haga un nombre a base de insistir y no pararse hasta que ese éxito llegue. Y crear, y tocar en todos los sitios, sea cual sea ese sitio. Y volver a insistir. Y en el 98, hace esos veinte años que nos ocupan, llegó la gran oportunidad para Quique González. Fichaje por una gran discográfica como lo es Polygram y publicación de su primer trabajo, “Personal”. Las manos que ayudan son las de Carlos Raya, que grabaría durante cuatro años todas las canciones del cantautor, junto a José Nortes. Los sonidos son de guitarras, de lo que en ese momento le apetecía a Quique, y las letras hablan de juventud, de amor y sobre todo de las reivindicaciones que no abandonarían al músico madrileño. Lo malo viene después. El disco no tiene éxito y Quique González no continua en principio en la compañía que además se encuentra en proceso se venta, o fusión con Universal. Todo sigue igual y González siguen haciendo canciones como él quiere esperando una nueva oportunidad, que le llegaría. Y hasta ahora, en las que Quique González es considerado un gran artista que toca en los mejores festivales y llena grandes recintos de conciertos. La oportunidad, si la persigues, te llega.
Esperamos las fechas señaladas con grandes discos que llenan las estanterías de las grandes superficies. El CD se sigue apoderando del mercado y las ventas de discos siguen siendo importantes aunque ya son superadas ampliamente por la industria del videojuego. Seguro que en un mes volvemos con más títulos y más artistas de lo que sonaba hace 20 años.