Borja Peinado
Redactor
Lo de este mes no es una serie, solo son unas cuantas horas de la mejor banda de la historia tocando, divagando y fumando. ¿Puede esto funcionar como una serie?
En 1969, Michael Lindsey rodó horas y horas mientras The Beatles trataban de componer un álbum y preparar un especial para TV que nunca ocurrió. Todo ese material se tradujo en el documental de 80 min llamado Let it be que dejaba entrever las causas de la separación de la banda de Liverpool.
Peter Jackson ha cogido el metraje sobrante de Michael Lindsey y lo ha convertido en un documental de tres partes de casi tres horas de duración llamado Get Back, una auténtica delicia para todo el que ame la música que podemos encontrar en DIsney +.
Lo primero que hay que destacar es que el documental sí que funciona como serie. Las tres partes en las que está estructurado suponen las tres partes de una historia que toda la vida hemos aprendido desde niños: un primer acto introductorio, un nudo en el que está toda la chicha y un tercer acto con la traca final. La única diferencia con las historias convencionales es que la narrativa está marcada por lo que pasa en el día tras día de unos genios en la oficina.
Si esto fuera una serie, una de las auténticas, Get Back tendría cuatro buenos personajes principales: John, Ritchie, George y Paul. Uno es un tipo gracioso que parece pasar de todo y al que solo le importa su chica. Otro es el majete al que todos quieren. Hay un joven talentoso que está harto de reprimir su creatividad y está deseando volar en solitario y por último un líder que no quiere ser líder y que se ve obligado a tirar del carro. Esta sería la caricatura de los cuatro Beatles, pero Get Back es mucho más que eso.
Lo que ha construido Peter Jackson con esa ingente cantidad de metraje es una ventana al pasado. Como si de una máquina del tiempo se tratara, podemos ver a, por encima de todo, cuatro amigos lidiando con todo el equipaje físico y emocional que se arrastra cuando has sido la banda más importante del mundo(y de la historia) durante unos años, para componer y darle un final que esté a la altura de lo vivido. Toda esa lucha se convierte en el Let It be, último álbum de estudio publicado, aunque antes de esa publicación grabarían Abbey Road.
Get Back abre una puerta y nos invita a pasar un buen rato con esos cuatro amigos. Tomar un té, disfrutar de todo su talento, de toda su genialidad, de todo su humor, de todo su estilo. Presenciar eso es felicidad, pero también melancolía. No es que se sienta melancolía porque nunca vayan a volver como grupo, ni porque sepamos que nos faltan dos de ellos. La tristeza es porque querremos quedarnos en ese momento y querremos que ellos se queden en ese momento, en una burbuja que les proteja, donde no envejezcan, donde no dejen de estar juntos, reír y tocar, donde no dejen de ser ellos.
Ellos mismos se ríen a ratos de la leyenda negra que la prensa construye en torno a su ruptura y a sus desavenencias; no vamos a encontrar en Get Back nada de eso. Todo parece estar encaminado a ese fin, pero sin grandes peleas, ni vasos volando, ni reproches sobre novias. El final se palpa en el aire, y se vislumbra en los ojos de McCartney en un momento del documental en el que algo dentro de nosotros se volverá a romper.
Es cierto que su duración puede parecer café para cafeteros, pero se hace más accesible si vamos dividiendo el documental por días, que van quedando marcados en el calendario por montaje. Eso sí, una vez que se empieza un día es realmente difícil parar.
Al final de todo, nos quedarán un sinfín de momentos mágicos que culminan con el maravilloso concierto en la azotea de los estudios Apple Corps. Por si fuera poco, ese concierto final tiene momentos realmente hilarantes de humor British que no destriparemos y en los que el montaje tiene mucho que ver. Ah, y en esa azotea está tocando con ellos Billy Preston, pianista llamado por muchos el quinto Beatle y del que podremos comprobar la influencia que tuvo en el sonido final del grupo. Sobre este sonido y en general las composiciones del grupo, podemos aprender mucho a través de la serie documental McCartney 3,2,1, también disponible en Disney, en la que Paul y el productor Rick Rubin diseccionan muchas de las obras de la banda.
Si algo malo tiene Get Back es el estendhalazo que puede producirnos una vez vista. No es ya que alguien se pueda quedar patidifuso ante tanto talento, me refiero más bien a la sensación de que visto y presenciado eso, cualquier manifestación artística que sometamos a comparación saldrá mal parada. Es una sensación de vacío, que “solo” puede ser llenada volviendo una y otra vez a la discografía de los de Liverpool.