Toledo. 22 de abril de 2023, Círculo de Arte
ALBERT PLA VUELVE A TOLEDO Y ES NECESARIO Y CONTINGENTE
Hace tiempo que no edita un disco, ni falta que hace, está liado con la literatura y colaboraciones con otros artistas en lo que apoyarse, y tampoco sería necesario. El concierto de este 22 de abril de 2023, en el Círculo de Arte de Toledo, fue un clásico y muy necesario. Clásico por el repertorio. Es de esos conciertos que son un “grandes éxitos” en los que no nos dan la turra con temas nuevos y desconocidos. Es un clásico porque, como tantos cásicos, aborda los temas que en cualquier momento son de actualidad. Albert Pla, acompañado por el guitarrista Diego Corté, fue cantando y recitando sus canciones cargadas de mucha mala leche. Y eso es muy necesario para reírse de sí mismo y de la sociedad.
Juan Carlos Villacampa
Redactor
Albert es un bufón, un personaje, un arquetipo. Su vieja indumentaria, compuesta por una desgastada túnica franciscana y unas botas de caucho con calcetines rojos, le dan una imagen entre ermitaño y niño dispuesto a meterse en los charcos para saltar y embarrarse hasta las cejas. Primer charco, los bien pensantes y ofendidos, que no saben ver la ironía y se toman las cosas al pie de la letra, para esos no es este concierto. Cada canción es un charco: esa que cuanta los bombardeos sobre Madrid, la colilla del indígena que quema todos los Estados Unidos, los veinteañeros viejunos que son unos conformistas sociales (¡Que envidia de los manifestantes franceses!) o la muerte que baila rumba. Sus canciones son un rosario cargado de cuentas contra los políticos, los banqueros, los reyes, los jueces o cualquier atisbo de poder. Desde la inocencia te puede decir que se caga en la monarquía y el las banderas de mierda (“Carta al Rey Melchor” del álbum “No solo de rumba vive el hombre”, 1992) o, subido en un campanario, te grita “al sol y al viento: Me cago en la madre que parió a esos mamones chicharelos que me están chingando la existencia” (“Añoro” del álbum “Supone Fonollosa”, 1995) porque él es “rebelde porque el mundo le hizo así”, retomando en clásico de Jeanette. Los temas que reinterpretó son un zarandeo continuo contra las multinacionales, contra la muerte, contra la inmovilidad de los jóvenes pera terminar con una fiesta rumbera donde todos nos reímos de todos.
Este concierto, necesario y oportuno. No es el mejor en lo musical, de hecho, la música desaparece por momentos, no es el mejor en muchos aspectos ya que es lo que es: un feo trovador que nos cuenta sus verdades a ritmo de rumba y jaleo flamenco. Un concierto de viejos temas para un público ecléctico y poco entregado. Un concierto de mierda que es necesario para reivindicar la figura del bufón.
El público de ayer respondía al aforismo “a la inmensa minoría “que utilizaba Juan Ramón Jiménez, éramos cuatro gatos. Muchos menos que la última vez que Albert Pla tocó en Toledo, en la primavera de 2015, también en el Circulo de Arte, con un repertorio similar al de esta ocasión donde no cabía un alfiler o anteriormente, también a reventar, en el Festival T+T, donde había presentado, en el invierno de 2009, el disco de la Diferencia. Éramos pocos y es normal porque la sociedad cada vez se autocensura más. El reino de los “bien pensantes” y los ofendiditos cada vez es mayor. Y, en cambio, los que nos reímos de nuestra sombra o consideramos al bufón por encima del rey somos una “inmensa minoría”. Por eso son necesarios artistas que, desde el humor, nos enfrentan a nuestro propio espejo, como el irrecuperable Javier Krahe o el cineasta José Luis Cuerda. Y como Albert Pla, especie rara en peligro de extinción. Ojala hubiera más artistas siguiendo esta noble tradición quevedesca de ponernos el mundo por montera y salir a disfrutar la vida. Brindo por ello.