Ciudadano Suárez
Redactor
DISCO DEL MES DE FEBRERO DE 2020
Humo, 2020
Fotos de Oscar Carriquí
Hubo un momento en el que temimos por la existencia de Pablo Und Destruktion. Llegamos a creer que cualquier día, tras consultar al cura y raparse la cabeza, Pablo García suicidaría a su alter ego de una patada en el pecho en la Punta Liquerique o de un mastilazo en la Colina del Cuervo. Y que terminase deshaciéndose de él en el Cementerio de Udrión. Afortunadamente no ha sido así y está de vuelta con Futuros Valores (Humo, 2020). Si alguno habíais pedido su cabeza, lo siento por vosotros. Recordad, existen los médicos y existen las pastillas.
Pudiera ser un guiño a esa posibilidad que el disco arranque con “El Cortejo”. Bien podría haber sido fúnebre, afortunadamente es más romántico y a las primeras de cambio nos hace darnos cuenta de las ganas que teníamos de volver a verlo. La espera y la paciencia han sido provechosas y tras tener que conformarnos con escuchar nuestras tuberías durante casi tres años, al tropezarnos con el ruido que sale de su boca nos encontramos un Pablo más íntimo.
No hace falta avanzar mucho más en el trabajo para descubrir la primera de las joyas que ha pulido para la ocasión. La versión del “Amsterdam” de Jacques Brel que ha bautizado como la ciudad que lo vio crecer. “Gijón” ya ha sido abrazado como una suerte de himno apócrifo por gran parte de los playos. Está al alcance de pocos hacer un homenaje a tu ciudad natal y que rápidamente triunfe. Pero lo está al de aún menos que en este no le cantes a las bondades del paisaje sino a putas, macarras y chigreros. Y que como guinda, por si fuera poco, eleves a la categoría de héroe nacional a un travesti muerto a puñaladas hace más de cuarenta años en un crimen aún sin resolver. Pero amigo mío, como Pablo, Rambal era mucho Rambal.
Más allá de delatar con quien compartes lecho, de ser capaz de no llorar ni después de nacer o de preferir diez puñaladas a un minuto con miedo, “un paisano ye un paisano”. Y es que quizás fuese eso, Und Destruktion, no tenía que morir. Su camino era hacerse mayor, no sé si dejando de creer en la distorsión o percatándose de que la droga es de lo más vulgar. Terminar de convencer al personal de que no es un maldito, sino El Paisano del Rock en Castellano. Alguien respetado y que trascienda su disciplina como Manolo Preciado o Quini, paisanos cuya actitud te hacen diferenciar verdades y mentiras.
A estas alturas del disco uno de tus “Problemas” será que llegue la primera de las melodías con capacidad para atornillarse en tu bulbo raquídeo y acompañarte inconscientemente durante días. Un corte que te lleva a hacer un autoanálisis cuestionándote qué te separa del niño sonriente que eras y por qué nunca terminas de encontrar la paz. Aún así, habrá que dar las “Gracias” por la recíproca sorbida de alma. Y porque uno termina por darse cuenta de que los seguidores del asturiano, lo guardan dentro de sí mismos como quien guarda un ramo de flores, o un diamante, en la nevera a la espera de compartirlo con quien verdaderamente valga la pena. A lo mejor ese alguien sea una auténtica “Reyna” a la que no le haga falta corona. Ni que tampoco sea capaz de unificar tu país, pero que sí se baste para poner algo de orden y dé sentido a tu vida.
Y aún así, celebrar que “Viva la Gente”. A pesar de que el mundo esté llenísimo de infieles y que uno prefiera pagar el peaje de asumir la culpa simplemente por escuchar al resto cuando habla tonterías. Quien dice escuchar dice oír. Es preferible acarrear con esa cruz si la recompensa a la inhibición a esas conversaciones, que no son más que ruido de fondo, a uno le permite plantearse si lo tiene todo a su alcance con una introspección en mitad de una vorágine de voces. Basta con la gracia y la espada. Y con la suerte de saber disfrutar de un placer bastante menos culpable que cuando José Coronado deglute Valor y, sin duda, que cuando lo depone activamente.
“Ser Profesor” es la segunda melodía que entra sin pedir permiso y llega para quedarse. Además de hacerle a uno recobrar la sonrisa que adornaba su niñez, para algunos se convierte en una declaración de principios. Un leitmotiv acompañado por la continua sensación de estar ante una fuerza de la naturaleza contenida. Como quien se contempla el mar al lado de la iglesia de San Pedro con la convicción de que en cualquier momento el Cantábrico se puede desbocar y arrasar con todo a su paso. Y saber que para ello no es necesario hacerlo desde pomposidad de un Club de Regatas. Basta con un férreo corazón.
Es cierto que hace esperar hasta “Bastante” para escucharlo cantar de verdad. Y recordar que pocas veces tuvimos dentro de nosotros tanto amor y tanta alegría como cuando en un Low Festival le espetó al técnico de sonido “Jefe, ponme un poco de reverb que ahora voy cantar de verdad”. Si ya refrescábamos por él, en ese momento cavó en el corazón de revistaindie un túnel más hondo que el que uniría Asturies y el infierno. Desde entonces solo naguamos por volver a tropezarnos en directo. Cómo no lo vamos a querer si puede ser la única persona que consiga hacer feliz a Nacho Vegas solo con cantar tonada.
Tras la escucha de la menos de media hora que dura el trabajo, seguramente tu dilema sea que siempre quieras más. Y que, finalmente, abraces la idea de dejar que ellos se queden con el civismo y fotografiando el árbol de la sidra. Nosotros tendremos suficiente con El Paisano del Rock. Larga vida a Pablo Und Destruktion. ¡Ah! Y que jamás se te olvide, ¡viva Cimadevilla!