El festival de Almagro vuelve a conseguir crear un ambiente mágico
Almagro, 16 de agosto de 2025. Plaza de Toros
Llevan unos años haciendo magia en Almagro. Carteles insuperables en una ciudad donde la cultura se respira en cada rincón. A primera vista nada puede fallar, todo parece maravilloso. Sin embargo, siempre se repite el mismo problema en estos lares manchegos: la asistencia. El público sigue siendo escaso y eso pone en peligro la continuidad de futuras ediciones. Cerca de 800 personas disfrutaron de este nuevo Imposible Sound. “Qué mejor que música para llenar de cultura una plaza de toros”, decía Abraham Boba durante el concierto de León Benavente.
Fernando Tello
Redactor & Photo
Sara Fernández
Redactora
Si pensamos en lo que ofreció este cartel y lo comparamos con lo que cuestan entradas en otras ciudades, podemos afirmar que en Almagro nos regalaron conciertos. Además de los mencionados León Benavente, pasaron por el escenario los locales Henko, las emergentes Repion, los ilustres gallegos Triángulo de Amor Bizarro y, para cerrar, la sesión de DJ Beg. Bandas que llenan salas como La Riviera en Madrid o que, en el caso de León Benavente, tienen ya programado un Movistar Arena para enero dentro de su gira Festín. Aquí, todo eso se disfrutó en un mismo día y por el precio de una sola entrada. Lo triste es que mientras festivales de corte más mainstream se llenan con facilidad, en Almagro apenas se congregaron ochocientas personas para una descarga musical de primer nivel. Esto deja dos lecturas. La primera: a menudo la gente consume lo que le dicen que debe consumir. Hace veinticinco años apenas nadie sabía lo que era un festival, y hasta resultaba extraño decir que ibas al FIB a ver a grupos desconocidos. Hoy, en cambio, parece que si no te haces una foto en un festival y la subes a Instagram, no has tenido verano. La segunda lectura es personal: sigo siendo muy feliz con la música que escucho. Pero muy feliz.
Henko fueron los primeros en abrir la tarde, cuando el sol ya se escondía por el tendido de sombra. Muy serios y con una propuesta musical auténtica que va más allá de modas pasajeras. Con una evolución constante desde su debut en 2020 hasta su reciente Espacio Sináptico (2025), combinan rock alternativo y electrónica con delicadeza y profundidad. Su música invita a la reflexión, explora la conexión humana y se envuelve en paisajes sonoros llenos de sensibilidad. Un magnífico arranque para bajar el sofocante calor y preparar el terreno a lo que vendría. Después llegó Repion con un bolazo de altos vuelos. Marina, Teresa y compañía desplegaron un directo arrollador donde el grunge-pop se mezcló con la urgencia emocional del rock contemporáneo. Riffs afilados, baterías potentes y voces que desbordaban autenticidad. Cada canción se sintió como un puñetazo emocional. La conexión con el público fue total, y quedó claro: Repion en directo es experiencia pura.
El plato fuerte de la noche eran, quizás, León Benavente. El cuarteto capitaneado por Abraham Boba desató una tormenta sonora y emocional sobre el escenario. Entre explosiones electrónicas y guitarras afiladas, el público vivió un viaje catártico que no perdió intensidad en ningún momento. Su último trabajo, mucho más electrónico y menos guitarrero, no hizo sino elevar el nivel de un directo que mantuvo en vilo a la plaza hasta un cierre apoteósico.
Tras semejante subidón, los Triángulo de Amor Bizarro mantuvieron la energía sin dejar que decayera la noche. Con algo de retraso acumulado, los gallegos ofrecieron una lección de punk visceral, adelantando temas de lo que será su próximo disco, en el que trabajan junto al productor Carlos Hernández. Dejaron atrás la gira de su XX aniversario —donde nos hicieron vibrar interpretando discos completos elegidos al azar con una baraja de tarot— para centrarse en el futuro. Y como siempre, fieles a su filosofía de hacer lo que les gusta sin imposiciones, volvieron a demostrar que así es como surgen las cosas bonitas. TAB hacen muchas. Y esta noche no fue la excepción: cerraron con clásicos infalibles que desataron al público hasta los últimos compases.
Solo los más resistentes se quedaron para bailar la sesión final de DJ Beg, que clausuró una jornada que volvió a demostrar que Imposible Sound es un festival que apuesta fuerte por la música de calidad.