Volvemos otra vez a recordar, en lo que a música se refiere, lo que pasaba hace 20 años. En junio grandes trabajos discográficos sobrevolaban las tiendas de discos. Algunos se convirtieron en fijos en las listas e incluso todavía son recordados como los mejores de sus bandas. Además de la música, pasaban otras cosas en el mundo. Lo primero es situarse en el tiempo. En junio del 98 los exámenes eran los que copaban todo el tiempo. Universidad y PAEG se llevaban el pleno y las bibliotecas se abarrotaban de gente para dar el último empujón. En el mundo veíamos también cosas como que los pilotos de Air France se declaran en huelga y en su primer día dejan en tierra a más de diez mil personas. Así se hacen las cosas allí, te montan una huelga que te tiran hasta las fresas si hace falta. Mientras, en el aeropuerto de Barajas el caos reinaba también por culpa del servicio de maletas que dejaba a cerca de diez mil pasajeros sin sus maletas en destino. No eran buenos tiempos para pillar un avión, eso seguro. Un caos que se prolongó desde un aeropuerto que se estaba quedando muy pequeño. En Alemania descarrila un tren de alta velocidad en Alemania con muchos fallecidos. Quizás el momento de viajar con coche.
Fernando Tello
Redactor & Photo
En el mundo del deporte el gran protagonista del mes era, como ahora, el mundial de futbol, donde por aquellos tiempos todavía éramos el hazmereír del mundo, quedando eliminados en primera ronda después de pasarlo mal con grandes potencias como Nigeria y Paraguay, goleando a Bulgaria, aunque no nos sirvió de nada. Volvimos a casa por la puerta de atrás. Clemente nos hizo mantenernos en la mediocridad. Menos mal que teníamos el tenis. Roland Garros hablaba español y eso que el único Nadal conocido jugaba al fútbol. El que ahora retransmite las hazañas del balear, Corretja, y el que le entrena, Moyá, se enfrentan en la final de la tierra parisina. Y además Arancha ganó también en la final femenina para completar un cuadro de ensueño. Si se suma la huelga de pilotos, encima los españoles ganan su torneo de tenis. Malos tiempos para la lírica…francesa.
En las listas de éxitos inglesas dejamos a Simply Red en lo más alto y así comenzaba el mes de junio. La sorpresa llegó por la entrada directa al número uno de Embrace, con un disco del que hablaremos más adelante. Los hermanos de The Corrs también estuvieron una semana arriba y el final de mes fueron Five los que entraron directos al uno.
La banda escocesa The Jesus And Mary Chain estaba en su declive, pero antes entregaron su sexto disco de estudio. Es sin duda el disco que menos repercusión tuvo en toda su carrera y el que desencadenó la ruptura total de la banda. El modo era el mismo, con sus característicos sonidos, ese noise-pop que nos enamoró en los ochenta y parte de los noventa, pero la química de la banda se había fundido y nada encajaba. No funcionaba igual. Los Jesus volvían a Creation Records en Inglaterra y a Sub Pop en los Estados Unidos, para publicar el que sería el epitafio de su carrera. Esa ruptura se notaba y el público le dio la espalda. A pesar de eso, las críticas de la prensa especializada fueron buenas en general. Para la banda era el momento de descansar los unos de los otros. Los hermanos Reid, Jim y William no podían verse. Grabaron el disco sin coincidir ni una sola vez en el estudio. Así definen éste, su sexto trabajo, un disco roto, partido, con dos bandos muy definidos, sin ninguna cohesión. En la gira posterior al disco, William subió al escenario de Los Ángeles totalmente borracho y no cantó absolutamente nada. No completó el resto de la gira, y antes se peleó en el autobús con Ben Lurie. La banda anunció su separación poco después. Volvieron ocho años después y ahora podemos disfrutar de auténticos conciertazos en sus giras e incluso de material nuevo.
Si viajamos a Chicago en los años noventa no nos podemos escapar a las redes de la que seguramente sea una de sus bandas insignia. Smashing Pumpkins tuvo un éxito mayúsculo ya con “Siamese Dream” (Virgin, 1993). Dos años después, crearon uno de los discos que pasará entre los grandes de la historia de la música. “Melon Collie and The Infinite Sadness” (Virgin, 1995) vendió en todo el mundo 16 millones de copias y ocupó los primeros puestos y todos los premios posibles a los que podía optar en aquellos años. La banda de Billy Corgan conseguía hacer lo que casi nadie había hecho. Convertirse en banda de referencia para gente con estilos muy variados. Gustaba a todos. Aunque no todo podía ser tan bonito y la fractura en la banda era más que notable. Todos acusaban a Corgan de monopolizar a los Pumpkins y eso agrieta las relaciones. Chamberlain es despedido de la banda después de una sobredosis de heroína y alcohol que se lleva por delante al teclista Jonathan Melvoin, y que mete en la cárcel al baterista titular. Y mientras, D’Arcy propone un cambio en las estructuras de las canciones. No se puede seguir siendo guitarreros al 100% y la electrónica entra en la escena de los americanos. Se introducen nuevos sonidos y se incluye en el backline una caja de ritmos y sintetizadores. Toda una declaración de intenciones. El disco sale a la luz y es un auténtico fracaso en ventas. En su país no llegan al millón de copias, lo que es una cifra muy inferior a la esperada. Es difícil superar el “Melon Collie” y mucho menos cuando reduces el ritmo de las canciones y las conviertes en electrónicas. En Europa “Adore” (Virgin, 1998) funcionó un poco mejor y eso hizo que el fiasco no fuera tan acusado.
Quizás cuando hablamos de la ola del punk y el surf americano a todos nos vienen a la cabeza bandas como Green Day o The Offspring. Grupos que con sus primeros discos hicieron el punk mucho más accesible al público general, pero que no consiguieron nada más que popularizar algo que ya pusieron, en años anteriores, encima de la mesa bandas como Bad Religion, NOFX, Pennywise, Rancid o los que ahora nos ocupan, The Vandals. Los de Huntington Beach, California se formaron nada más y nada menos que en 1980. Muchos cambios en la formación hasta que diez años después se consolidara la que aún continúa como alineación titular con Joe Escalante, Dave Quackenbush, Warren Fitzgerald y Josh Freese. En 1998 firman lo que fue su sexto álbum de estudio y quizás el que mas repercusión tuvo tanto en los medios como entre el público. De momento, ellos seguían con su permanente gira y además fueron incluidos en el Vans Warped Tour, un festival de música y deportes extremos con el que todavía consiguieron mucha más repercusión. Este fue el penúltimo trabajo con Nitro Records, el sello de Dexter Holland, cabeza pensante de Offspring. Escalante había creado su propio sello Kung Fu y una vez terminado su contrato con Nitro comenzaron a grabar para ese propio sello. Poco se les ha acercado la fama en este lado del charco a The Vandals, quizás necesiten que les vayamos reconociendo su mérito, que lo tienen y mucho.
En España nos vamos a Sevilla. Allí se encontraba en plena efervescencia una banda que se ha convertido, con el tiempo, en el proyecto personal del músico y escritor Antonio Luque. La banda se está transformando y la entrada en ella de David Belmonte es un punto de inflexión que la da una alegría y un color mucho más lleno de folklore andaluz. Sr. Chinarro firma un año antes uno de sus mejores trabajos. “El Porqué de mis Peinados” (Acuarela Discos, 1997) es todavía considerado por muchos el mejor trabajo de los sevillanos, reconocido todavía en las listas de los mejores discos del siglo XX por las publicaciones especializadas. En 1998 la línea argumental continúa y fruto de ese trabajo se publica “Noséqué nosécuántos” (1998, Aquarela) con los mismos toques andaluces y toda la frescura que en esos tiempos podía tener Luque y sus compañeros. Es el último trabajo con Belmonte y con Sandra a los coros. Casi no hubo gira, el año siguiente fue de recomposición e incluso de peligro. El final de Sr. Chinarro sobrevoló durante un tiempo. Nada más lejos de la realidad. El nuevo siglo supuso el nuevo resurgimiento de un Chinarro mucho más gris y apagado. Quizás este disco del 98 no fue el mejor disco de Antonio Luque, pero si supuso el punto de inflexión y replanteamiento de la situación en la que se encontraba. El seguir o cambiar, el subir o bajar. Luque decidió continuar aunque de otra manera. No siempre hay que sonar igual, no siempre se puede ser alegre. La vida te pone en tu sitio, lo único que hay que hacer es adelantarse.
Volvemos al Reino Unido para observar el nacimiento de una banda que prometía y que se quedó a medias, seguramente por el empuje de otras que en ese momento sonaron más y fueron más apoyadas por la industria y por sus fans. Embrace nace a principios de los noventa en una habitación de un jardín. Al frente los hermanos McNamara, Danny y Richard, al que se le fueron añadiendo las piezas para completar una banda inspirada en el britpop y que vivió en una época en la que Oasis y The Verve despuntaban y Coldplay y Keane comenzaban a labrar un futuro un poco distinto en la música inglesa. Embrace fue quizás un proyecto fallido, y digo quizás, aunque sus comienzos discográficos fueron muy importantes. Después de muchos intentos, cambios de nombres, casettes grabadas en casa, y llamadas a muchas puertas, los modos compositivos de la banda se aclaran y comienzan a introducirse en el mundo musical de otra manera. Las compañías les escuchan y Hut Records, filial de Virgin, se deciden por ellos para la grabación de su primer trabajo largo. En 1998 publican “The Good Will Out” (1998, Hut Records) y el éxito es increíble. Entran directamente al número uno de las listas inglesas. Consiguen lo que pocos han logrado. El mundo se rinde a sus pies y comienza una nueva vida para sus integrantes. Se puede suponer, después de ver lo que ha sido de Embrace, que ese mayúsculo éxito les pasó factura. No volvieron a conseguir nada parecido en sus discos posteriores y Virgin les dio la espalda, rescindiendo su contrato. La vuelta de Embrace a lo más alto se volvió a producir en 2004, con Gravity, un tema compuesto por Chris Martin para su amigo Danny, que sonaba a Embrace por los cuatro costados. Hay bandas que pasan por encima de ti y que siempre tendrán un hueco en tu discografía. Embrace es una de ellas.
El mundo se mueve muy rápido y la música entra en valores que en España rozan lo profesional. Comienzan a crecer los grandes festivales, algunos de ellos todavía perduran. Las giras eran más numerosas y las producciones de los discos mucho más internacionales. Estamos ganando terreno y comienzan a sonar bandas que si fueran de Inglaterra tendrían un éxito brutal, pero que se quedan en proyecto porque son de Madrid o Barcelona. El poder de la música es infinito. Nos vemos en julio con más y mejor.