IFEMA, Madrid. 19-21 mayo de 2022

El festival Tomavistas regresaba tras dos años en blanco con un cartel repartido en tres días y ubicado en un nuevo recinto situado en el IFEMA de Madrid, recinto que pudimos conocer en la última edición del Tomavistas Extra del verano pasado.

El cambio de recinto ya suscitó mucha polémica tras su anuncio hace tres años, pues se abandonaba el parque Tierno Galván de Madrid que sirvió de sede durante varios años y que ya se relacionaba indisolublemente con el Tomavistas, para trasladarse a un lugar nada verde y mucho más frío en el aparcamiento del IFEMA.

Pakito Serrano

Pakito Serrano

Redactor

Aritz Tello

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En este nuevo recinto se pierde la conexión con el centro de Madrid, algo que este año seguramente ha condicionado la asistencia en viernes y sábado, pero es que, además, y a pesar de ubicarse alejado de la ciudad y celebrarse dentro de un horario racional el ayuntamiento impuso limitadores de decibelios que provocaron la frustración de muchos grupos y minimizaron la experiencia sonora del público. Resulta curioso que se realizara esta actuación en el mismo lugar donde se lleva celebrando el Madcool varios años sin limitaciones, un festival mucho más grande y con horarios más extensos. Pero sin duda lo que marcó este primer día y probablemente al festival durante los próximos meses fue el mal funcionamiento de las barras de bebidas, insuficientes para dar servicio a 8.500 personas, que provocaron colas que te garantizaban una espera mínima de entre 45 y 60 minutos para conseguir algo de beber.

A todo esto y debido a larga cola de acceso, típica del primer día, ya nos habíamos perdido el concierto completo de Cariño, que venían a presentar nuevo LP y del que solo pudimos escuchar gran parte de las canciones en la cola junto a la valla del parking, y después tuvimos que “disfrutar” del concierto completo de Cupido desde la interminable e insufrible cola para conseguir una cerveza.

Centrándonos ya en lo estrictamente musical la siguiente en llegar al escenario principal era Rigoberta Bandini, que acompañada de su cuerpo de bailarinas presentó las canciones que le han llevado a ser una imprescindible de los festivales veraniegos compartidas junto al público en modo karaoke total. Un espectáculo demasiado sencillo pero tremendamente efectivo gracias al poder de sus estribillos bailables.

Tras la catalana le llegaba el turno a Alizzz en el escenario 2, que volvía a Madrid para presentar su “Tiene que haber algo más” (Whoa Music / Warner Music Spain, 2021) uno de los discos mejor valorados del pasado año. El productor y compositor barcelonés se acompaña de músicos consagrados para entregar una solvente interpretación de sus canciones ya convertidas en himnos millenial como “Todo Me Sabe A Poco”, “Amanecer”, con la participación no sorpresa de Paula Ribó/Rigoberta Bandini o “Ya No Vales” con la aparición sorpresa de C. Tangana (Puchito) que provocó incluso mayor locura que la experimentada al conseguir un mini de cerveza en el día de ayer.

Las nuevas generaciones pop continuaban su exposición en el jueves del Tomavistas en el escenario pequeño de la mano de Chenta Tsai Tseng (Putochinomaricón), del que solo pudimos ver el tramo final de su concierto al coincidir en horario con Alizzz. Suficiente para comprobar de primera mano la tremenda fiesta petarda maquinera que el artista y activista monta en sus directos, fiesta que coronó con gritos de Fuck Putin y la dedicatoria de “Gente de Mierda” a su “queridísimo Santi Abascal”. Siempre provocador y siempre necesario Putochinomaricón.

Sen Senra, otro de los jóvenes prometedores llamados al sostener el indie pop patrio cerraba la noche del jueves, con un show intimista en el que llegó a interpretar canciones con el solo acompañamiento de su guitarra o a capella. Afortunadamente para el festival, la música salvó la primera y caótica jornada del Tomavistas.

El segundo día nos llevaba bien temprano en el IFEMA, 17.30 horas, 35 ºC, arrastrados por las ganas de descubrir lo que daba de sí “Duplo” (Montgrí, 2022) el nuevo y reciente disco de Yawners. El calor sofocante no fue impedimento para que Elena Nieto, acompañada de batería y bajo, nos diese una tremenda lección de pop rock noventero, recuperando temas de su primer disco y alternando castellano e inglés para demostrar su capacidad para entretener al personal. En el mismo escenario y también con nuevo y recién estrenado disco bajo el brazo, los Biznaga se enfrentaron al sol de cara y a alguna que otra cuerda rota para hacernos gozar con las canciones que forman parte de “Bremen No Existe (Montgrí, 2022), su trabajo más pop hasta la fecha, sin embardo, esto no le quita nada de potencia a su directo, repleto de rabia y actitud.

Tras gozar de Goat Girl, la banda femenina de post-punk del sur de Londres y del rock de corte sencillo e inspiración surfera de los australianos Rolling Blackouts Coastal Fever que presentaban su segundo y flamante disco, llegaba el esperado turno de los madrileños Carolina Durante quienes nos hicieron saltar al ritmo de los temas de “Cuatro Chavales” (Sonido Muchacho, 2022) consiguiendo la vuelta de los pogos al Tomavistas. Los Carolina siguen mostrándose infalibles como cronistas de una generación totalmente enganchada a sus punzantes letras.

La noche se nos echaba encima de la mano de otros madrileños, los VVV [Trippin’You], que montaron su particular rave neo-bakala en el escenario pequeño, todo un homenaje al ruido y a los parkings mientras Kevin Morby desgranaba su “This is a photograph” (Dead Oceans / Popstock!, 2022), el disco con el que ha recuperado la mejor versión de su rock folk americana, en el escenario 2. El final estaba reservado para el lucimiento de un frenético Brett Anderson carismático líder de Suede, quienes celebran 25 años del disco que les catapultó a la fama “Coming Up” (Suede Ltd, 1996) y Slowdive, otra emblemática banda británica que volvía a España para despedir la segunda jornada en la que el aforo se alejó bastante de las 8.500 personas del jueves, por lo que las barras tuvieron un respiro y pudieron funcionar con normalidad.

El sábado los malagueños La Trinidad abrían el escenario 3 en sustitución de Las Ligas Menores que no pudieron cuadrar su agenda europea, el trío defendió una fresca propuesta entre el power pop y el punk . Tras ellos The Marías, que han disparado su popularidad después de su colaboración con Bad Bunny, estrenaban el escenario principal con su soft pop repleto de influencias soul y jazz.

Con el ajuste de horarios por la baja de los argentinos, a Kokoshca les quedaba libre el escenario 3 coincidiendo con Camellos en el escenario 2. Comenzamos junto a los navarros con la intención de dividirnos para presenciar el final del concierto de Camellos, sin embargo, de nuevo un contratiempo afectaba a un bolo de Kokoshca en el Tomavistas; si en el 2018 su batería sufría un golpe de calor y no podía continuar, esta vez era una tormenta veraniega con viento racheado y aparato eléctrico la que les obligaba a parar su concierto y suspender de forma momentánea todo el festival.

Los Kings of Convenience fueron los grandes perjudicados por la tormenta pues su concierto fue sacrificado para poder mantener la programación del resto de la noche, en un detalle inolvidable, los noruegos bajaron a la pista para interpretar algunos temas en acústico junto a su público. Entre el post-punk rabioso de los londinenses Shame y el pop new wave de corte post-punk de La Plata, nos decidimos por los valencianos, otra de las bandas con disco publicado hace pocas semanas y a los que teníamos muchas ganas de ver pues nos tiene atrapados desde su aparición con el EP “Un atasco” (Sonido Muchacho, 2017). Con una propuesta estilística y un sonido muy cuidado La Plata reafirmaron su candidatura a banda de culto que va cuajando a fuego lento.

El inimitable Jarvis Cocker, mítico icono de la escena pop y ya totalmente entregado a su propuesta como JARV IS… defendió su experimental y vibrante “Beyond The Pale” (Rough Trade, 2020) con una rotunda aceptación. La fiesta funky pop cimentada sobre el abrumador directo de los geniales Jungle sirvió para despedir esta edición del Tomavistas por todo lo alto. Una edición en la que los directos y las bandas han brillado con luz propia, que deja mucho que aprender y mejorar para volver al nivel alcanzado en el Tierno Galván de Madrid.