Madrid, 10 de julio de 2019. Espacio Mad Cool
Comienza una nueva edición del festival del verano madrileño. Ya es la cuarta edición del Mad Cool, que empezó en la Caja Mágica, con dos ediciones con muchos peros, y con música a raudales. El nuevo recinto, el de Valdebebas, se inauguró el pasado año. Impresionante espacio para poder albergar a 80.000 personas que se quedó pequeño en algunas ocasiones y que este año se reduce en cinco mil almas menos. Los errores de la entrada del primer día pasan factura y Mad Cool no ha vendido todo. Y de los errores se toma nota y el festival comienza con una Welcome Party que se celebra en el mismo sitio del festival. Asi se consiguen muchas cosas. Que las aglomeraciones del primer día se reduzcan y que el festival pase una prueba inicial de fuego con mucha menos gente, lo que le sirve para calentar motores de lo que serán unos tres días de desenfreno musical en un cartel que para muchos es inferior al del año pasado pero que tiene muchos puntos por los que pasar un fin de semana de ensueño.
Sara Fernández
Redactora
Fernando Tello
Redactor & Photo
La Welcome Party comienza pronto con los ganadores del Mad Cool Talent de UK. Unos pseudo españoles (dos de ellos lo son), pero que decidieron hacer las “américas” en inglaterra para convertirse en The Gulps. Una banda que bebe de los clásicos y que resuena en el escenario pequeño con una energía visceral que ya quisieran muchos de los que vamos a tener ocasión de ver a lo largo del fin de semana. Un buen punto de partida para lo que se nos viene encima. A estos chicos hay que seguirlos de cerca. De momento degustamos su EP “In The Kings House” y su eléctrico directo. Lástima que la imposibilidad de entrar a tiempo al recinto nos privase ver su pequeño bolo. Seguro que tenemos más ocasiones para seguir su carrera. Llegamos a poder ver el final de The Amazons. La banda de Reading expandió su rock independiente por un recinto muy vacío y un intenso calor. A continuación Don Broco en el Madrid te Abraza. Post-hardcore crudo que hizo saltar a un buen puñado de fieles seguidores que cantaban en las primeras filas todas las canciones. Sun pura energía, con unos ritmos que contagian. Simon Delaney estaba desatado, cambiando de guitarras como de pañuelo.
Mientras paseamos por las grandes explanadas del espacio Mad Cool viendo y observando lo que va a ser el recinto este fin de semana, llegamos al escenario principal para degustar a Metronomy. Lejos queda ya ese “The English Rivera” que condujo a los ingleses hacia el éxito del hit fácil, removiendo los cimientos del pop británico con mayúsculas. Los setenta y los ochenta vuelven a la moda de la mano de Metronomy para hacernos bailar mientras el sol languidece por detrás del segundo escenario que espera a The Cat Empire para que el baile no pare. Los de Melbourne tienen ese poder de transformar la música multicultural en una pista de baile con la gente sonriendo y sin parar de bailar. El recinto se iba llenando para lo que iba a ser un gran final de tarde. Casi cuarenta mil personas llegaron a la Welcome Party.
Un gran punto de partida el de hoy en el Mad Cool al que por supuesto le falta la guinda. El pastel no podía estar preparado sin que Rosalía saltase al escenario. Casi todos los que estaban allí estaban por ella. No les defraudó, imagino. Quizás lo que está pasando es demasiado y la caída desde tan arriba puede ser muy grande. Lo expuesto ayer es, a mi entender, ramplón. No sobresale por ningún lado. Un apuesta en escena plana. Plataforma y color. Luces desde el suelo y punto. La voz es genial, no lo dudo, los temas son pegadizos, seguro. Pero el factor exponencial de lo que le está pasando a Rosalía quizás se vuelva en su contra en un tiempo no muy lejano. Hasta ese momento trataremos de tomar con cautela un fenómeno al que en muchas ocasiones no estamos invitados. El fenómeno Rosalía.
Lykke Li cautivó envuelta en un traje de látex rojo y desde Suecia hizo bailar a los que quedaban, sobre todo con su “I Follow Rivers” que resonó al final de su actuación en Madrid llena de Dream Pop de degustación entre la noche ya cerrada. Y para terminar unos Bring Me The Horizon que pusieron la opción del metal más duro en todo lo alto. Con una puesta en escena magnífica, entre fuegos y proyecciones sublimes, fueron el broche perfecto a una primera cita con el Mad Cool que quizás sobre. Este día cero no es nada más que estirar el chicle en lo que perfectamente pueden ser tres días magníficos. El balance es el que dirá si la Welcome Party debe perdurar en un festival ya convertido en una cita ineludible en el calendario.
Y a la salida la «Party» estaba montada en los coches de choque del espacio Vibra Mahou. Temazos clásicos y llenazo absoluto en una zona que va a ser punto de encuentro fijo en un Mad Cool que arranca el jueves con todos sus espacios a pleno rendimeniento.