El fútbol, como la música, tiene la capacidad de transportarnos a otros lugares y a otros tiempos. En su tremendo nuevo single, Vecinos trazan una aguda analogía entre parejas: la tuya y la que formaban Valerón y Tristán en el Deportivo de la Coruña. Sociedad mágica que les sirve a los barceloneses como consuelo emocional: «Aun así yo te quiero/Pero prefiero a Valerón-Tristán». Así es la vida. La magia del recuerdo, convertido en metáfora de lo cotidiano. En lo musical no fallan: cada una de sus canciones está compuesta por un arsenal de melodías que se adhieren inmisericordemente a tu cerebro y que se sustentan en guitarras crujientes y una sección rítmica que es una apisonadora. Tercer lanzamiento, tercer himno. Recupera esa camiseta antigua que tienes en el armario, cierra los ojos y dale al play.

“Siempre saludaba” es una frase cientos de veces escuchada en noticias de sucesos. Dar los buenos días a tus vecinos, además de valerte un cumplido en el caso de que cometas un crimen, puede llevarte a formar una banda. Algo así es lo que sucedió con este cuarteto barcelonés, cuya aventura empezó en un rellano y cuya elección de nombre era evidente. Tras cruzarse varias veces en el portal de casa, cada uno con su guitarra a cuestas, Martín e Isma empezaron a compartir maquetas entre ellos. Desde entonces, una cosa ha llevado a la otra. A las pocas semanas ya tenían un concierto programado. Vecinos, acostumbrados a hacer de la necesidad virtud, incorporaron a Iñaki a la batería, a Miguel al bajo y siguieron adelante con el plan establecido.

Puede ser que ser joven y estar en un grupo sea algo más que juntarte con amigos en el local de ensayo, componer un puñado de temas y echarse a la carretera para defenderlos en directo. Puede ser que sea algo más, pero nunca algo menos. Esa efervescencia, ese ímpetu por tocar, se hace notar en unas canciones que se mueven entre el punk, el pop y el garage. Letras mordaces, cruce de referencias intergeneracionales y estribillos extrañamente familiares: aunque sea la primera vez que los escuches, lo raro es no empezar a cantarlos de repente.