Madrid, 22 de febrero de 2018. Sala Joy Eslava

Nada ha cambiado, o casi nada.

Debo empezar diciendo que estaré siempre en deuda con mi amigo Manolo, cuando un buen día que bajábamos de mañana al instituto, finales de los años ochenta, rondaría los 15 años, me regaló un casette, en la cara A Here, are the Sonics y en la cara B The Fuzztones, live in Europe, casi nada. Desde aquel entonces el sonido de esa banda se metió en mi cabeza, era lo más salvaje y divertido que había escuchado en mucho tiempo, y me hice con toda su discografía en vinilo.  Por eso presentarme en medio de la sala Joy Eslava repleta hasta los topes, y con el cartel de no hay entradas, para ver a The Sonics para mí tiene un significado especial.

Nacho Bravo

Nacho Bravo

Redactor

La banda de Tacoma se presentó en la capital madrileña gracias a Son Estrella Galicia como si no hubiera pasado el tiempo desde el lanzamiento de su archiconocido LP Here, are the Sonics, allá por el año 65. Grabaron tres lps sin mucha repercusión mediática, quién iba a decirles que se convertirían muchos después en iconos de tantas generaciones amantes del garaje y el punk-rock.

La gente estaba ansiosa por verles saltar al escenario, se hicieron esperar, pero no defraudaron. El sonido de siempre, salvaje, desgarrado con el estupendo saxofón de Rob Lynd, la batería de Dusty Watson y la guitarra telecaster de Evan Foster chirriando riffs y haciendo de animador y maestro de ceremonias, no faltó de nada, se atrevieron con sus mejores temas, The Witch, Psyco, Louie Louie, Boss Hoss, Cinderella, y la sensacional Have Love will travel, además de un merecido homenaje a Little Richard lanzándose con Lucille. La gente bailó, disfrutó como en pocas ocasiones he visto en un concierto, y he de decir que cuando se animaron con el Psyco el público estaba entregado y enloquecido, llovían las cervezas y la sala saltaba al unísono, mientras ellos se divertían en el escenario como si tuvieran de nuevo 20 años. Toda una suerte ver en directo a The Sonics interpretando la que puede haber sido gran parte de la banda sonora de mi juventud, un lujo y algo más para contar a mis hijas, y quién sabe si a mis nietos. Puedo decir que yo vi a The Sonics tocar Have Love will travel, y eso es mucho decir, para mí una de las mejores canciones de rock and roll de todos los tiempos. Gracias Diego por ese bocata de calamares y esas cervezas en la Plaza Mayor.

Fotos de Diego Cirujano y Daniel Yuste