Fran González
Redactor
DISCO DEL SEPTIEMBRE DE 2016
Divine Comedy Records
Hasta hace seis añitos, diez eran los álbumes que The Divine Comedy había sacado a la luz; desde aquel “Fanfare for the Comic Muse”, [1990], hasta el anterior “Bang Goes the Knighthoot”, [2010]. Y no se puede decir que el señor Hannon se lo haya tomado con paciencia. Desde entonces, estuvo entretenido en lo que él mismo denomina actividades extra-pop que le sirven como válvula de escape. Para comenzar, escribió las canciones de un aclamado musical de “Swallows and Amazons”, una versión de la serie de libros escrita por el autor inglés Arthur Ransome, allá por los años treinta. Y eso que ha asegurado, una y otra vez, que este tipo de actuaciones no son santo de su devoción, aunque le encanta escribirlos desplegando toda la exageración e ingenuidad posible. Para no bajar el nivel, un poco más tarde, puso las palabras del dramaturgo alemán Frank Alva Beucheler a la música de la corta pero poderosa ópera de cámara “In May”, una serie de cartas escritas de un hijo a su padre durante sus últimos meses con avanzado estado de cáncer. Para aquellos muy fans del grupo y de la obra del irlandés, la versión deluxe del nuevo disco cuenta con una copia de este melodrama grabado junto a un quinteto de cuerda y piano. Posteriormente, bajo el seudónimo de The Duckworth Lewis Method, Neil Hannon y su buen amigo Tomas Walsh de la banda irlandesa Pugwash, se pusieron una vez más manos a la obra, después de aquel homónimo disco de 2009, para lanzar su segundo trabajo de equipo, “Sticky Wickets” [2013].
Ahora un Neil, no menos socarrón que en anteriores ocasiones, se enfunda un traje de Napoleón Bonaparte y cabalga a lomos de un velocípedo, recorriendo las estancias y jardines de un palacio del imperio francés de finales del siglo XVIII. Todo esto para presentarnos su nueva obra: “Foreverland” [2016].
No hay duda. Desde el primer momento que pulsamos el “play” sabemos que estamos ante un álbum de The Divine Comedy, como si no hubiera pasado más de un lustro desde que tuvimos la suerte de anunciar su anterior trabajo de estudio. A pesar de ello, su autor no duda en que todos sus discos son muy diferentes uno del otro, al menos, expresado en términos de su trabajo pero que, desde la perspectiva de fan, todos pueden sonar a ellos. Puede ser que el registro, a grandes rasgos no suene diferente pero, eso sí, encontramos un Hannon aún más maduro y en plena forma que se arriesga a hacer cosas que no había hecho como por ejemplo llegar a la música tradicional irlandesa en el corte de igual nombre que el disco.
“Catherine The Great” fue el primer single en aparecer. Clavicordios que centellean, profundas melodías varoniles y envolventes metales que crean ese efecto tan impresionante y que dan ese aire señorial a este drama de época, todo ello adulterado con sus ya clásicas letras llenas de humor irónico. En el videoclip de la canción aparece una maravillosa Elina Löwnsohn representando a la mismísima emperatriz de Rusia, Catalina II.
El videoclip de “How Can You Leave Me On My Own”, también dirigido por Raphaël Neal, fue el segundo sencillo que vio la luz tras aquel “Catherine the Great”, ambos anteriores al lanzamiento del disco. En él se puede ver a un Hannon, vestido como distintos monarcas de la historia, abandonado a sus propios miedos en un castillo francés, cuando su otra mitad se va fuera de la ciudad. El principio de la canción ya empieza dándonos pistas. El rebuzno del burro que vive en la parcela de al lado del estudio de Hannon es el protagonista. Canalizada explosión de soft rock de los 70 al más puro estilo de 10CC y Supertramp, con una letra retorcida bruscamente para hacer a algunos hombres avergonzarse al verse reflejados en ella.
Como un dueto musical del propio Broadway encontramos «Funny Peculiar». Protagonizado por el irlandés y su compatriota, cantante y compositora, Cathy Davey quien ya participó con anterioridad en “Bang Goes the Knighthoot” o en el propio experimento de The Duckworth Lewis Method que hemos mencionado unas líneas más arriba. Es una de las pocas ocasiones en la que los arreglos orquestales no tienen tanta importancia, siendo la sección de cuerdas la que juega un papel secundario bajo la bonita melodía que el dúo de artistas interpreta.
La hermosa “Other People” nos la encontramos, se sobreentiende que sin contar arreglos, tal y como fue grabada a capella en un iPhone en la habitación de un hotel en Kilburn High Road. Tanto es así, que si se presta atención al principio, cuando la compleja orquestación aún no ha tomado parte en la misma, se puede oír de fondo el tráfico que entonces pasaba por la calle. Pequeñas maravillas al alcance de muy pocos. «Realmente no pensaba que pudiera cantar mejor que lo hice la primera vez, con la intimidad que se obtiene cuando se está hablando en voz baja en tu propio teléfono», comenta el cantante al respecto. ¡Qué suerte para aquellos que estuvieran al otro lado de la pared!
Gran parte de este último trabajo podría quedar definido tal y como su propio autor describe “The One Who Loves You”, la encantadora canción con la que se cierra el álbum: “Un poquito de banjo, un poquito de orquesta, un bonito ritmo shuffle, dos cambios de tono y ¡Eureka! ¡Trabajo hecho!”
“Foreverland” está repleto de frescas orquestaciones, vigorosas voces, suntuosas cuerdas, grandes armonías corales, letras ingeniosas y hasta la inesperada intrusión del burro Wayne, del que ya os hemos hablado. Es, por tanto, un compendio de estilos musicales de épocas anteriores, metidas en la batidora creativa de Hannon, dando como resultado canciones anacrónicas al más puro estilo pop de cámara.