“Drowned in a Sea of Tears”, el nuevo tema de Sparks que llega acompañado de un videoclip en forma de teatro visual, es una minitragedia en tono menor sobre los peligros de la incontinencia emocional, de la rigidez, de guardarse todo. Una canción que no tiene un final narrativo, algo inusual en el repertorio de los estadounidenses. Simplemente nos narra la frustración del narrador al percatarse que no puede traspasar los altos muros tras los que  la protagonista se resguarda emocionalmente.

A través de versos puramente descriptivos, los hermanos Mael nos envían a través de este tema una postal del viaje de los personajes, que los lleva incluso a “andar en bicicleta por España”.

La lírica melancólica de la canción llega siguiendo los pasos de su anterior sencillo, “JanSport Backpack”, una conmovedora composición de ruptura que ha tenido una gran acogida entre los seguidores del grupo.

Con este nuevo trabajo, Sparks demuestran una vez más que forman un equilibrado tándem, y que su dinámica creativa sigue intacta.

 Ron Mael se consagra por su parte como uno de los observadores más perspicaces de las costumbres sociales modernas. En otra disciplina (dramaturgo, dibujante, novelista, cineasta, cronista) sería un Moliere, un Hogarth, un Fitzgerald, un Altman, un Swift. Lo que ocurre es que trabaja con la canción popular.

Su hermano, Russell Mael, tiene el talento de transmitir esas observaciones de una manera única, dotado de una voz de contratenor de extraordinario registro. La alquimia entre Ron a las teclas y Russell a la voz (Two Hands, One Mouth, para invocar el nombre de una de sus giras) es simplemente lo que hacen. Y pocas veces lo han hecho mejor que en «MAD!», el 28º álbum de estudio de la banda.

En MAD!, Ron y Russell examinan fenómenos como las mochilas de marca, los tatuajes, la devoción performativa (ya sea a un Dios, a un amante, a un famoso o a un equipo deportivo), la hegemonía de las bromas y el auge de los influencers. La sátira nunca se anda con rodeos, sino que mantiene siempre la suficiente ambigüedad para que el oyente pueda rellenar los espacios en blanco. Junto al léxico exquisitamente inusual (no oirá la palabra «epistemología» en muchos otros álbumes este año), las referencias culturales («Howard Hughes en Jordan 2s» en el single principal «Do Things My Own Way»), saltan a la vista en cada escucha. También se retoman algunos temas perennes de Sparks: «A Long Red Light», una canción sobre los deseos frustrados y los sueños, recuerda inevitablemente a clásicos como “When I Get To My Own Way” y «Your Call Is Very Important To Us, Please Hold». Musicalmente, hay guiños a la New Wave, al synthpop, al art rock y a la ópera electrónica, todos ellos géneros en los que Sparks fue pionero (o, directamente, inventó)

«MAD!» es un disco moderno, que pertenece y habla al mundo moderno. «MAD!» se abre con la canción «Do Things My Own Way», una pieza de pop progresivo típicamente progresivo que fue el single principal del álbum, pero también funciona como una especie de manifiesto de los propios Maels. Porque Sparks es una banda que siempre, siempre ha hecho las cosas a su manera. Y, después de todos estos años, siguen abriendo nuevos caminos.