El dúo presenta «Palmerita, Palmerita», un nuevo ejercicio discográfico en el que unen las tradiciones culturales extremeña y canaria

Hay palmeras en Extremadura, hay palmeras en las Islas Canarias; y, ahora, hay un universo extremeño-canario común que han conseguido iluminar Ruiseñora con su nuevo material discográfico, donde se inventan un trópico ibérico para unir las tradiciones sonoras y culturales de las dos regiones de donde son oriundos las dos mitades del proyecto.

«Palmerita, Palmerita» es el nuevo EP de unos Ruiseñora que continúan desarrollando una singularísima y cada vez más bailable y melódica visión (y misión) para renaturalizar la música tradicional (especialmente, la copla, el flamenco y el folclore del sur de España) a través de la electrónica más pistera; pero, en este nuevo cancionero, incluso amplifican su sonido hacia otras frecuencias.

Y es que no sólo imponen un acercamiento al folclore canario, tanto en las letras como en canciones que son adaptaciones de folías, como en el caso de «Cuando llora una palmera»; sino también cuando su imaginario se acerca a la música industrial más frontal, como es el caso de las metálicas «Que» o «Los Charcos», cuando continúan trazando un puente entre el pop alternativo y la copla sideral como en «Echa el pestillo» (con la colaboración de Andrea Buenavista) o cuando coquetean con la folktrónica más terrenal, como puede notarse en «Higos e higueras».

Un paso adelante para un proyecto como el de Ruiseñora, que continúa uniendo tradiciones a la vez que amplifica su radio de acción hacia nuevos caminos sonoros, y que proyecta un imaginario en el que la copla extremeña, el sonido industrial de Nine Inch Nails o Ministry, la rave noventera de Ace of Base o la psicodelia sideral suenan a nuevo trópico.