La Solana, 4 y 5 de junio de 2025.
Consolidación estética y sonora en el corazón de La Mancha
En un calendario cada vez más saturado de festivales, lograr una identidad propia es una proeza. El Oasis Sound, celebrado en La Solana (Ciudad Real), ha consolidado su propuesta artística y ha dejado atrás la etiqueta de festival emergente para posicionarse como una cita sólida en el circuito nacional.
José Ramón García-Carpintero
Photo
El recinto, perfectamente dimensionado, ofrece un formato medio que evita las aglomeraciones masivas y prioriza una experiencia más inmersiva. Este año, la organización apostó por una programación que equilibra nombres consolidados del circuito alternativo con artistas emergentes en plena expansión. El bloque joven de la jornada del viernes brilló con fuerza propia. Samuraï desbordó carisma con una propuesta cada vez más pulida, que combina sensibilidad lírica y producción contemporánea. Su presencia sobre el escenario ya no es promesa, sino certeza. Ultraligera, en esa misma línea, mostró su potencial como relevo generacional del pop alternativo nacional, con un set enérgico, bien estructurado y notablemente afinado en lo vocal.
En la jornada del sábado, con el sol cayendo, Siloé ofreció uno de los momentos más memorables del festival. Su fusión entre folk, electrónica y pop alternativo sonó precisa y emocional. Que merezca la pena, Si me necesitas llámame o Todos los besos fueron auténticos himnos que encendieron al público. Entre los puntos álgidos del cartel, Shinova ofreció uno de los sets más sólidos del sábado. Su directo, pulido y emocional, sirvió de anclaje para un público que resistía un viento intenso, casi coreografiado con la letra de Mirlo Blanco. Uno de los momentos más celebrados fue una pedida de mano entre el público, acogida por toda la explanada como si fuera parte del espectáculo.
Para cerrar la jornada, Sexy Zebras ofrecieron una de las actuaciones más viscerales y enérgicas del festival, devolviendo al público esa sensación de pogo, sudor y guitarras crudas que últimamente escasea en los grandes escenarios. Más allá del cartel, el Oasis Sound ha consolidado una infraestructura amable y funcional: barras ágiles, zona de descanso bien distribuida, food trucks con oferta variada y precios razonables. La atención al detalle, el control de accesos y la experiencia del público fueron puntos a favor durante todo el fin de semana. En tiempos donde muchos festivales apuestan por el volumen, Oasis Sound opta por el contenido. Y eso, en este contexto, es un verdadero acto de resistencia estética.