Madird, 3 y 4 de octubre de 2019. Feria de Madrid

Madrid es nuestro lugar y salvaje es la palabra que define el festival que te espera en 2020. Inspirados por la música urbana vamos a vivir algo inolvidable juntos, fuera de lo establecido y que no nos dejará indiferentes.

Nacimos sin prejuicios para derribar lo políticamente correcto. Nacimos donde nace la excepción, con el vestido de las alianzas, bajo el yugo de la libertad. Sin pedir nada a cambio. Y ahora vivimos reivindicando el poder de la mezcla, creando lazos de fraternidad.

Somos lo indomable, lo salvaje. La oveja que abandona el rebaño. Y hemos llegado hasta aquí́ desde abajo para eliminar los convencionalismos.

Hemos venido a ganar la liga y eso solo se hace rodeándote de los mejores.

Ángel Muñoz

Ángel Muñoz

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Con esta premisa se lanzaba a lo inexplorado el que será el último festival musical de gran formato de la capital. Y digo hacia lo inexplorado porque, que en un mismo escenario principal se pueda disfrutar en el mismo día y de manera consecutiva del mejor Rap, Hip hop, Trap, Reggae y Dancehall del panorama nacional e internacional; acompañado en los escenarios vecinos de los consecuentes Ska, Rock, Dub y Punk; es algo que, por lo menos, resulta curioso de ver y experimentar. Y viendo el éxito en la organización, las buenas infraestructuras, las amplias zonas de restauración y bebida, y las grandes explanadas que se extendían frente a los escenarios; pocos dirían que se trataba de la primera edición de un festival rompedor que ha venido para quedarse.

Pocos peros se les puede sacar: las largas colas del primer día, tan características de este tipo de formato, cuya solución tan lejana / imposible se presenta, como si de un dilema existencial se tratase, tanto para este como para otros festivales de igual envergadura; el breve intervalo de tiempo existente entre concierto y concierto, o el mayor protagonismo de los graves frente a las voces y demás instrumentos en diferentes actuaciones; sean quizás algunos, sino los únicos, que se pueden puntualizar.

Una vez aprobada la fase técnica, todo quedaba en manos de ellos, los que se subían al escenario, los que soplaban, los que golpeaban, los que hacían vibrar las cuerdas, los que bailaban o los que cantaban. ¿estuvieron a la altura? La respuesta a esa pregunta puede diferir dependiendo a quien le preguntes. Desde mi punto de vista Sí.

La calidad de los artistas y la variedad musical de todos y cada uno de los momentos hacía completamente imposible sacar un rato para hacer una pausa, comer algo y recargar energía. La cumbia, el punk y la música electrónica de Tremenda Jauría era la encarga de encender las luces el escenario Negrita para posteriormente dar paso al rap de Maikel Delacalle. Sin un minuto de pausa era la poesía convertida en Rap / Hiphop de Rayden la encargada de tomar el relevo en el escenario principal. Precisamente era el complutense el que se acordaba de las horas de cola dedicando a los afectados “Gargantúa”. “A mi yo de ayer” o “Haz de luz” triunfaron entre los asistentes. 

La lira llegaba a su fin para dar paso el buen rollo del Reggae y Dancehall que tan profundamente caracteriza a Green Valley. El vitoriano esta viviendo una época dorada, no solo no se conforma con recorrer todos los grandes festivales del panorama nacional, sino que este año nos sorprendieron con su nuevo trabajo “Bajo la piel”, un disco exquisito e inspirador. “Donde irán” o “Nunca pararé” se unen así a un repertorio protagonizado por “Los sueños”, “Estamos ready” o “Si no te tengo”.

Con el rap de Natos y Waor y su “Generación perdida” o el pop y el dance explosivo de “Yo ya no quiero ná” de Lola índigo, entre otros, la jornada llegaba a su fin. Difícil se planteaba el objetivo de igualar este primer día, casi imposible superarlo, pero para eso estaban ahí Iseo & Dodosound y Lágrimas de sangre. Si los primeros empujaban al baile con “Vampire” y “Dame”, los segundos lo incendiaban con “Cuando sale el sol”. Les seguía el “Veneno” y la “Felicidad” de Toteking; o el “Lo siento” de Beret. Junto al sevillano, y en el escenario vecino podía escucharse el Ska y el Punk de Talco. Era el vocalista principal del grupo, el primero que saltaba al escenario para explicar sin luces y sin música su estado de salud a la vez que prometía que eso “no impediría montar una fiesta”. La verdad, no fue lo mismo; la otra verdad, si se montó la fiesta. “St. Pauli” o “Danza dell´Autunno Rosa” sonaron, más bajo de lo acostumbrado, pero sonaron. 

Tras los venecianos, Fernando Costa se lució sobre el escenario ante un público cuya media rozaba la minoría de edad. Quizás esta fue una de las consecuencias de mezclar tanta variedad musical, tan pronto te encontrabas rodeado y custodiado de “los tuyos”, como totalmente fuera de lugar superando en mas de diez años a la mayoría de los asistentes; raro, bonito pero raro. C. Tangana o “el madrileño hijo puta” tal y como se autoproclama, cogía la batuta del escenario para no dejarse nada en el tintero. “Llorando en la Limo” o “Duro” sonaron bien fuerte. Tras este, fue el canario Don Patricio el encargado de apagar las luces del festival. He de ser sincero, no me gusta. No me gusta ni a nivel musical, ni a nivel de espectáculo. Su puesta en escena me parece un sin sentido, una broma; pero ahí estaba, y los jóvenes disfrutaban con él y su “Enchochado de ti”.

De esta manera terminaba la primera edición del que es, sin duda alguna, el festival de música urbana por excelencia de la capital y, posiblemente, del país. Destacar de nuevo la organización, las infraestructuras y la calidad musical, pero, sobre todo, las ganas de crear algo nuevo, raro y único.